domingo, 24 de septiembre de 2017

FERIA DE SAN MIGUEL EN SEVILLA – PRIMERA CORRIDA: Esperanzadora alternativa de Aguado

El joven sevillano pierde el triunfo con la espada y Alejandro Talavante corta la única oreja con el mejor toro de la desigual corrida de Garcigrande; vuelta al ruedo para Enrique Ponce con el peor lote; emocionante adiós del picador Manolo Quinta. 

ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna

Tarde de otoño, calor de verano. El sol del membrillo. Ni una brizna de viento. Los papelillos calmos en el albero. Pablo Aguado, enfundado en un terno blanco y desmonterado, cruzó la plaza con la esperanza puesta en Recobero, el garcigrande de la alternativa por fin alcanzada.

Un toro bajo, negro, astracanado, acucharado, chato, papudo, un punto acochinado, se presentó en el ruedo vuelto de grupas, escarbador y perezoso. Como acalambrado de los cuartos traseros, que lastraron las verónicas del saludo. Aun desentumecido, le costaba tirar hacia delante. Sorprendió a Aguado cuando se dirigía a la presidencia. Ya con las bendiciones de Enrique Ponce. Las dobladas improvisadas con la muleta en la izquierda desprendieron sabor. Solicitado el permiso pertinente y brindada la faena a su padre, las series por la mano derecha dejaron constancia de la clase de torero de Pablo. Y de la buena condición del toro. Que quería más de lo que podía. Persistía de algún modo la problemática de la motricidad, a veces descoordinada. Los esbozos de los naturales enseñaron un viaje menor. Los pacientes pases de pecho vaciaron siempre con elegancia las tandas. Unos doblones como despedida de clásica escuela. Un raro pinchazo enfrió el ambiente y precedió a la estocada letal. La vela de la ilusión propulsó la vuelta al ruedo.

Pasó el turno de Ponce como un suspiro estéril. Un toro degolladito, lavado de expresión y acodado, convirtió la pretendida faena en tierra yerma con su manso desentendimiento y su celo vacío. Como ya había apuntado en el quite por gaoneras de Talavante. EP no tuvo otra opción que la brevedad. Unas verónicas de sutil vuelo como la media quedaron como ovaciones lejanas.

Alejandro Talavante sorteó uno de los dos cinqueños de la corrida. De amplia cara, líneas armónicas y notable y descolgada embestida desde el frondoso saludo con el capote. AT ligó una obra que nació genuflexa en su derecha. Y siguió por esa misma mano juncal y fácil. La repetición de la embestida la cosía en sus vuelos y la soltaba con largo acompañamiento. Un desarme al natural cortó la música y el ritmo, que de nuevo remontaron a izquierdas con la verticalidad asentada del torero. Gastado el fondo del garcigrande, que no su noble empleo, AT lo entendió enfrontilado y a pies juntos por uno y otro pitón. Media estocada trasera, tendida y atravesada fue suficiente para que la Maestranza premiara la entonada faena y aportara una oreja al enrachado mes talavantista.

Enrique Ponce volvió a ser la generosidad andante con su gente y obligó a destocarse y a bajarse del caballo a Manuel Quinta, que se despedía. Leal escudero y extraordinario picador de dinastía. Para Quinta fue también el brindis -el abrazo de toda una vida- del alto y grandón cuarto. Ponce desplegó su sabiduría con su escasa humillación en las salidas de los muletazos. Y lo tapó y le dio la continuidad de la que carecía su obediencia. La estética poncista se impuso en los naturales y en un cambio de mano sublime. Como apertura de otra serie zurda desembocó más allá de la línea de la lógica. Tan empapado el toro de muleta. El sabio de Chiva se agigantó en la coda en redondo, descarado y peleón. Ya corto el recorrido. La espada arrasó con la oreja presentida, pero no impidió que EP paseara el anillo con el impulso de un principiante. Manuel Quinta le acompañó en su emocionante adiós.

Talavante se justificó con un quinto cornalón de más movilidad que clase y, finalmente, empuje. La justificación de que este domingo sustituya en Sevilla a José María Manzanares -también apoderado por la casa Matilla- es lo que la afición no ha terminado de entender, anunciado el reemplazo antes de la tarde de ayer. No sería fácil la sustitución de la baja, encontrar un padrino para Rafa Serna y que a la vez arropase la categoría de Roca Rey, pero...

Cerró el desigualón sexteto de Garcigrande un útimo toro, más que con los cinco años cumplidos, ya en la frontera de los seis. Y, a la postre, puntuó al alza, aunque sin alcanzar la nota del anterior cinqueño. Pablo Aguado despertó en su correción y de mitad de faena en adelante se enfibró y exigió con su derecha de clásico porte. Por esa mano, el garcigrande se dio y respondió más y mejor. Más por la vibración que por la calidad. Aguado volvió a acariciar el trofeo que el acero borró. La esperanza de su alternativa supervivió. A falta de mucho carretón.

GARCIGRANDE | Enrique Ponce, Talavante y Pablo Aguado
Toros de Garcigrande, dos cinqueños (3º y 6º), de diferentes hechuras y seriedades; notable el 3º; no humilló el 4º; manso, distraído y sin celo el 2º; se movió sin clase el 5º; sin poder el 1º; el 6º se dio más y mejor por el derecho.
Enrique Ponce, de pizarra y oro. Media rinconera (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y media (vuelta al ruedo).
Alejandro Talavante, de verde hoja y oro. Media estocada trasera, tendida y atravesada (oreja). En el quinto, estocada desprendida (saludos).
Pablo Aguado, de blanco y oro. Pinchazo y estocada (vuelta al ruedo). En el sexto, pinhazo, pinchazo hondo tendido y estocada. Aviso (saludos).
Plaza de la Maestranza. Sábado, 23 de septiembre de 2017. Primera de feria. Tres cuartos de entrada.

PARTE FACULTATIVO DE ENRIQUE PONCE
A Enrique Ponce le apreciaron en la enfermería una contractura con posible desgarro en el abductor derecho.

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