En las bodas de oro del debut de
su padre, Cayetano hace el paseíllo por primera vez en Pamplona, rodeado de la
expectación que despiertan sus raíces ordoñistas. *** Román, Gonzalo Caballero,
José Garrido y Ginés Marín debutan en San Fermín, como resultado de la apuesta
de la empresa por los jóvenes.
MARÍA VALLEJO
Diario EL MUNDO de Madrid
La Casa de Misericordia de Pamplona envidó por la sabia
nueva del toreo a la hora de confeccionar los carteles que hoy adornan la
Monumental pamplonica. El resultado de la puja son los cinco matadores de que
hacen el paseíllo en la tierra de San Fermín montera en mano.
Cuatro jóvenes promesas y un diestro que tiene por apellido
parte inexorable de la historia de los sanfermines entregan su carta de
presentación a la plaza más internacionalizada de la orbe taurina. En medio del
bullicio inherente a sus tendidos. Y con el deseo de que un toro y 15 o 20
muletazos los coloquen en el disputado centro de atención de las peñas.
El más veterano de ellos, Cayetano, hace su debut total en
Pamplona -tampoco de novillero ha toreado en ella, aunque, siguiendo la
tradición de su abuelo, sí ha corrido los encierros- por las bodas de oro del
de su padre. Medio siglo después de que el añorado Paquirri se presentara como
matador de toros, el hijo se estrena rodeado del halo de expectación propio de
sus apellidos. Rivera y Ordóñez. El segundo tan cosido a la historia de los
sanfermines que, sin él, seguramente no reverberarían hoy día a lo largo y
ancho del globo terráqueo. Pues fue Ernest Hemingway quien se encargó de
convertir su pasión por San Fermín en una cita de calado mundial. Y fueron los
avíos del Niño de la Palma, primer Ordóñez en pasar a los anales del toreo, los
que inspiraron sus historias, tras conocerse en las fiestas de San Fermín.
El Novel comenzó a seguirlo, libreta en mano, de plaza en
plaza. Y entabló amistad con el segundo de la saga. Antonio Ordóñez, abuelo del
ahora debutante, y torero indisociable de los años dorados de la Feria del
Toro.
Con estas mimbres, Cayetano ha logrado ya despertar el run
run nostálgico de una Pamplona que sigue siendo ordoñista. Cosa de toro y
torero será que el próximo día 11 -anunciado con los toros de Jandilla, junto a
Perera y Roca Rey- consiga meterla en el ya familiar cesto.
Los debuts restantes corren a cuenta de la hornada
cuadripartita que, con circunstancias, atributos y partidarios heterogéneos,
amenaza con refrescar el escalafón. Román, Gonzalo Caballero, José Garrido y
Ginés Marín son los cuatro jóvenes que, por derecho propio, hacen su
presentación en la Feria del Toro.
El primero en hacerlo es, con nueves festejos toreados en lo
que va de temporada y dos valerosas actuaciones en San Isidro, el torero de la
tierra de las naranjas. El 7 de julio, día de San Fermín, Román, que de
novillero ya pisó la arena sanferminera, debuta frente a los toros de Cebada
Gago. En la que además supone la primera cita del matador valenciano con la
mítica divisa.
El segundo de ellos ya sabe lo que es saborear las dos caras
del toreo en el coso pamplonica. Lo aprendió en 2012, cuando -todavía como
novillero- la afición de Pamplona lo sacó por la puerta grande, antes de pasar
por la enfermería y ser operado de una cornada de pronóstico leve recibida al
tirarse a matar al sexto. Gonzalo Caballero, con dos corridas como bagaje de
temporada y sendos brindis al cielo como mazazo en las entretelas -por el padre
fallecido y el compañero, Iván Fandiño, caído en la arena, con quien alternó en
su última tarde venteña-, se presenta como matador de toros en Pamplona el 8 de
julio, ante el encierro de José Escolar.
Un día después, el 9 de julio, la ganadería de El Puerto de
San Lorenzo y el matador José Garrido acuden a la que para ambos supone una
primera cita con el coso de San Fermín. El extremeño viene de cortar una oreja
en la Feria de abril e indultar un astado de Vegahermosa en el Coliseo de
Nimes.
El último debutante de la Feria del Toro, Ginés Marín, se
estrena en uno de los carteles del ciclo considerados de clavel. Anunciado
junto a Sebastián Castella y López Simón para matar la corrida de Victoriano
del Río. El joven extremeño se granjeó el fast pass sanferminero a aldabonazo
limpio, tras erigirse triunfador de la Feria de San Isidro, con las dos orejas
de un buen toro de Alcurrucén, y meter la cabeza en la Corrida de la Cultura
-donde una toledana de cartón le privó de reeditar la puerta grande-.
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