viernes, 9 de marzo de 2018

FERIA DE LA MAGDALENA – TERCERA CORRIDA: El Juli se desata enfurecido en su reaparición

La figura madrileña corta tres orejas en su regreso y sale a hombros con un febril y estético Talavante.
Alejandro Talavante
ZABALA DE LA SERNA
Diario EL MUNDO de Castellón
Foto: EFE
Reaparecía El Juli de su cornada en Bogotá con cuentas pendientes. Y José María Manzanares afrontaba también su primer compromiso en tierra española tras su lesión de Cali. Cierta tensión eléctrica en sus miradas sostenidas. Como un duelo encubierto. Como si El Juli, trabado en las negociaciones valencianas e isidriles, le quisiera pasar factura de algo. No sé. El Juli cabreado es un bicho. Un bicharraco. Como le dice Lama a Cristiano, el Bicho. Alejandro Talavante hacía de testigo. Pero no fue testigo mudo. Ni sordo. El toreo sordomudo no va con Alejandro. Había un ambientazo, una temperatura cálida, un sol extraño.

Golpeó Juli con su contundencia de siempre. De un modo envenenado. De un espadazo sacudió las dos orejas del toro de Garcigrande. Colorao, bajo, gacho, redondito de pitón a rabo. Marcó querencia hacia el burladero opuesto al de capotes, y se abría fácil en el de Julián. Como sin celo y desentendido. Allí, en la misma puerta de cuadrillas, cobró un puyazo con derribo accidental incluido. Fácil y sutil el quite por chicuelinas. La obertura de faena aprovechó, al paso, la senda que prefería el garcigrande. Lo centró la figura reaparecida en su derecha. Ritmo y nobleza del toro por esa mano. Y frondosas y abundantes las series. De cinco y seis. Y el de pecho. Encajado el torero y largo el muletazo. Firme la ligazón. La inteligencia de cambiar los terrenos, cuando las miradas del toro pretendían su lugar favorito, dio sus frutos. Y duró más de lo previsto. Con sus lagunas a izquierdas, por donde el empuje desaparecía como el Guadiana. Lo justo para dibujar algunos naturales relajados entre juegos florales. El ritmo reflotó de nuevo en redondo. Ese misterio del toro de Justo Hernández, que, cuando parece que se va a acabar, sigue y sigue. Espléndidas las rondas diestras y chispeante la pirotecnia final de circulares invertidos y luquecinas. Tan levantino todo. El puñetazo final fue el golpe definitivo de autoridad. A mala leche.

La corrida continuó en su primera mitad con su tono de terciada presencia. Sólo que en los turnos de Manzanares y Talavante no pasó nada. Como un paréntesis de fondo menor en los garcigrandes -uno sin gas una vez perdida la inercia y otro de trémulos apoyos- antes de que El Juli se desatase ante el más corpulento y armado cuarto. Que tampoco era un dechado de virtudes. Pero JL mordía. Desde la larga cambiada de rodillas a la apertura de faena también penitente, pasando por el huracán del quite por zapopinas. Un lío. El Juli desencadenado. O enfurecido. Hasta la interpretación de naturales arrodillado. El toro de Domingo Hernández, sin embargo, se venía andando y no terminaba de irse. Humillaba y obedecía pero imposibilitaba ligar. Juli continuó en tromba, encontrando toro por todas partes. O el toro, muleta. Amarró la tercera oreja con media estocada en lo alto. Y la paseó como quien abofetea a otro con un guante.

Conclusión: mucho le han tenido que tocar las narices a El Juli en su XX aniversario de mandamás.

Manzanares creció en la faena ante un quinto de DH más levantado del piso y alto de cruz. Le costaba humillar en su bondad. Faena de medias alturas que fue a más. Pausas oxigenadas entre las series diestras que fueron la base. Como el empaque. Si se suma el tiempo que en el último año ha estado parado el torero alicantino, son siete los meses en el dique seco. Y algo se nota. En la fluidez y en el físico más anquilosado. La estocada baja aseguró el trofeo.

Por largas cambiadas en pie saludó Talavante al último de Domingo Hernández. De una movilidad muy loca en los tercios previos. A Talavante le vas a hablar de locura. Pronto se puso con la zurda y a su velocidad. Para componer lo descompuesto del toro, que viajaba lejos, suelta la cara. Febriles los naturales y más reducidos los derechazos. La estética talavantista de mayúsculo trazo. Hasta que el garcigrande de Domingo se rajó. Un muletazo superior rodilla en tierra lo despidió. Ya en tablas. Donde fue la estocada. Tan enloquecida la plaza en la muerte como la faena. Dos orejas para abandonar la arena a hombros con El Juli.

GARCIGRANDE / El Juli, Manzanares y Talavante
Toros de Garcigrande y Domingo Hernández (4, 5 y 6), más fuertes los tres últimos,
El Juli, de sangre de toro y oro. Espadazo (dos orejas). En el cuarto, media estocada (oreja).
José María Manzanares, de corinto y oro. Estocada algo tendida (leve petición y saludos). En el quinto, estocada baja (oreja).
Alejandro Talavante, de nazareno y oro. Dos pinchazos y estocada (silencio). En el sexto, estocada algo tendida (dos orejas). Salió a hombros con El Juli.
Plaza de toros de Castellón. Viernes, 9 de marzo de 2018. Cuarta de feria. Casi lleno llenó.

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