Última corrida con varias vicisitudes en el
curso de su desarrollo
Una oreja la cortada por el toricantano Cristian Valencia en el cierre de la Feria de Tovar. |
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: Adán
Contreras
TOVAR,
Enviado Especial.- La última función de la Feria de Tovar 2017, en honor a
la Virgen de Regla ha estado supeditada por numerosas circunstancias. Se había
retrasado el comienzo de la misma por el proceso comicial de ayer, del mismo
modo el retraso en el arribo del torero azteca “E Canelo” hizo que la corrida
comenzara con más de dos horas a lo que estipula la costumbre. Igualmente la caída
del fluido eléctrico cuando estaba por lidiarse el cuarto astado del festejo
por espacio de 45 minutos hizo de éste kilométrico su desarrollo saliendo del
mismo pasadas las diez de la noche de la plaza.
El encierro de Campolargo lidiado hizo honor a la
aceptable presencia que lucieron los seis castaños que se trajo Don Juan y Don
Gilberto de San Felipe. Del envío los dos últimos corridos, merecieron el honor
del arrastre lento y la vuelta al ruedo, no dejándose del todo ver en las telas
de sus respectivos lidiadores. Todo esto contando como marco poco más de media
plaza de aforo cubierto en tarde entoldada y fría a lo largo del mismo.
Tomaba alternativa el joven espada Cristian
Valencia, hijo del recordado Bernardo Valencia, el cual sus gestos, maneras y ademanes
en el ruedo le recuerdan al calco de lo que fue su padre. Otra cosa es la técnica
y rodaje que evidenció el mencionado coleta, ante el toro de la ceremonia, «Coliseo»
N° 91 de 440 kilos, el cual poco se prestó a una lidia más emotiva y de interés.
A punto estuvo de sufrir un disgusto en el saludo de capote, y luego en la
muleta anduvo a merced de una lidia desordenada e inconexa a lo planteado por
el burel. Lo mejor el vibrante tercio de banderillas, incluyendo un par sentado
en la silla que hizo popular al recordado diestro de El Morro. Dos viajes con
el acero dieron pie a que se diera por su propio albedrio la vuelta al ruedo.
Más dispuesto y sereno se le observó con el que
cerró plaza. Noble, sin humillar, la embestida del precioso astado, el cual
supo entender por momentos las virtudes para lucirle en especial por naturales
que llegaron al tendido. Había dejado banderillas con su característica personalidad,
hasta que en la muleta dilatara más de la cuenta su labor, incluso abusando de
insistir en el indulto del animal, faltándose el respeto a sí mismo y a los
entendidos en la plaza, lección que debe de corregir si quiere ser alguien en
esto. Un pinchazo antes de dejar tres cuartos de ración toricida ligeramente
desprendidos para premiársele con una oreja de estímulo en fecha tan especial
para su carrera, así como la vuelta al ruedo al noble «Santanero» que cupo en
suerte por la mañana.
Vestido de torero en el propio automóvil que le traía
desde Cúcuta arribó el debutante en este ruedo espada mexicano Luis Manuel Pérez
“El Canelo”, quien lució brillantes saludos con el percal en ambos astados que
despachó. En su primero su faena se diluyó ante las escasas embestidas francas
del astado, habiendo dejado en la retina elegante inicio por doblones. Poco más
con la sarga roja, para despacharle de estocada caída para ser silenciado. En su
segundo, más opciones tuvo ante las noblotas embestidas del animal, en especial
por la diestra donde se le vio más relajado al punto de ralentizar los largos
muletazos por este pitón. Similares cotas se le vio por naturales, para tras un
pinchazo y estocada entera que caló al animal, dio pie a la concesión de una
oreja y el arrastre lento a «Sultán» N° 189 de 460 kilos.
Poco se le puede anotar en el haber de Marcos Peña
“El Pino”, quien no tuvo fortuna con el violento y geniudo antagonista que pasaportó
en primeras instancias, fallando reiteradamente con el acero, similares cotas
que tuvo que transitar en el que cerró su lote, incluso en este siendo
silenciado tras aviso.
Tras esperar buen rato los asistentes, El Canelo hizo lo más meritorio ayer en El Coliseo, “tocando pelo”. |
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