Creado
por Pablo Celis en los años 30
El
espectáculo cómico taurino de "El Bombero Torero" e despide
definitivamente de los ruedos. En manos ya de la tercera generación de toreros
cómicos que iniciara Pablo Celis Cuevas en los años 30, el espectáculo siguió
fiel a la idea con la que se creó. Pero los gustos y usos sociales han ido cambiando
con el paso del tiempo y con ello las populares "charlotadas" ha ido
decayendo poco a poco. Sin embargo, el espectáculo que ofrecía Pablo Celis con
su vestimenta de bombero fue durante muchas temporadas un verdadero «apaga
fuegos» para las ferias taurinas de toda España y en distintos países de
América; prácticamente todas sus funciones, que solían pasar el centenar cada
temporada, se colgaba el cartel de «no hay billetes» en la taquilla.
Redacción www.taurologia.com
El emblemático espectáculo cómico taurino del El
Bombero Torero” se despedirá definitivamente de los ruedos el próximo 15 de
septiembre en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). Pone fin así a 91 años de
historia taurina, en la que alcanzó un lugar realmente importante, tanto cuando
estaba dirigido por Pablo Celis, como cuando le sucedieron sus hijos y sus
nietos.
El santanderino Pablo Celis Cuevas, en los
carteles “El Bombero Torero”, ha sido un verdadero personaje del mundo taurino,
lleno además de humanidad, de una importante relevancia en toda la primera
mitad del siglo pasado, como luego hicieron sus hijos y continuadores.
Con unos antecedentes de más de un siglo, el toreo
cómico se desarrolla durante todo el siglo XIX e incluso antes. En los inicios
del siglo XX comenzó poco a poco a ganarse el favor del público taurino.
Personajes como Tancredo López “Don Tancredo” o Rafael Dutrús “Llapisera”, o
formaciones como la Banda de El Empastre, marcan toda una época. En esta
tradición engarza la figura de “El Bombero Torero”. Que no fue una anécdota lo
demuestra la historia.
Un espectáculo que pasaba cada año de las 100
actuaciones, que en su haber tenía numerosísimos “no hay billetes”, que en
muchísimas ferias era el verdadero apagafuegos de los huecos que se habían
producido en la taquilla, que permitió la formación de numerosos toreros que
luego alcanzaron el entorchado de figura… Quien ha hecho todo eso,
necesariamente se gana el respeto del mundo taurino, que es lo que ocurrió con
Pablo Celis.
Fue a partir de 1953 cuando organizó su nuevo espectáculo de “El Bombero Torero” y
tras 43 temporadas en activo, Pablo Celis se retiró en 1961, pero el
espectáculo continuó en manos de sus hijos
y, en 2002, son sus nietos Rafael y Carlos.
Cuántos aficionados recuerdan aquella Banda de Música, dirigida por Pablo Celis,
tras la que iban Eugenio --también vestido de Bombero--, Manolín con la gran M
en su camiseta --los dos hijos de Pablo--, el célebre Arévalo con su disfraz de
Charlot –en otros momentos, de Cantiflas-- y por último la cuadrilla de
enanitos encabezada por Miguelín, que hacía las veces de matador.
Según ha contado uno de sus nietos que “mi abuelo era un gran aficionado que quería
ser torero, y estando en el teatro pensó en un personaje que pudiera gustar en
los espectáculos cómicos de la época. La idea se le ocurrió trabajando en el
teatro, en el que siempre había un bombero de guardia. Este hombre tenía un
gran bigote y era muy peculiar y simpático. Mi abuelo se fijó en él para crear
el espectáculo”.
La fórmula ideada por Pablo Celis fue un éxito
total, tanto que abrió lo que bien puede considerarse como la “edad de oro” del
toreo cómico. El Bombero estaba en todas las ferias, además bien colocado, y se
llenaban las plazas todos los días.
Los cambios en los gustos sociales, peros sobre
todo la aparición de otra serie de formulas parataurinas --desde los
recortadores a los espectáculos ecuestres--, junto a modificaciones normativas
que en nada beneficiaron al toreo cómico, hace que no ya no se viva esa época
de esplendor. Con todo, los sucesores de El Bombero Torero no contratan menos
de 50 actuaciones por año.
Pero, además, en su parte seria, vio nacer a
numerosos toreros, algunos de ellos importantes diestros como Antonio Chenel
«Antoñete», Paco Ojeda, José María Manzanares, Juan Antonio Ruiz «Espartaco»,
José Ortega Cano, Dámaso González y Emilio Muñoz, entre otros.
En su época, tuvo siempre una amplia competencia,
como correspondía a la popularidad de estos festejos cómicos. El Toronto, El
Gran Kiki, El Gran Tato, Don Canuto, El Chino torero… Pero entre todos, la figura paradigmática era
Pablo Celis.
Hoy en los registros profesionales aparecen un
total de 180 toreros cómicos. Pero en activo realmente son muchísimos menos:
las charlotadas sr han caído de muchísimas plazas donde hasta hace poco
eran de un fijo en los carteles. Bien
parece que su lugar lo han pasado a ocupar los espectáculos de recortadores y
las llamadas “clases prácticas”
Un personaje singular
Nacido en la localidad cántabra de El Teso el
1900, Pablo Celis Cuevas comenzó a trabajar con 13 años como tramoyista en los
teatros de Madrid, ciudad a la que emigró su padre con una recomendación del
marqués de Comillas, que le colocó como empleado de la Asociación de Ganaderos
del Reino. Fue al comienzo del siglo XX cuando se inició en el mundo de los
toros, participando en capeas y sueltas de vaquillas. Pronto comenzó a actuar
como torero cómico imitando a “Charlot”, de moda por entonces.
Pablo Celis conoció en el Teatro Novedades, uno de
sus lugares de trabajo, a un bombero de guardia, con quien trabó amistad y a
quien decidió imitar en los ruedos; de él copió su indumentaria y su largo y
lacio bigote. Con 18 años debutó en Madrid en un festival a beneficio de los
niños rusos refugiados en España por la Primera Guerra Mundial.
Inventor de numerosas suertes, entre ellas las de
banderillear sentado en el suelo o saltando por encima de la res, se presentó
en la Maestranza de Sevilla el 18 de julio de 1930, con un gran éxito,
repitiendo cinco días después con el cartel de «no hay billetes». Al año siguiente consiguió actuar en 118
ocasiones.
Durante la Guerra Civil toreó vestido de luces en
Francia, donde se anunció como Pablo Celis. En 1938 regresó a España, donde,
nuevamente, volvió al papel que le dio la fama. En 1952 formaron parte de su
espectáculo sus hijos Eugenio y Manolín, que, junto a su padre y el también
torero cómico, Laurelito, tuvieron que pasar por la enfermería de la Monumental
de México.
En 1953 surgió un nuevo espectáculo de ‘El Bombero
Torero’, que incorporó en su grupo a ocho enanos, que hasta entonces actuaban
en el Circo Price. Debutaron con poco éxito en Orán (Argelia). No obstante, el
espectáculo fue cogiendo auge, triunfando fuera de los circuitos taurinos
habituales, como China (en 15 ocasiones) o El Líbano.
Tras 43 temporadas en activo, Pablo Celis se
retiró en 1961 en Bogotá, abriendo después un supermercado en Valencia, su
habitual lugar de residencia. El espectáculo continuó en manos de sus hijos
Eugenio y Manuel y, a partir de 2002 fueron sus nietos Rafael y Carlos quienes
siguieron la tradición. Otros dos hijos de Pablo, Rafael y Pablo, se dedicaron
al toreo «serio»: el primero como picador y el segundo como banderillero.
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