EL MUNDO
Valladolid
En la segunda de la feria de la Virgen de San
Lorenzo, que registró media entrada, se lidió una buena corrida de García
Jiménez. Los nobles toros de Matilla sirvieron el triunfo en bandeja de plata,
pero el mal uso de los aceros, dejó el marcador en un discreto resultado, según
informa Efe.
Fue Talavante quien, con el sexto, cambió el guión
de la tarde, hasta entonces monótona. El extremeño toreó con relajo y
personalidad al buen sexto. El delicado juego de muñecas caló hondo en el
tendido. Enterró el estoque y cortó las dos orejas. Por delante, AT sorteó un
toro feo de hechuras, flojo y carente de clase. Abrevió sin darse coba y se
atascó con los aceros (silencio).
El primero fue un alarde de nobleza, clase y
codicia en la muleta de Sebastián Castella -volteado feamente en un galleo por
chicuelinas-. El galo realizó en una baldosa una faena tan pulcra como fría.
Erró con la espada y saludó una ovación.
Ante el cuarto, manejable a pesar de sus
rebrincadas embestidas, Castella dejó pasajes estimables al natural, antes
atascarse con el acero (silencio).
El temple, la quietud y el largo trazo fueron las
claves de la faena de Perera ante el tercero, que derrochó codicia y humilló
haciendo surcos. El final en las cercanías calentó los tendidos. El sainete con
los aceros dejó todo en una ovación.
Ante el quinto, Perera tiró de firmeza hasta
cortar la oreja perdida en el capítulo anterior.
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