viernes, 30 de marzo de 2018

LA PÁGINA DE MANOLO MOLÉS - El sol del toreo sale por Levante


Mi tierra cumplió. Valdemorillo abría, pero a la baja, y es Olivenza la que eleva la apertura taurina de la temporada. Mi tierra cumplió. Porque a mi Castellón del alma y a mi Valencia querida les toca marcar el rumbo del año. No sé ahora, pero hace unos años los primeros contratos se hacían en las ferias de Levante. En el Astoria se firmaban temporadas o te comías un colín según te había ido en la Magdalena y en las Fallas. Ahora es diferente. La planificación está más en los despachos que en aquella cola fantástica de los apoderados esperando hablar con los empresarios. Ahora casi todo es lo mismo. A casi ningún torero con cierto renombre lo apodera un Pipo o un Florentino Díaz Flores. Ahora, figuras, profesionales, aspirantes y hasta medio pensionistas tienen un empresario o gestor. Mentor y gestor. Son los nuevos tiempos. Y yo creo que no es bueno acabar con una de las especies que forman, o formaban, el planeta taurino. En realidad no es bueno acabar con nada. Ni con tantos encastes perdidos. Y gracias a la Francia aficionada que no consume solo el sistema sino que rebusca en los encastes que están en la UVI para que cojan de nuevo vida y vigencia.

FALLAS Y MAGDALENA: ALEGRÍA EN EL RUEDO Y EN TAQUILLA

Pero hay motivos para la alegría: en Castellón y en Valencia. Cuando Manolito Chopera y Toño Matilla, y su gerente Alberto Ramírez, han hecho las cosas como la gente quiere, la feria de la Magdalena ha sido un éxito y los días clave una alegría en los tendidos. Y la gente ha vuelto al coso del Paseo Ribalta, donde vi toros por primera vez. Y Ponce, Juli, Talavante y Roca Rey fueron la Champions torera en la Plana; Manzanares abrió su temporada de forma esperanzadora pero todavía sin sitio porque un invierno en el taller de las recuperaciones pasa factura y las primeras tardes sirvieron para afinar el retorno. No se remató la esperada tarde de la vuelta de los victorinos. Se quedó ahí, donde no vive el infierno, pero tampoco está el cielo. Como diría un paisano “ni chicha ni limoná”. Pero en ese retorno que la afición sí celebró de los victorinos, o sea, del toro con personalidad, Castellón se volcó en la recuperación de un torero de Almazora llamado Varea. Un tipo singular. Un capote con vuelo y gusto y una mano izquierda que cuando funciona la mejoran muy pocos. Varea dio señales de revivir. No le den por acabado. Se pueden equivocar. Eso sí, es de cocción lenta y no siempre hace su obra maestra en el momento oportuno. Pero en este oficio hay que ser justo y recordar que ahora queremos “la comida rápida” y este torero, que de novillero formó un lío en Zaragoza e indultó un novillo de Los Maños, que ilusionó tanto al bueno de Santiago López (matador de toros y taurino al que respeto y admiro en muchas cosas) que por un momento no diré yo que había aparecido otro JT (sí, el de Galapagar) porque es muy difícil que te toque el gordo de la lotería dos veces seguidas, pero sí que Varea era (y me atrevo a decir que todavía es) un torero diferente que si algún día estalla aportará algo que tampoco venden en El Corte Inglés: personalidad, es distinto.

Y Valencia, donde Benlloch escribe sus mejores crónicas en el diario Las Provincias, la feria también ha respondido aunque siempre, faltaría más, hay matices para la corrección y mejora. Ahí, en esa plaza, se despidió sumando orejas y afectos Juan José Padilla, lo mismo que en Castellón, Olivenza y en todas las plazas donde va a cerrar 25 años tan diferentes. Los últimos seis como héroe de la supervivencia de un corazón que no han mutilado tantas heridas. Lo contrario. Ahora tiene un sueño innegociable. Hace años era salir por la Puerta del Príncipe de Sevilla y el milagro se hizo carne. Ahora sueña con Madrid y una puerta que nunca pudo abrir. Yo le he dicho que eso es más difícil que subir a la carrera la Torre Eiffel. Pero cree en él y en San Martín de Porres, por eso le digo -en broma- que lo tiene negro lo de la puerta grande de Madrid. Pero ya no estoy seguro de nada. Con que tenga suerte en el año del adiós me vale. A mí y a todos los que le queremos. A él no le vale.

VALENCIA ES MÁS PONCISTA QUE NUNCA Y CON MOTIVO

Vuelvo a la Feria de Fallas. Interés en las novilladas, buena corrida de Alcurrucén, toros importantes de Fuente Ymbro, toros sueltos de Cuvillo, bajó Garcigrande pero ahí estaba Ponce para mejorar sus embestidas. Ponce y su madurez eternamente joven y la otra madurez de un joven eternamente maduro pese a su edad. Ponce fue rey dos tardes seguidas y tuvo el gesto que se hacía antes y que él recupera de volver al ruedo al día siguiente para dos llenazos para dos salidas a hombros, para que Valencia sea más poncista que nunca y con motivo. Y muy significativo lo de Roca Rey: llena y torea. Le bastó un toro para abrir la puerta grande. El otro no valió. Curiosa pareja, un jovencísimo veterano y un maduro chaval que llevan gente a la plaza, que están en un gran momento y que justifican en taquilla (ahí está Valencia) lo que cobran y lo que valen. Recupera la sonrisa torera López Simón, pasado el bache y las voces, el de Barajas vuelve a envidar. David Mora, Román, duro precio su entrega, y José Garrido, ojo a este, van escalando. El día del santo el agua llegó a Valencia. Triunfaron los jinetes con lo de Bohórquez. Olé Sergio Galán y Lea Vicens, a hombros, y oreja para Andy Cartagena. 

Pero esta feria al final tenía el azúcar del torero que cada año tiene más solera, más torería, más gusto y su tauromaquia alcanza los sueños, se llama Ferrera. Don Antonio. / Redacción APLAUSOS

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