El extremeño abre la puerta
grande con un toro extraordinario de la buena corrida de GarcigrandeEl Juli
monta un lío con un manso pero la espada reduce el premio a una sola
orejaCastella vuelve a puntuar y ofrece una versión mejor que el día anterior.
ZABALA DE LA SERNA
Castellón
@zabaladelaserna
De nuevo el gentío abarrotó la plaza de Castellón. Otra
soberbia entrada pese a la baja de Roca Rey y la posibilidad de devolución. La
Magdalena, que moribundeaba vacía, ha resucitado. El trabajo empresarial,
hilvanado y rematado como los carteles, no ha sido estéril. Dan fe los llenos
de estos días. El viento intermitente y racheado se sumó como el invitado torpe
de la fiesta. El patoso que incomoda y todo lo tira.
A Juli le imposibilitó el gobierno del toro con el capote.
Tanto o más que el propio toro, que se cruzaba. Protestó el garcigrande en el
caballo, escarbó y se dolió en banderillas y se encongió y soltó la cara en la
muleta. No sin genio en su negación a embestir. Juli, desesperado, optó por la
brevedad. La estocada atravesada asomó haciendo guardia.
Sebastián Castella sustituía a Roca Rey. El toro de Domingo
Hernández, estrecho de sienes, tocado arriba de pitones, cerradito de cara,
lucía generoso cuello. Y lo empleó para humillar. Un cierto y casi
imperceptible tornillazo de final de viaje sería su única arista. Castella
convirtió la obertura de faena en lo más bello y expresivo de su doblete
castellonense. Los doblones y el cambio de mano se engarzaron en una fina
pieza. Tersos y limpios los redondos siguientes, la izquierda dibujó templadas
series de lento trazo. Hasta que el leve y citado tornillazo enganchó y tocó la
muleta varias veces. Ya con la embestida a menos apuró y remontó el leve bache
por derechazos y molinetes. La espada restó enteros a los méritos contraídos y
a la pañolada.
Alejandro Talavante se quedó a medias con el tercero, que le
arrolló a él y a El Juli en una especie de carambola en el tercio de varas. El
garcigrande, rebrincadito por la mano derecha, echó la persiana cuando
Talavante se encontraba en estado puro sobre la izquierda. Un desarme marcó el
declive del toro.
El Juli le montó un lío al manso y huido cuarto de
Garcigrande. No hubo modo de centrar sus fugas por todo el ruedo durante la
lidia. Hasta que Juli las imantó en los terrenos de la querencia, en los
alrededores de chiqueros. Siempre puesta, dispuesta y por abajo la muleta. Ató
la embestida cortándole cada mirada a tablas, cada intento de escapada.
Ciencia, sabiduría y temple para hallar como un zahorí el fondo obediente del
garcigrande. La plaza, incrédula, se entregó a los circulares invertidos que se
prolongaban sin tope convertidos en pases de pecho. Y a los que morían como
tales, ya en tablas. Y a las luquecinas con el reverso que levantaron al
personal electrificado de sus asientos. Un pinchazo hondo en todo lo alto y el
descabello se interpusieron en el camino de la puerta grande. La oreja
reconoció de algún modo más corto el derroche de conocimientos de la faena
inventada.
Otra se embolsó Sebastián Castella con el pastueño quinto,
un alma cándida. Castella arrancó la obra por cambiados pendulares y siguió en
la alternancia de manos. Fácil y monocorde el torero y sin la chispa de la
emoción que le faltaba al toro. La emotividad se despertó en el epílogo de
cercanías, en la coda por bernadinas y en el broche del espadazo. Al público no
le pareció suficiente el premio de un trofeo. Y a Castella tampoco. Así que lo
despreció para afear al palco su supuesta racanería...
La joya de la buena corrida de Garcigrande saltaría en
último lugar. Extraordinario toro "Vicario". Por su repetición,
tranco, humillación, bravura y nobleza. Alejandro Talavante lo cuajó desde la
apertura por alto. La mano izquierda como cincel desde el embroque. Ligazón y
toreo a los vuelos. El garcigrande marcaba el ritmo de la apretada danza. Los
derechazos sin solución de continuidad muchas veces. La gente loca con el
resorte de la arrucina. Y con todo. Como con el final por bernadinas -tan en
largo citadas- y una estocada hasta los gavilanes que reventaba la puerta
grande. Como un cañonazo.
GARCIGRANDE | El Juli,
Sebastián Castella y Alejandro Talavante
Toros de Garcigrande y Domingo Hernández (2º), de mayor
presencia los tres últimos; extraordinario el 6º; pastueño el 5º; manso
obediente el 4º; deslucido y con genio y sin poder el 1º; el 3º no duró;
humillado y noble pero con un leve punteo el 2º.
El Juli, de azul marino y plata. Estocada
atravesada que hace guardia y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo
hondo y dos descabellos. Aviso (oreja).
Sebastián Castella, de azul marino y oro. Pinchazo, estocada
desprendida y tendida y descabello. Aviso (petición y saludos). En el quinto,
estocada (oreja y petición).
Alejandro Talavante, de azul pavo y oro. Pinchazo y estocada
(petición y saludos). En el sexto, gran estocada (dos orejas). Salió a hombros.
Plaza de toros de Castellón. Sábado, 25 de marzo de 2017. Cuarta de
feria. Lleno.
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