viernes, 15 de septiembre de 2017

FERIA DE LA VIRGEN DE LOS LLANOS EN ALBACETE – La heroica sangre de Ferrera y la maciza profundidad de Perera

Ginés Marín acompaña a hombros al extremeño; un gran toro de Santiago Domecq premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
 
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Albacete

Como si celebraran el día de Extremadura en Albacete. Tal sensación causaba el cartel de matadores extremeños: Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera y Ginés Marín, oriundo de Jerez. El matiz de Ginés también se daba en su terno, un burdeos frente al sangre de toro de sus compañeros. Los tres de oro.

Perera golpeó primero con una fuerza atronadora. Un toro de Santiago Domecq largo como un mercancías, alto de cruz, tocado arriba de pitones, astifinísimo, un tío, había sustituido, corrido el turno, a su descoordinado hermano. Sostuvo un galope descomunal. Como lanzado. Fijeza, prontitud y una bravura creciente que había levantado sospechas en el caballo, protestón y escupido. Un espejismo. Antes y después, en las verónicas del saludo y en las chicuelinas del quite a compás abierto, Merecido descolgaba en pos de los vuelos. Miguel Ángel interpretó todas sus virtudes con privilegiada cabeza. La distancia generosa lució al espléndido toro. Un obús en los péndulos de clavada apertura. Como en los inicios de las tandas ligadas, frondosas, calmadas. Otra velocidad en sus manos. De cinco y seis derechazos de inmenso peso, inacabables como los pases de pecho. El poder reductor de Perera y su derecha. La seducción de la profundidad.

Más en corto planteó el toreo al natural, la muleta al hocico, el pulso de las telas también por abajo. Un barrido constante de la arena. Respondía Merecido con su fondo al gobierno exigente, macizo y hundido. De una limpieza inmaculada. La unidad de terrenos de la faena desembocó en la quietud a ultranza de las luquecinas. Una docena de muletazos cambiados sin ceder un solo centímetro en la colocación de sus zapatillas. Volaban chispas como hilillos dorados que las puntas de las dagas sacaban del bordado de la taleguilla. Un incendio en la plaza. La estocada levemente rinconera despedazó como un cañonazo la puerta grande. Un pañuelo azul para Merecido chocó con su recuerdo en el caballo...

De la gloria consumada a la sangre derramada. Antonio Ferrera exponía con el cuajado cuarto con una importancia quizá no del todo valorada. Nada fácil el toro mirón de Domecq, que había avisado en un par de ocasiones. Ferrera toreaba su inmensa seriedad no humillada relajado. Como si de verdad fuese entregada. La izquierda pretendía mecerlo con la categoría de la que carecía. Y lo hacía con su valor macerado. Pesaba el toro en la muleta. Y con ella retrasada le sorprendió una arrancada traicionera. El pitón izquierdo se hundió en la parte posterior del muslo izquierdo a la vez que lo elevaba. Sin llegar a girarlo en la voltereta. El veterano torero gateó en el ruedo para escapar de los derrotes que buscaban de nuevo sus carnes partidas. Cuando se incorporó, la sangre caía como un reguero por la taleguilla. La palidez de Antonio Ferrera estremeció. El torniquete trataba de contener la hemorragia. Acabó como las fuerzas le dieron de sí con la vida del toro. Haciendo de tripas corazón. Los avisos apremiaban con la insensibilidad reglamentaria. Al partir camino de la enfermería por su propio pie, Albacete rindió honores al héroe.

Tan ácida como había estado cuando no banderilleó a su primero, de contado viaje. Y todavía se la guardaron cuando cogió los palos después.

La férrea disciplina de Miguel Ángel Perera se impuso al sobrero quinto. La arritmia de sus movimientos soltaba la cara. Perera redujo y reeducó al domecq hasta montarse. Por demás el prolongado deseo hasta pasarlo de faena. El aviso y las ganas de huir del toro antes de empuñar la espada así se lo indicaron. Rotundo el estoconazo.

Ginés Marín acompañó a Perera a hombros con su frescura y claridad de ideas. Faenas de diferentes registros; diferentes toros también. De mayor calado la última por su izquierda, la mano del feliz del pupilo de Santiago Domecq. La eficacia de la espada apuntaló la oreja en los dos.

SANTIAGO DOMECQ | Ferrera, Perera y Ginés Marín
Plaza de Albacete. Jueves, 14 de septiembre de 2017. Séptima de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Santiago Domecq, incluido el sobrero (5º), serios y muy armados en sus diferentes hechuras y remates; el bravo 2º bis premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; de contado viaje el 1º; reservón y mirón el 4º; deslucido y calamocheante el 5º; un 3º de más movilidad que clase; bueno por el izquierdo el 6º.
Antonio Ferrera, de sangre de toro y oro. Pinchazo, media estocada y descabello (silencio). En el cuarto, dos pinchazos, estocada que hace guardia, estocada contraria y tres descabellos. Dos avisos (gran ovación y saludos).
Miguel Ángel Perera, de sangre de toro y oro. Estocada rinconera. Aviso (dos orejas). En el quinto, estocada. Aviso (saludos).
Ginés Marín, de burdeos y oro. Estocada trasera y des. Aviso (oreja). En el sexto, estocada atravesada (oreja). Salió a hombros con Perera.

Ferrera, cornada de 10 cm con pronóstico menos grave
Antonio Ferrera fue operado en la enfermería de la plaza de una cornada en la cara posterior del muslo izquierdo con "una trayectoria ascendente de 10 centímetros que afecta a los músculos glúteo mayor, recto interno y semimembranoso". Fue trasladado a la clínica Santa Cristina con pronóstico menos grave, según informa el parte facultativo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario