jueves, 7 de septiembre de 2017

100 años de historia en la plaza de Albacete

La inauguró Joselito, que había asesorado al arquitecto

En este mes de septiembre la plaza de toros de Albacete se hará centenaria: fue inaugurada el 9 de septiembre de 1917, con Gaona, Joselito y Saleri II en el cartel, ante toros de Fernando Villalón. Levantada en un tiempo record, que se magnifica aun más si lo ponemos en relación con las posibilidades constructivas de la época, en su diseño los arquitectos contaron con el asesoramiento técnico de Joselito el Gallo y luego tuvo mucho que ver con la nueva plaza de Las Ventas: muchos de sus elementos sirvieron de ejemplo. Pero a lo largo de un siglo la plaza de Albacete ha destacado por estar muy en cabeza en cuanto a la categoría de sus abonos. También de sus exigencias de regeneración.

Servicio de Documentación            

“A plaza llena se ha celebrado la corrida de inauguración de la Plaza de Albacete, con reses de Villalón”, se puede leer en la prensa de la época en sus ediciones del 10 de septiembre de 1917. En las crónicas destaca el triunfo de Saleri II con el 3º de la tarde, que la prensa se narraba así: “Tercero. Negro. Para Saleri hay ovación por el trabajo de capa. En la faena de muleta, cada pase se corea con un ole por valentía y arte. Pone en fin a la estupenda faena con un gran volapié (Ovación y oreja)”. También en el 6º “torea bien de capa, se adorna en los galleos. Hace una faena de muleta valiente y mata bien”.

La terna la abría Rodolfo Gaona, que en su primero no había estado afortunado. le cortó una oreja que se lidió como 4º, “berrendo en negro. Gaona torea de capa bien en su estilo, luego coloca tres estupendos pares,  hace una labor de muleta magnífica y pone término a la cosa con un gran volapié. (Ovación y oreja)”.

Pero el plato fuerte del cartel lo ocupaba Joselito, que en su primero “es ovacionado capoteando. Hace una faena de muleta superior y remata con una estocada. (Ovación)”. En cambio con el 5º las cosas no rodaron tan bien; la reseña es muy escueta: “Joselito hace una faena breve y mata regularmente”. EL PAIS (Madrid), 10 de septiembre de 1917

Cuando se celebran los 100 años, Dámaso González no estará en su barrera de siempre en la plaza de Albacete, que parecía como si estuviera pensada para él desde que los arquitectos Julio Carrilero Prat y Manuel Sainz de Vicuña recibieron el encargo de elaborar el proyecto de la nueva plaza de toros, que venía a sustituir a la levantada en 1829. Pero Dámaso se nos fue muy en silencio, como siempre hizo todo. Y cuando ahora eche andar la feria de su tierra, faltará algo insustituible, un hueco que nada podrá llenar.

Cuenta la historia (1) que los arquitectos contaron con un asesor técnico del todo singular: Joselito el Gallo. Pero situándonos en septiembre de 1916 --cuando se realizó el encargo municipal--, con los medios técnicos entonces disponibles, lo que más asombra es que la nueva plaza, de estilo mudéjar, pudiera ser inaugurada el 9 de septiembre del año siguiente, en poco más de ocho meses. En todo se había invertido un total de 564.840,43 pesetas [en euros actuales: 3.394,68], incluida ahí la reforma de los tendidos y de la cubierta que se realizó unos meses después de inaugurada por la daños ocasionados en el inmueble durante el invierno.

Su redondel tenía 34 metros de diámetro. Estaba formada por dos pisos: el primero destinado a los tendidos y el segundo a graos y palcos. Los materiales con los que inicialmente fue construida fueron piedra, arena y ladrillo, que poco después se remplazaron en parte por piedra traída de Monóvar. Contaba con cuatro puertas para el acceso del público y diez escaleras a las diferentes localidades; interiormente disponía de tres cuadras de caballos, dos corrales, una enfermería con tres camas y tres habitaciones más destinadas a consejería, administración y capilla, los días de corrida.

Como bien se sabe, no era la primera plaza de toros con la que contaba Albacete: Antes hubo dos más; la primera, construida a finales del siglo XVIII en el paseo de la Feria; la segunda, inaugurada en 1829 y por ella pasaron las principales figuras de la época.

