PACO AGUADO
Foto: EFE
Varios de los miembros de la nueva generación de matadores
de toros salvaron los muebles de la Feria de Fallas en Valencia, en un ciclo de
escaso brillo, que acabó ayer con una "fartá" (corrida de ocho toros)
triunfalista, que no logra disimular sus discretos resultados artísticos.
Las dos salidas a hombros, protagonizadas por El Juli y
López Simón, así como el indulto del toro Pasmoso, de Domingo Hernández, fueron
solicitados y concedidos ayer con amplia benevolencia por público y
presidencia, en el que fue el broche final de oropel de una feria sin grandes
sobresaltos.
El bajo porcentaje de toros, casi todos muy desigualmente
presentados, que ofrecieron un juego notable, de los que tres se enlotaron en
la brava corrida de Jandilla, pocas veces tuvo respuesta por parte de una lista
de matadores que lució a bajo nivel a estas alturas de la temporada.
Sólo los más jóvenes, en el que es ya el patente y necesario
relevo de un escalafón demasiado gastado, pusieron de su parte para que, aun
sin triunfos rotundos y no siempre con los toros destacados, el abono fallero
pueda arrojar finalmente un balance mínimamente aceptable.
Entre ese grupo, el peruano Roca Rey, apoyado en un público
entregado de antemano, y el español Ginés Marín abrieron la puerta grande en
las dos únicas tardes de lleno total en los tendidos, mientras que Álvaro
Lorenzo y Román pasearon un apéndice de los pocos toros potables de Alcurrucén
y Victoriano del Río.
Y, como ellos aunque sin trofeos, Fortes y Javier Jiménez
estuvieron por encima de las condiciones de sus malos lotes.
Por el contrario, entre los veteranos, El Juli fue quien
mejor defendió su posición, con esas tres orejas un tanto excesivas que paseó
el domingo, aunque no tanto como el injustificado segundo trofeo concedido a
Miguel Ángel Perera el día 16 y que le facilitó una protestada salida a
hombros.
De poco peso específico fueron también los triunfos de Juan
José Padilla -el de este a cambio de sendas cornadas-, Curro Díaz, Paco Ureña y
El Fandi, diestros ya cuajados pero que se mostraron a un nivel inferior al de
los jóvenes, mientras que la oreja que paseó Cayetano de un toro de Juan Pedro
Domecq vino a premiar los naturales más puros y templados de todo el abono.
Sin trofeos se fueron de Valencia figuras como Alejandro
Talavante, por fallar con la espada después de la faena de mayor mérito y
verdad del triunfalista cierre del abono, así como Sebastián Castella, José
María Manzanares y Enrique Ponce, que pasaron sin brillo, o sin ideas, por la
feria, al igual que Manuel Escribano, que reaparecía recuperarse de un grave
percance.
Tampoco hubo grandes noticias en las novilladas y en la
corrida de rejones, en las que solo se registró una "amable" salida a
hombros del novel francés Andy Younes, que fue el único que aprovechó
medianamente el soberbio juego de los utreros de José Vázquez, así como hubo
una oreja al mérito de Diego Carretero en el desapacible ambiente, y casi a
plaza vacía, del festejo del lunes.
En realidad, hubo escaso público en los tendidos valencianos
durante la primera parte del abono, sobre todo en los festejos que coincidieron
con días laborables en la ciudad, pero los cinco celebrados a partir del jueves
16 registraron una ocupación estimada en más del ochenta por ciento.
Es evidente que las corridas de toros siguen teniendo
demanda cuando se adaptan al ritmo de ocio de ciudadanos y visitantes y no a
las costumbres de otras épocas muy diferentes socialmente hablando. / EFE
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