El torero de Murcia sale a
hombros sobreponiéndose al terrorífico cuarto; Javier Castaño y Rubén Pinar
también cortan una oreja a la miurada creciente.
Rafaelillo |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Miura cerraba la más importante Feria de San Fermín de los
últimos años. La llamada Feria del Toro ha respondido a su nombre con un gran
número de toros de nota y triunfo. El hierro Zahariche, que tan mal sabor de
boca dejó en Madrid, de entrada traía a Pamplona una presentación impecable. La
seriedad tremebunda, el respeto de su estirpe. Otra cosa era la fuerza.
A Rafaelillo le llegaba el miura por el nudo del corbatín.
Su descaro alcanzaba la longitud de un metro. O casi. Ante su escaso poder el
torero de Murcia le aplicó la medicina adecuada: sitio y espacio. De uno en uno
y a su altura por el izquierdo, la mano más amable en su nula humillación.
Cabeza y oficio. Una tarde más la espada fue determinante. La muerte pronta se
ha convertido en los Sanfermines de 2017 en sinónimo de oreja. No por habitual
deja de sorprender el suceso.
Exactamente igual ocurrió con Javier Castaño. Sólo que el
volapié del salmantino lo firmarían los más puros ejecutadores de la suerte. Al
cárdeno miureño de bellísimas líneas en su inmenso porte tampoco le sobraba la
potencia. Pero sí le acompañaban el galope y la intención cuando Castaño le
concedió distancia. A la hora de repetir la embestida en la ligazón se le hacía
más trabajoso el viaje. Aunque siempre quiso más y mejor por el derecho, su
contada fortaleza no ayudaba a fijar la cara abajo. JC estuvo en el continuo
querer.
Ese fondo manejable, aun con todos sus matices, se quedó
atrás con el feo estilo del acapachado tercero. Los testarazos desabridos y
dirigidos exigieron al corazón de Rubén Pinar bombear sin descanso. Al toma y
daca se sumaba la trémula tracción del miureño que concentraba todo su poder en
el cuello. Los pitones viajaron a la yugular del albaceteño cuando atacó con la
espada. Nada fácil fue meter el puño.
Creció la miurada en poderío. El agrio fondo del gigantesco
cuarto, el torazo de mayor romana de los Sanfermines con sus 680 kilos, se
convirtió en un desfiladero vertiginoso para Rafaelillo. Desde que se postró de
rodillas en el saludo al comienzo también penitente de la faena. En la gresca
tabernaria que provocó el miura jurásico se fajó el torero. Cuando sólo las
miradas que radiografiaban su cuerpo sembraban el terror. Los violentos
gaitazos daban credibilidad a la vieja leyenda de que los miuras tienen una
vértebra más. Un volteretón duro como una caída desde un séptimo piso sacó todo
el oxígeno a Rafael. Sin casaquilla, sin chaleco, sin un tirante, sin aire pero
con los redaños de piedra, regresó como San Jorge a matar al dragón. Y, aunque
consiguió la estocada en el segundo envite, Pamplona le nombró caballero con la
llave de la puerta grande. Rafaelillo lloró como un niño con toda su hombría a
cuestas.
Sentado en una silla de enea esperó Javier Castaño a un
quinto con cabeza de uro. De toro cretense. Ese inicio de faena constituyó el
momento más brillante. Correoso el miura y meritorio el salmantino de alma de
acero. De nuevo la rectitud selló su volapié. Tanto que la colocación algo
contraria de la espada acarreó el uso del descabello.
Rubén Pinar entendió perfectamente las alturas y la
velocidad de un sexto que se prestó con recorrido. Pero sin terminar de
humillar nunca. Por uno y otro lado, Pinar corrió la mano a aquel Limonero
cargado con 635 kilos. Hasta hacerse definitivamente el amo en los circulares
invertidos de despedida. La determinación y la firmeza armaron también de
coraje la estocada. Y cayó la oreja vital que firmaba su vuelta a San Fermín.
Ahora y en el porvenir.
MIURA | Rafaelillo, Javier Castaño y Rubén Pinar
Toros de Miura, de
tremebunda seriedad; complicados 3º y 4º; sin poder y sin maldad 1º y 2º; sin
terminar de humillar y noble el 6º; exigente y correoso el 5º.
Rafaelillo, de fucsia y oro. Estocada (oreja). En el
cuarto, pinchazo y estocada (oreja). Salió a hombros.
Javier Castaño, de tabaco y oro. Gran estocada (oreja). En
el quinto, estocada un punto contraria y cinco descabellos (saludos).
Rubén Pinar, de carmesí y oro. Dos pinchazos y estocada
(silencio). En el sexto, estocada rinconera (oreja).
Monumental de Pamplona. Viernes, 14 de julio de 2017. Última de feria.
Lleno.
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