Tanto en el ayer de hace 100 años como el ahora de hoy --con todas las mejoras que se fueron haciendo--, la plaza albacetense sigue siendo, en opinión de los profesionales, una de las más adecuadas para desarrollar el festejo taurino.

El estilo de la moderna plaza tuvo muchos aciertos. De hecho, cuando llegó el momento muchos de sus elementos influyeron en la construcción, también dirigida por el arquitecto albacetense Julio Carrilero, de la actual plaza de Las Ventas.

Tanto en el ayer de hace 100 años como el ahora de hoy, la plaza albacetense sigue siendo, en opinión de los profesionales, una de las más adecuadas para desarrollar el festejo taurino.

Pero si relevante fue su construcción, taurinamente más llama la atención el gran nivel que siempre tuvo esta plaza. Sin duda como fruto de una tradición de tres siglos, la feria de Albacete siempre ha destacado entre todos los abonos que se celebran; siendo administrativamente una plaza de segunda --como casi todas la de capitales de provincia--, sus carteles han destacado a lo largo de un siglo de historia el toreo.

Sin ir más lejos, aquellos años que, en la década de los 70 y parte de los 80, tan duros como fueron para todos, Albacete se singularizó por ser un bastión de la vuelta a los orígenes de la fiesta, a la autenticidad del toro, a los criterios de exigencia en la lidia. Y en toda aquella tarea, sin duda jugó un papel a tener en cuenta Dámaso González, que actualizaba toda aquella revolución que montaron en años anteriores Pedrés y Montero.

Como toda institución con vida propia y con una actividad muy superior a otras incluso mejor considerada en las normas administrativa, la historia taurina albacetense está plaza de hechos singulares y de anécdotas mucho mas que curiosas.

Y así, todavía se recuerda la ocurrencia de Eduardo Lozano, entonces empresario de la plaza, una día de feria muy lluvioso en 1999, con el ruedo empantanado: para poder dar la corrida contrató los servicios de un helicóptero para que, sobrevolando el ruedo, secase gran parte del agua. Y en efecto, se celebró la corrida que en otro caso habría que haber suspendido.

Pero en la memoria de muchos aún está el toro “Gastasuelas”, con el hierro del Marqués de Domecq, que Antonio Ferrera indultó hace 11 temporadas,  en 2006, tras 49 años sin que un hecho así se hubiera producido en este coso. Resultaba tan insólito que el caso levantó su polémica. Pero la memoria de lo reciente queda también tardes como la de 1998, cuando Manuel Caballero, José Tomás y Eugenio de Mora se las vieren con seis de Alcurrucén: fue una tarde con verdadera épica y competencia en el ruedo. El anterior toro que habia recibido esta premio en Albacete fue uno del Conde de la Corte, que indultó "Miguelín" el 11 de septiembre de 1968, actuando con  Diego Puerta y Carnicerito de Úbeda, en una tarde triunfal: se cortaron 12 orejas y 5 rabos.

Pero si nos remontamos en los tiempos, cómo no recordar otra fecha: la del 12 de septiembre de 1945, cuando “Manolete” hizo su último paseíllo en esta “Chata”, para lidiar ocho toros de Contreras con Carlos Arruza, Morenito de Talavera y Luis Miguel Dominguín. En esta feria el “Monstruo” estuvo anunciado tres tarde consecutivas, en las que también estuvo fijo Arruza, y en el esportón se llevó seis orejas y dos rabos. Ya no podría volver: en la temporada de 1946 tan sólo actuó en la Beneficencia; en la de 1947, por medio se cruzó un mes antes la tarde de Linares.
  
(1) El estudio más completo en esta materia se localiza en el libro “Plaza de toros de Albacete. Desde 1917, camino de un siglo en la fiesta brava”, del que son autores José Sánchez Robles y Carlos Gutiérrez García, editado por Visión, con el patrocinio del Ayuntamiento y de la Diputación Provincial de Albacete. De los mismos autores puede consultarse “Albacete tierra de toros”, editado por la Diputación de Albacete en 2001. También puede consultarse “ALBACETE, TOROS. Entre la tradición y la historia. 1917-1997. 80 aniversario Plaza de Toros de Albacete”, de Lorenzo Moreno Nava, editado en 1997 por Graficas Ruiz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario