sábado, 24 de marzo de 2018

LA PÁGINA DE MANOLO MOLÉS - Tan importantes y tan diferentes

Claro que me alegra que la nueva empresa de mi tierra, Castellón, haya levantado el interés de la Magdalena. Otra cosa es que avanzara en la recuperación de un espectáculo global; donde los tres tercios tuvieran su fundamento y su brillo. La empresa la forman Manuel Chopera, el hijo de José Antonio (para mí, junto a José Luis Lozano y Pablo Lozano forman el trío de grandes hombres vivos de la Fiesta, con sus errores, como todo el mundo, pero con su saber y conocimiento y visión del espectáculo) y Toño Matilla. El que apenas se deja ver pero que está en casi todas partes. Le ves de uvas a peras, su nombre no figura en docenas y docenas de carteles que firma otro pero que hace posible Matilla. Al trío empresarial de Castellón hay que añadir a Alberto Ramírez como gerente. Alberto fue matador de toros y un hombre culto, hijo de Pepe Luis Ramírez, uno de los primeros toreros que yo vi en Castellón en mi tiempo de estudiante interno en los Escolapios.

Han hecho carteles atractivos, han hecho una magnífica publicidad y han logrado que la plaza casi se llenara, como pocas veces, muchas tardes.

Ese es el camino. Ahora solo falta un poco más de toro; y pedirle a los actuantes que recuperen el tercio de varas y el tercio de quites. Y esto no es un capricho. Si esto se cumple el cliente está deseando volver. Porque sale más satisfecho como aficionado.

En Castellón han pasado cosas llamativas. La casta de dos figuras veteranas: Juli, en arrebato de entrega y defendiendo su lugar y categoría. Ponce, que cada día parece que descumple, y esta temporada, que es la vigésimo novena -¡vaya tela!- como matador de toros, ya veis cómo ha estado en Castellón. Ha vuelto al blanco y oro y a empatar con tres trofeos con Roca Rey. Ponce aumenta en su talento y torería y descumple en años. Ya es historia. Y posiblemente ya nadie, nunca, superará sus récords, sus números. Me gustó Talavante, entre otros. Y ese Varea, Dios mío, tan desigual: toca techo o toca suelo. Pero está a tiempo y deben de dejarle un hueco. Con el capote tiene un vuelo torero y especial; y con la muleta en la mano izquierda tiene lo único que no venden en El Corte Inglés: torería. Manzanares está en el rodaje de la nueva temporada y Talavante me gustó mucho. Torero creativo y nunca repetitivo. Y en mi tierra, un escalón más en el año del adiós de Juan José Padilla, un ser humano excepcional. ¿Como torero? Como tú quieras catalogarlo. Yo te digo que tiene mucho mérito con todo lo que lleva encima. Y un corazón como una catedral. Y no dará un paso atrás hasta el último toro, del último día, del último año, de su carrera.

EN SEVILLA IMPORTAN LAS FIGURAS Y EN MADRID ES EL TORO

De la digestión de la feria de Valencia hablaremos la semana próxima. Pero rápidamente llegará la feria de Sevilla. Es curioso y creo que el empresario Ramón Valencia tiene razón: “El cliente de la Maestranza solo acepta carteles de figuras, al menos en una mayoría evidente en la feria”. Es su concepto. En Sevilla importan las figuras. Y en Madrid lo primero que importa es el toro. Por eso la feria maestrante necesita carteles caros y cargados de nombres sonantes; y la de Madrid pide por encima de todo pluralidad: “Más toro y más emoción y mezclar figuras con novedades y aceptando con gusto lo que podríamos llamar clase media”. Me refiero a los que visten de luces. Por eso son tan diferentes los carteles de una y otra feria.

La historia a veces da la sensación de repetirse. Ramón Valencia hace una feria muy del estilo de don Diodoro; y Simón Casas hace una feria muy en la línea de José Luis Lozano. El pasado siempre retorna. Al menos en la esencia. En Sevilla están casi todas las figuras; y en Madrid casi todos los encastes. Dato: hay dieciocho festejos en Las Ventas que lo que sale por chiqueros no es encaste Domecq. Y esa pluralidad la quiere y la pide la afición de Madrid. Simón Casas, Rafael García Garrido, director general de Nautalia, y su gerente, Nacho Lloret, están planteando el futuro de la fiesta de los toros más cerca de la realidad que de los sueños. Y eso no es malo porque el mundillo taurino o ha sido manirroto o cicatero; y tal vez han faltado gestores que planteen su labor a plazo más largo.

VA A SER UNA TEMPORADA CLAVE PARA LA CAMADA DE JÓVENES

Y esta temporada tiene por los ruedos un gallo bravo llamado Pepín Liria. Ha triunfado y se ha ganado el respeto con señoras corridas de toros. Vuelve para una temporada muy corta, media docena más o menos, pero no viene a pasearse porque va a estar en esa arena dura de Pamplona donde ha matado “el toro de la carretera”, cuando se referían al de Osborne que te saludaba por las carreteras. Ahora ya los que quedan en los márgenes de las autovías ni tienen nombre ni su propietario es siquiera de este país. Suerte Liria. Casta.

Va a ser un año clave para la camada joven: Ginés Marín, Juan del Álamo, Garrido, Luis David Adame, Román, Álvaro Lorenzo, López Simón, Colombo, Galdós, etc. Ahí se cuece parte del futuro. En la feria de Madrid están casi todos; y tres generaciones unidas desde Ferrera, Curro Díaz, etcétera, a las figuras (Juli entró y es bueno), a toreros muy “madrileños” como Paco Ureña (la ausencia doliente de Sevilla) y tal vez Urdiales sea la ausencia doble; aunque en Madrid declinó la oferta. Faltan algunos, claro, el que más se echa en falta tal vez sea Miguel Abellán. Pero decían los taurinos antiguos algo real: “Las ferias las contratan unos y, a veces, las torean otros”. Mejor que no, aunque históricamente era así, con muchas bajas en la temporada. Otros tiempos. / Redacción APLAUSOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario