El
torero extremeño corta la única oreja con el lote de menos nota de la muy noble
y buena corrida de Alcurrucén; Álvaro Lorenzo da una vuelta al ruedo y pierde
con los aceros un triunfo mayor; Juan del Álamo, feamente cogido.
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Albacete
La tarde nació con un sobresalto de órdago. Cuando
Juan del Álamo concluía la faena, se enredó en una serie por la derecha.
Agarrado al lomo del toro, en un circular sin solución de vaciado. Perdió pie y
en el suelo atacó el alcurrucén la presa con toda su brava condición. Los
pitones buscaron con saña por debajo de la chaquetilla de Del Álamo, que vuelto
de espaldas sentía las afiladas dagas como un frío estremecedor por los
riñones, la columna y las costillas. Por dentro de la chaquetilla el castigo.
El recuerdo de Iván Fandiño en la negra cita de Aire-sur-L'Adour sobrevoló la
plaza. Una paliza terrorífica. O algo más. Quedó inerte, desmadejado, grogui.
Las cuadrillas trataron de reanimarlo junto a las tablas. El agua bendita no
dio solución, y lo trasladaron presurosamente a la enfermería. Múltiples
contusiones -pendientes de estudio radiológico- y una brecha (suturada) en la
barbilla, le diagnosticó el equipo del doctor Masegosa.
La enfibrada y extensa obra había dejado
constancia de la encastada humillación y la franca repetición de Deseadito. Que desde su aparición
descolgó con categoría por el izquierdo. Nivel que alcanzaría después por el
derecho. Juan de Salamanca corrió una y otra mano con largura y en línea. Más
asentado que atemperado. La vida del gran toro acabó en la espada de Álvaro
Lorenzo.
El acero, precisamente, le falló al joven toledano
en la hora de asegurar el premio presentido de otro toro colorado, entipado,
fino y muy armado. La faena fue donde el alcurrucén quiso. En las cercanías de
los terrenos de toriles, sacó fiel y notable estilo en los vuelos. Lorenzo
engrasó temple, muñecas y ligazón. Un espadazo en el número afeó todo.
La inteligencia y la torería funcionaron una vez
más en Ginés Marín. El negro tercero no se dio igual, aun en su nobleza, que
sus hermanos. El prólogo rodilla en tierra, la derecha acinturada y un cambio
de mano superior cimentaron la obra. El menor recorrido zurdo lo interpretó
Ginés con pulso y colocación: a pies juntos dibujó un hermoso pasaje. El broche
hacia tablas, andándole al toro, esparció un reguero de perlas. Y ejecutó un
volapié soberbio. La oreja cayó con el peso de la justicia.
Regresó de la camilla Juan del Álamo para dar
cuenta del serio cuarto, que obedeció a todos los toques, cites y llamadas. A
falta de ritmo y profundidad, la bondad fue su mayor virtud. Las carencias en
la colocación de Del Álamo -siempre muy abierto- evidenciaron más las del toro.
El quebranto del cuerpo del torero contó. A lo peor tanto como la racanería de la
banda de música para arropar con su aliento el esfuerzo. La merma física pasó
su factura con la espada, que terminó por hundirse en los sótanos. Una ovación
de ánimo.
Las frías salidas habituales de los núñez de
Alcurrucén y sus huidas de los tercios previos las recuperó el quinto con
exageración. Cuando Álvaro Lorenzo lo fijó en la muleta, de los medios hacia la
puerta de chiqueros, se encontró con un toro fácil que no apretó nunca. Lorenzo
toreó con las mismas características. Fácil y sin apretar, o sea. Cierta
calidad, por momentos, en uno y otro contendiente. A la estocada caída le
siguió una petición que el palco no estimó. Así que el torero emprendió el
camino de la vuelta al ruedo como premio de consolación.
A la muy noble y buena corrida de Alcurrucén se le
estropeó el sexto en la manga hacia el ruedo. Anunciaron el suceso por
megafonía tras un trasiego de portazos. El sobrero vino a poner la nota pobre.
Parado, sin celo y distraído. Ginés lo pasaportó con dignidad. Mereció otra
suerte. Como los mejores alcurrucenes.
ALCURRUCÉN | Juan del Álamo, Álvaro
Lorenzo y Ginés Marín
Plaza de Albacete. Sábado, 16 de septiembre
de 2017. Novena de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Alcurrucén, incluido el sobrero (6º), serios y entipados; bravo el
gran 1º; bueno el 2º; noble sin finales el 3º; bondadoso el 4º; fácil el 5º;
parado el 6º.
Juan
del Álamo, de azul marino y oro.
Cogido. Mató Lorenzo de media pasada y caída (ovación que recoge la cuadrilla).
En el cuarto, dos pinchazos, horrible bajonazo y cuatro descabellos. Aviso
(saludos).
Álvaro
Lorenzo, de purísima y oro.
Pinchazo, estocada casi entera, muy trasera y caída y descabello (saludos). En
el quinto, estocada caída. Aviso (petición y vuelta).
Ginés
Marín, de turquesa y azabache.
Estocada (oreja). En el sexto, pinchazo, pinchazo hondo y descabello
(silencio).
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