Una temporada taurina de signo
optimista. La renovación y el refresco de carteles en Fallas, síntomas de un
curso taurino marcado por el signo del toro Domecq y el protagonismo creciente
de Alejandro Talavante.
BARQUERITO
Ocho de las diez ganaderías anunciadas en el abono de Fallas
–siete corridas de toros, dos novilladas y una de rejones- son hijas legítimas
del tronco o encaste Domecq: Juan Pedro, Victoriano del Río, Garcigrande,
Jandilla, Fuente Ymbro, Núñez del Cuvillo, El Parralejo y José Vázquez.
Las derivas, variantes, particiones y multiplicaciones de
las raíces y el tronco comunes han sido tales en los últimos treinta años –lo
equivalente a cinco generaciones de cría- que la marca Domecq ha perdido su
primitivo sentido unívoco. Salvo en un punto común a todos los grandes nombres
de sangres Domecq: la idea de criar un toro destinado a durar y resistir en la
muleta, un carácter que ha llegado a fijarse genéticamente.
La corrida de Fallas que abre esta tarde abono en Valencia,
la primera del año en plaza y feria de primera, va a ser del hierro de
Alcurrucén, encaste Núñez-Rincón, excepción a la regla Domecq por dos razones
mayores: un toro que da en promedio mayor carga temperamental y, además, un
tipo –cuerna afilada, talla, cabos finos- distinto. El cartel de apertura es
original. Ninguno de los tres espadas, de tres generaciones distintas, el
arlesiano Juan Bautista, el malagueño Saúl Fortes y el toledano Álvaro Lorenzo,
han llegado nunca a coincidir o alternar.
Las veintiuna plazas de Fallas para matador de toros están
repartidas entre veintiún espadas. No repite nadie. Se ha dado entrada en
distintas ternas a toreros de los llamados emergentes: Álvaro Lorenzo, Javier
Jiménez, Román, Roca Rey, Ginés Marín y López Simón, ninguno de los cuales ha
cumplido todavía los cinco años de alternativa. Tres de ellos se estrenan en
Fallas. Los nombres de refresco son un aliciente.
En la presentación de los carteles de San Isidro en Madrid,
el pasado día 8, El Juli, embarcado ya en su decimonovena temporada como
matador de toros, reconoció públicamente en una breve alocución que era
imprescindible abrir paso en las ferias a toreros de relevo, nuevos y frescos.
Ni Morante de la Puebla ni José Tomás se plantearon torear en Valencia este
año. La reaparición el domingo del sevillano Manuel Escribano, tan gravemente
herido en Alicante en junio de 2016, es relevante noticia.
Lo que ha calentado la temporada antes incluso de echar a
rodar ha sido el anuncio de la programación completa de primavera en las
Ventas, con el estreno en Madrid de Simón Casas como productor, un término que
él mismo lleva años intencionadamente colocando por encima del de empresario.
La presencia de Casas en la vida taurina de Madrid está siendo un revulsivo no
solo por sus maneras y lenguaje renovadores sino por su defensa activa en el
foro que sea del valor de los espectáculos taurinos como elemento irrenunciable
de la cultura popular.
El recinto de las Ventas va a albergar este año un total de
ciento cuarenta espectáculos, pues la reapertura como escenario y macro sala de
conciertos –la plaza es la predilecta de intérpretes y públicos- supondrá
rescatar un valor añadido del recinto que había entrado en la marginación o la
decadencia. Entre el 26 de marzo y el 25 de junio hay programados en las Ventas
cuarenta y cinco festejos taurinos: ocho novilladas, cuatro festejos de rejones
y treinta y tres corridas de toros. Una
cantidad que sumada al más de medio millar de los recién celebrados en Olivenza
–primera feria mayor del curso- y los anunciados en los abonos de Valencia,
Castellón, Arles y Sevilla completan una primavera taurina más atractiva de lo
habitual.
Corridas sueltas de signo y gancho diversos como las de
Illescas, donde hoy vuelve a vestirse de luces Pepe Luis Vázquez, Andújar,
Fitero, Ontur, Arnedo, Toledo, Cieza, Guadalajara o Brihuega propician la
sensación primaveral de una salida del toreo del túnel. La generosa
contribución del Canal Toros –retransmisiones íntegras de los abonos de
Valencia, Sevilla y Madrid- no es ajena a esa sensación.
Si se toman los índices del abono de Sevilla y del programa
de primavera de las Ventas, y se hace una relación de toreros por el número de
toros que van a torear, el inventario
arroja datos de interés. Alejandro Talavante, que arrostra en Madrid el
compromiso mayor de cuatro tardes, va a matar doce toros. Más que nadie. Hay
tres toreros de diez toros: Morante, Manzanares y López Simón. Tres de nueve:
Diego Urdiales, Paco Ureña y José Garrido. Cuatro de ocho: Antonio Ferrera, que
ha reaparecido tras dos años de convalecencia de una lesión, El Juli, Manuel
Escribano y Roca Rey.
Uno de siete: Curro Díaz. Diez de seis: Padilla, Sebastián
Castella, Perera, Joselito Adame, Iván Fandiño, David Mora, Cayetano, Alberto
Aguilar, Javier Jiménez y Ginés Marín. La relación de los que no llegan a cinco
la encabeza Enrique Ponce, que ha declinado la invitación para torear más de
una tarde en la Feria de Abril y en San Isidro.
Tres de las doce ganaderías anunciadas en Sevilla, donde
hará doblete Núñez del Cuvillo, no estarán presentes en Madrid: ni
Torrestrella, ni Daniel Ruiz ni García Jiménez. Las ocho restantes –Miura,
Victorino Martín, Jandilla, Victoriano del Río, Garcigrande, Juan Pedro Domecq,
Fuente Ymbro y El Pilar- sí cumplen con el doble compromiso de Abril y San
Isidro. Victorino, Alcurrucén, Juan Pedro Domecq –con sus dos hierros, el de
Veragua y el de Parladé- y el propio Núñez del Cuvillo asumen la prueba de
lidiar dos corridas en la primavera de Madrid.
En San Isidro, mayoría absoluta de ganaderías del tronco
Domecq, se va a mantener la marca clásica del torismo tradicional, con dos
novedades esta vez: la repesca del hierro de Dolores Aguirre y el estreno de
los buendías-santacoloma de Rehuelga.
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