Multionacionales que invierten
más en bienestar animal que en el humano. Este es el presente de un futuro en
donde todos los humanos deberemos pelear por comida y recursos con las
mascotas. Ya sé, lector, que tienes una casa. Pero con ella enfrente, tú decides.
CARLOS RUIZ VILLASUSO
Yo me río. Llorando, pero me río. Hace años este loco de
atar comenzó una cruzada individual contra el final del humanismo y la vigencia
de otra corriente cultural y social. Entonces cometí el error de denominar a
esa corriente como “animalismo”. Grave error, pues el animalismo no existe más
que en la propaganda del negocio mundial más poderoso y creciente del mundo: el
de las mascotas. Existe el mascotismo. Escribo estas líneas mientras veo en los
telediarios una gran cobertura de la Feria Internacional de la Mascota en
Madrid.
Una cobertura superior a la que tiene este recinto cuando se
trata de otro tipo de feria internacional. Un paseo por ella te hace
contemplar, no la locura de un servidor, sino la locura de una sociedad
mutante: la que trata de hacer de la mascota un ser humano para que sirva al
consumo como si fuera un ser humano. Hay de todo. Zapatillas, moda, joyas,
juegos, chuches, anticonceptivos , perfumes, alta gastronomía… en una ciudad
con 800.000 pobres, datos de la Cruz Roja. Yo no estaba loco cuando dije que
nos llegaba un cambio cultural que pone fin al humanismo.
Poner fin al humanismo es el fin de la ley y del derecho tal
y como lo contemplamos desde los inicios del derecho romano (habrá un estado de
derecho para seres vivos sin obligaciones). Nuevas enfermedades nacerán de
estas nuevas relaciones, cambiando radicalmente el concepto de sanidad, y de
educación, y de servicios sociales. No se podrán escribir textos con animales
puestos en situación no mascotista y hasta habrá que reescribir las religiones,
pues Dios sólo salvó en el Diluvio a una pareja de cada especie animal. Dios
será, pronto, un asesino.
El lema de esta feria de IFEMA en Madrid es “hacerlos más
humanos”, es decir, vamos a crear un ser vivo que sustituya al molesto ser
humano, el que exige educación, seguridad social, universidades, que exige
compañía, que tiene ancianos, que tiene ideologías, sentimientos, que desea
leer, aprender, preguntarse, que incomoda, que se rebela, que se casa, que se
separa… No estoy loco. Esto ya ha sucedido. El Corte Inglés abrirá en Madrid
una superficie sólo para las mascotas. Las grandes superficies tienen ya
espacios impensables para este mercado.
Por IFEMA están pasando, como invitados de lujo de las
grandes multinacionales del sector, políticos que dicen ser animalistas,
saltadores de plazas de toros, estos nuevos rojos de la mascota, medradores,
mercenarios y mamapollas del sector multinacional de esas empresas que
invierten más en bienestar animal que en el humano. Esta es la realidad, el
complot, este es el presente de un futuro en donde todos los humanos deberemos
pelear por comida y recursos con las mascotas. Ya sé, lector, que tienes una
casa. Pero con ella enfrente, tú decides.
No estoy loco afirmando esto. Nos llega el mascotismo como
camino de la evolución de los seres humanos y su final. Los seres humanos ya no
son fiables para los mercados. Somos inestables. Vivimos demasiados años, somos
improductivos de niños y el jubilado tarda en morirse. Y consume medicinas y
servicios. Mejor una mascota para ser humanizada, con un ciclo de vida menor,
con más consumo y menos reivindicaciones, estable y sin religión ni ideología
ni preguntas ni demandas. Eso será el mundo que viene. Un mundo urbanita, con
una cultura nueva, con lo rural proscrito y con un pobre como un ser menor
frente a una mascota rica. No estoy loco. Dios será recordado como un asesino. /
Redacción APLAUSOS
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