JAVIER
LÓPEZ
Fotos: EFE
El joven malagueño Fortes cortó hoy la primera
oreja del año en Madrid, merced a una pura y entregada actuación, que le sirvió
para imponerse a una descastada corrida de Victorino Martín, con la que
naufragaron tanto El Cid como Pepe Moral.
Madrid no podía iniciar el año sin recordar a
Victorino Martín. Su ganadero por excelencia. Para muchos, el más importante
criador de reses bravas de la historia. Y, como tal, la exigente afición madrileña
siempre le ha venerado desde que hace 50 años empezara a forjar su leyenda,
precisamente en el albero capitalino.
Se le va a echar de menos. Su porte menudo, pero
agigantado con su eterna y dorada sonrisa. Siempre acompañado de su inseparable
hijo, o su nieta Pilar, encargados ahora de conservar el prestigio de una
ganadería, estandarte de la bravura y la emoción, cualidades denostadas ahora
con el animal feble y bobalicón que demandan los de arriba, y que hoy también
se echaron en falta. Todo hay que decirlo.
Porque no funcionó como se esperaba la corrida. A
los "victorinos" les faltó casta y entrega. Pero la fe de la
parroquia madrileña en estos toros es tremenda. Quedó demostrado con los 14.484
espectadores que acudieron hoy a Las Ventas, al reclamo de los
"grises" ejemplares de la "A" coronada".
También la terna de toreros había suscitado un
gran interés, con dos jóvenes al alza como Pepe Moral y Fortes, y un Cid que
sigue buscando reencontrarse con el gran torero que fue.
No lo pudo demostrar, sin embargo, con un primero
de corrida mortecino por falta de casta, agravada por una cornada que llevaba
en la nalga izquierda. El animal salió de chiqueros sangrando, y, algo aún
peor, parece ser que ya estaba herido a la hora del apartado. Primer "petardo"
del año. No hay que decir que el trasteo transcurrió entre música de viento y,
por supuesto, sin pena ni gloria.
Tampoco pudo ser con el cuarto, otro toro
descastado, que se derrumbó en las probaturas de la muleta, pero que dejó
estar, y al que el Cid diseñó una labor de querer y no poder. Pudo y debió
estar mejor el sevillano.
Pepe Moral no tuvo "material" en su
primero, una raspa sin clase ni recorrido; la cara natural y reponiendo a mitad
del viaje. Por si fuera poco, el viento empezó a hacer acto de presencia. Ni un
solo pase pudo dar el hombre, que acabó desistiendo. No dijo tampoco nada el
insulso quinto, con el que Moral no pasó de las cositas sueltas en una labor
también de escasa consistencia.
Pero con Fortes llegó la luz. En el tercero. Un
toro que no acabó de "romper", sin humillar, sin entregarse, con el
defecto de puntear los engaños a media altura y de afligirse cuando se le
exigía. Tampoco ayudó el aire, que por momentos hizo ingobernable su muleta del
malagueño. Ahí estuvo el mérito de Fortes, muy firme, valiente y, sobre todo,
capaz para imponerse a tantas incomodidades y, sin dar nunca un paso atrás,
acabar robándole varias "lapas" por el izquierdo, simplemente
sensacionales.
Pureza por naturales, muy sentidos, hondos y
ajustados, aunque fueran de uno en uno. Torería también a raudales en un
epílogo por abajo antes de agarrar una estocada efectiva que le granjeó la
primera oreja del año en Madrid, un trofeo de los de verdad. La ovación al toro,
en cambio, sobró.
Y otra gran dimensión ofreció en el sexto.
Entrega, verdad, pureza, temple y mucho pulso fueron los mimbres de una faena
mal finiquitada con los aceros. Una pena que no pudiera redondear una tarde en
la que el verdadero homenaje se lo dio él. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Victorino Martín, muy desiguales de presentación y juego.
Moribundo, el descastado y herido primero; sin clase, ni fuerzas, ni recorrido,
el segundo; con más movilidad que entrega, el tercero; noblote y sin casta, el
cuarto; muy soso, el quinto; y más manejable, el sexto.
Manuel
Jesús "El Cid", de azul
noche y oro: estocada contraria y dos descabellos (silencio); y pinchazo y
estocada trasera y descabello (silencio tras aviso).
Pepe
Moral, de grana y oro: metisaca,
pinchazo y estocada trasera (silencio); y dos pinchados, media y dos
descabellos (silencio tras aviso).
Fortes, de lila y oro: estocada (oreja); y cuatro
pinchazos y casi entera atravesada (silencio tras aviso).
En cuadrillas, José Antonio Carretero saludó en el tercero, al que picó muy bien Francisco de Borja Ruiz.
La plaza registró casi dos tercios de
entrada en tarde de nubarrones, molestas rachas de viento y progresivamente
fría.
Pepe Moral |
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