miércoles, 26 de julio de 2017

DESDE EL BARRIO: Sin puente hasta Mallorca

PACO AGUADO

Seamos sinceros con nosotros mismos: la decadencia taurina de Mallorca ha corrido imparable y casi paralela a la de Cataluña, sin que nadie diera el paso adelante para frenarla. Y es así como, en un más de lo mismo, hemos pasado en apenas seis años de la prohibición del Parlament a la más o menos encubierta dictada ayer por los políticos insulares, que es ya la segunda que se produce en territorio español.

Parece que, taurinamente hablando, nunca se volverá a abrir ese “Puente a Mallorca” que cantaban Los Mismos en los años sesenta, la década en la que, durante la primavera y los meses de verano, el bello Coliseo Balear era una de las plazas de más actividad de toda España, con la celebración de una treintena larga de espectáculos de todo tipo.

Para los desmemoriados o para quienes lo desconocen, basta con recordar que la afición de Palma era tanta que, desde primeros de los sesenta, se editaba allí mismo cada semana una casi naif revista especializada, El Mundo de los Toros, que fue dirigida y financiada por el entusiasta Juan Bosch Iglesias, y posteriormente por su viuda, hasta primeros de los noventa.

Tal fecha de cierre de la publicación mallorquina sirve también para datar, más o menos, el nunca evitado inicio de la dilatada decadencia de tan activo centro taurino, que siempre fue a la zaga de la Barcelona de las largas temporadas.

No en vano, el añorado don Pedro Balañá, que era propietario y empresa de ambas, ofrecía a los toreros un paquete de contratación tanto para la Monumental como para el Coliseo.

También para entonces, como dato significativo, Teodoro Matilla era ya el "asesor" de la familia de grandes empresarios barceloneses, llegando incluso a asumir funciones y decisiones determinantes durante el desdén organizativo ocasionado por el relevo generacional al frente del emporio. Y, entre ellas, una pragmática e impía reducción de festejos en Barcelona y Palma que venía inducida, aunque no solo, por los condicionantes de la política nacionalista catalana.

Es necesario recordar estos esclarecedores antecedentes antes de analizar lo sucedido últimamente en las Islas Baleares, en tanto que la absurda regulación de la tauromaquia que quieren imponer los partidos locales de la izquierda sectaria junto al pazguato socialismo del archipiélago no es sino la consecuencia del largo abandono en el que la empresa dejó una plaza emblemática que ha ido desangrándose de aficionados.

De tal manera que, por  mucho que ahora se denuncie ante los tribunales la clara prevaricación en que, con estúpidas argucias legales, han incurrido los podemitas mallorquines compinchados con los que se dicen "nacionalistas de izquierdas" –todo un oxímoron de la política y de la ética–, será difícil que el toreo vuelva a resurgir en una tierra tan quemada para ello como la de las Baleares.

Aun así, ahora toca derribar, con urgencia y contundencia, esa absurda ley contra la tauromaquia promulgada por estos dictadorzuelos de camiseta serigrafiada y coleta sucia y que, en una prohibición velada, solo permite los festejos sin sangre en una lidia de tres toros y limitada a diez minutos, con controles antidoping de hombres y animales incluidos. Pero lo que nos quedaremos sin saber es qué se fumarán algunos de ellos antes de sentarse en su escaño…

De nuevo le toca al toreo moverse de una vez por todas para pararles los pies, para impedir la aplicación de esta envenenada ley que no prohíbe pero sí cercena derechos y que no debe convertirse en precedente y ejemplo a seguir en otras comunidades donde estos fascistas del buenismo y la sensiblería también se sienten tentados a acabar con nuestro patrimonio milenario y nuestra forma de entender la vida.

El enemigo ha descubierto ya que, en vez de prohibiciones anticonstitucionales, estos vericuetos legales, o como el de la falta de adecuación de las plazas de toros a las normativas de seguridad en espectáculos, son la más directa y efectiva vía de agua que puede hacer que más pronto que tarde se hunda el barco del toreo.

Y, mientras tanto, los grandes empresarios, las mentes preclaras del negocio taurino, miran para otro lado preocupados únicamente en encontrar la manera de quedarse con el diez por ciento de la rebaja del IVA...

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