Con dos utreros, cuarto y quinto,
de excelente nota. Dieron juego los seis. A hombros el arlesiano Younes,
descarado, firme y ambicioso. Detalles de calidad del reaparecido Marcos.
BARQUERITO
UNA SOBRESALIENTE novillada de jandillas de José Vázquez, el
ganadero gallego afincado en Colmenar Viejo que hace treinta años compró el
hierro histórico de Aleas, se pasó a la cría de bravo y no solo la de manso de
carne, y, constante y bien aconsejado, supo en su momento abrir lo bravo en dos
líneas: una primera temperamental de Santa Coloma, que tuvo en la mano tres
lustros y luego abandonó, y otra de Zalduendo, que lleva cuidando casi un
cuarto de siglo.
Jandillas de pata negra. Compra de primera mano, previa a
particiones, multiplicaciones y mestizajes. Sangre bien decantada, pureza de
origen. Visibles y sensibles una y otra en las hechuras. Remate armónico,
seriedad. Una novillada de Madrid. Gacho y brochito el segundo de los seis,
pero muy astifino. Cornicorto pero igual de astifino el tercero. Impecables los
otros cuatro. Y, en fin, la calidad.
La bravura de sello Domecq original que se dejó sentir desde
la misma salida. Galoparon los seis novillos. Los seis se estiraron en cuanto
tomaron engaño. Matices distintos, los propios de una selección rigurosa
abierta de líneas dentro de una común estirpe. No todos los novillos se
emplearon de la misma manera en el caballo, pero se emplearon los seis. Tampoco
la manera de atacar, pelear, moverse, embestir y darse en banderillas y muleta
fue la misma. Los hubo de son brillante, como tercero, cuarto y quinto; de
nobleza radiante pero no sumisa, como segundo y sexto; y un primero de mucha
correa, de apretar y distraerse, pero de
irse en viajes largos por una y otra mano. El quinto, el más completo, Honroso,
número 17, fue muy ovacionado en el
arrastre. Con toda justicia. El cuarto, extraordinario, no le fue a la zaga.
Éxito redondo del ganadero. De José Vázquez fue la ya
célebre corrida del pasado sábado en Illescas, la del regreso por un día de
Pepe Luis hijo, la de la apoteosis de Morante, la del indulto de Manzanares, la
del No hay billetes y sí pasiones cordiales desatadas. Y ahora toca hacer
recuento de algunos toros más, sobreros o sueltos, de esos aleas de nuevo cuño
que se han venido viendo en plazas diversas –Madrid, entre ellas- y empezaban a
ser secreto a voces. No tan secreto ya.
Le vino grande la novillada al torero del país, Cristian
Climent, de la villa real y monástica de El Puig. Un puro afán. Pies ligeros en
el toreo de capa, pero una honrosa réplica por tafalleras en el cuarto a un
quite de Andy Younes a verónicas vueltas con bella larga de remate. Más
facultades que acierto en banderillas. Un brindis sentimental a Vicente Ruiz El
Soro, que lo apodera y anima, y a quien trata de emular: larga cambiada de
rodillas en el recibo del cuarto, el circular cambiado ligado con el de pecho,
algún guiño cómplice al tendido. Y, en fin, una espada mal afilada.
Luego, dos novilleros muy distintos. De un lado, el
arlesiano Younes –se pronuncia “yunés”-, vocacional como todos los toreros de
la Provenza, muy valiente, inspirado en un modelo muy reconocible –el de
Sebastián Castella- solo que más cómodo en las corta distancias que en las
largas, templado en los medios muletazos y en los enganches.
Sueltos los brazos, olvidado el codilleo de sus primeros
pasos, todavía la tensión propia del torero en agraz. No se le va un pie.
Figura erguida. Facilidad para llegar a la gente: no solo con el toreo cambiado
de artificio, sino también con el de riesgo mayor. Decisión con la espada, un
botín de dos orejas, igual que hace un año y en esta misma plaza y casi a la
misma hora. Con dos novillos no tan encastados como los de esta baza.
De otra parte, el madrileño Marcos Pérez, que se anuncia
Marcos a secas y tiene el don de torear despacio. Raro don. Más despacio que
ajustado, pero decir despacio es decir compás. Caso insólito en un novel que solo lleva toreadas cuatro
novilladas en toda su vida, y que decidió retirarse precipitadamente pero para
venir a Valencia a reaparecer y dejar la estela de su buen gusto y su elegante
compostura.
El vicio de torear por fuera, propio de toreros nuevos. Pero
una cadencia singular: en lances de manos bajas, en el ramillete de muletazos
genuflexos de horna con que, de partida, dejó fijado al sexto de la tarde. En
el toreo de redondo bien rematado. En dos o tres pases de pecho perfectos.
FICHA DE LA
CORRIDA
Seis novillos de José Vázquez.
Cristian Climent, silencio tras
aviso y saludos tras aviso.
Andy Younes, una oreja en cada
toro. Lo sacaron a hombros.
Marcos Pérez “Marcos”, saludos y
una oreja.
Buenos puyazos de Jaime Soro y
Puchano a cuarto y quinto. Notables banderillas de Iván García.
4ª de Fallas. Soleado, templado.
3.500 almas. Dos horas y treinta y cinco minutos de función.
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