El
mexicano sufre una cornada en la axila y el jerezano abre la puerta grande en
la plaza donde empezó la forja del héroe. *** José Garrido también corta una
oreja a una seria corrida de El Tajo y La Reina de fondo amable y contado poder.
ZABALA DE
LA SERNA
Diario EL
MUNDO de Madrid
OLIVENZA (BADAJOZ)
Fotos: EFE
Fotos: EFE
Hace seis años ya que Juan José Padilla
resucitaba, como hombre y como torero, en este mismo ruedo. Regresó en un
tiempo récord a la cara del toro. Del destrozo de Zaragoza al milagro de
Olivenza. O de un milagro a otro.
Iniciaba Padilla en la lluviosa mañana de hoy,
sábado, el principio de su adiós. La última vuelta a España recogiendo el
cariño a puñados. Como si fuera la arena de cada plaza.
La corrida retrasó su hora apenas siete minutos. A
la espera de que el cielo cerrara sus compuertas. Cuando sucedió, levantaron la
lona protectora. Padilla besó sus relicarios y el toro "Oracundo"
inauguró el sexteto de El Tajo y La Reina (Joselito). Bajo, bizco, castaño y
armado. A su nobleza no le acompañó la fuerza. Ni el medido castigo en el
caballo ni los cuidos del Ciclón sostuvieron la anatomía del toro, que en la
tercera tanda de derechazos rindió su cuerpo vacío en el albero. En vano la
variedad capotera, el repertorio banderillero, el sitio concedido y las medias
alturas. Apretó la lluvia sobre el cadáver.
Entre resbalones por el barrizal que se estaba
formando, José Garrido esbozó verónicas de equilibrista. El toro movía su
voluminoso esqueleto con bruto poder. Sin terminar de humillar nunca. Garrido
planteó las cosas por abajo con firmeza y limpieza. Y ante esa determinación la
embestida respondió agradecida. Sin olvidar nunca el carácter. La autoridad de
su derecha fue la base de la faena. El cierre por manoletinas desprendió
electricidad por cuanto el animal se había defendido siempre por arriba. La
cruceta, tras un pinchazo hondo agarrado en lo alto, frustró la posibilidad de
un triunfo mayor a la ovación.
Ya el tercero apuntaló la sensación de estar ante
una corrida de trapío superior al que acostumbra Olivenza. Luis David lo saludó
con una larga cambiada de rodillas. Y quitó con afán por chicuelinas. Tan
clavado como en el prólogo de faena en bandera. Mucho para el escaso fondo del
toro. Que se dio de forma desigual y protestona. Hasta que la muleta de Adame
lo exprimió totalmente en su entregado estilo. Ya en la despedida de bernadinas
la violencia del ejemplar de El Tajo se desató. Como sucedió en la hora de la
muerte. Tremenda la sacudida de pitonazos contra la chaquetilla, por debajo de
la axila, bajo el cuello. Lo soltó contra el suelo como un fardo. Del trance
salió rodada la bestia. El mexicano se incorporó herido en la axila pero con el
orgullo intacto para pasear una oreja de raza que se llevó camino de la
enfermería. Allí fue intervenido con anestesia local.
Volvió a caer en manos de Padilla otra perla de
calidad con los mismos parámetros de contada fuerza que el anterior de su lote.
Pero con algo más de duración y entereza. Algo más solamente de fondo en el
pupilo de La Reina. No cogió los palos JJ y abrió faena por estatuarios. En la
coda de la obertura, los más brillantes muletazos. Como una trincherilla.
Después, más tacto que estética. Un broche por manoletinas, un desplante de
rodillas, un pinchazo, una estocada y un trofeo de voluntad y despedida.
Destelló el capote de José Garrido a la verónica.
Y también en un valeroso quite por gaoneras. Buen toro este quinto. Quizá el
más completo y armónico. De mejores inicios que finales de muletazo. Garrido lo
toreó con expresión y encaje. Más hilván que ligazón por la condición de no
rebosarse de la embestida. Lo que no impidió que el extremeño cerrase de
rodillas con apuros. De hinojos y por luquecinas el arrojo y la voltereta.
Ahora la espada no le negó la gloria pese al pinchazo y la baja colocación del
espadazo. Una oreja a la que siguió una desbocada petición.
No regresó Adame del quirófano. Juan José Padilla
se hizo cargo. Un lodazal la plaza. Y no paraba de llover. Padilla quitó por
faroles invertidos. Otra vez, sensatamente, no banderilleó. Al último de El
Tajo se le juntó todo: sus trémulos apoyos y la pista de patinaje. Aún así el
veterano matador de Jerez templó su bondad al natural con suave trazo, sereno
pulso y engrasada muñeca. Antes de irse por la senda de la apoteosis
guerrillera, el lío padillista clásico, con el imperativo de la puerta grande.
Faena polimorfa rematada con asombrosa contundencia con la espada.
El trabucazo del Pirata descerrajó la puerta
grande. Los dos pañuelos asomaron en la presidencia para volar a hombros y
finalizar por donde empezó hace seis años la forja del héroe
PARTE MÉDICO LUIS DAVID
Herida por asta de toro en el hueco axilar
izquierdo con trayectoria ascendente de unos 7 centímetros que en principio no
parece afectar al paquete vásculo nervioso periférico. Conserva la movilidad
pese al dolor. Pronóstico grave.
JOSELITO | Juan José Padilla, José
Garrido y Luis David
Toros de El Tajo y La Reina
(Joselito), serios; 1º y 4º los de menos fuerza y más calidad en su limitada
fortaleza; con carácter y sin terminar de humillar el 2º; desigual y protestón
el 3º; bueno el 5º sin rebosarse; bondadoso y flojito el 6º.
Juan
José Padilla, de celeste y oro.
Metisaca, estocada contrario y tendida y dos descabello (silencio). En el
cuarto, pinchazo y estocada (oreja). En el sexto, estocada (dos orejas). Salió
a hombros.
José
Garrido, de nazareno y oro. Un
pinchazo hondo y seis descabellos. Aviso (saludos). En el quinto, pinchazo y
estocada baja (oreja y petición).
Luis
David, de canela y oro. Estocada
(oreja y petición). Pasó a la enfermería.
Plaza de Olivenza. Sábado, 3 de marzo de
2017. Segunda de feria. Matinal.
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