El sevillano cuaja al mejor
novillo de El Parralejo pero un solo pinchazo deja en una oreja una faena de
dos; el madrileño también se hace con otro trofeo tras remontar con absoluta
entrega un espeluznante volteretón.
Pablo Aguado |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Olivenza (Badajoz)
Se desplomaba el cielo por momentos sobre Olivenza. Caía el
mar que entraba por el Atlántico. La lona del ruedo evitó males mayores pero no
la demora de la tarde. Treinta minutos después asomó el sol, se retiró la
protección y sonaron los clarines. Un bonito y basto novillo castaño de El
Parralejo le sirvió de poco al clasicismo de Pablo Aguado.
Tan paradote y quedo, tan cortito de viaje como de cuello.
Aguado se lo propuso por las dos manos sin frutos y lo mató de una gran
estocada, que le entregó la cosecha de una cálida ovación en el tercio.
También el más fino segundo utrero se dio un volatín en el
capote. Lo que no se sabe es si la descoordinación de movimientos se produjo
desde ese momento o la traía de antes, cuando echaba las manos a saltos por
delante. Otra vuelta de campana terminó de arreglar su trémulo cuerpo. Leo
Valadez le cogió el pulso por la izquierda y se alargó por demás en circulares
invertidos y bernadinas que tumbaron al ya rajado novillo antes que los
pinchazos. Todo terminó en silencio.
Antonio Catalán "Toñete" se repuso de un durísimo
volteretón en el inicio de faena por estatuarios: la terrible caída sobre el
cuello asustó. No a Toñete, que se creció con el altón novillo y su embestida
al paso y pensativa. La firmeza de planta, la muleta por abajo y siempre puesta
y la ligazón como armas para que el utrero no se lo pensase, ni mirase, tanto.
Como dormido tomó la izquierda el parralejo, y Toñete le tragó antes de
volcarse en una estocada contraria. La oreja cayó con todas las de la ley para
premiar la sorpresa que supuso su presentación oliventina.
No una, sino dos orejas debió cortar Pablo Aguado. Cuajó de
principio a fin y con un gusto superior al cuarto de El Parralejo, el mejor y
más completo novillo del bien comido agradable sexteto de poco fondo. Marchó a
portagayola y libró la larga cambiada en última instancia, toreó con vuelo a la
verónica y quitó por aladas chicuelinas. Pero sobre todo bordó una faena de
categoría. Desde la verticalidad de su derecha a la excelencia de su izquierda;
desde el relajo de una a la lenta profundidad de la otra. Los pases de pecho
adquirieron tintes de monumentalidad. Como un inmenso cambio de mano como coda
de obra. Un solo pinchazo enfrió demasiado al aterido personal, que redujo a un
único premio una obra a todas luces de puerta grande.
El mexicano Leo Valadez lo intentó todo con un vacío quinto
sin celo. Desde el quite por zapopinas al prólogo de faena de rodillas. No hubo
caso ni causa que salvasen otro silencio.
De la enfermería regresó Toñete para dar cuenta de un sexto
noble de principio titubeante y final y finales escasos. Otra vez la decisión
por bandera y la cabal obsesión por ligar incluso cuando se hacía necesario
perder un paso. La falta de intensidad última en las distraídas embestidas
condicionaron el resultado definitivo hasta reducirlo al silencio. Gélido como
la tarde.
EL PARRALEJO | Pablo Aguado, Leo Valadez y Toñete
Novillos de El Parralejo,
bien comidos, parejos y agradables por delante, destacó el buen 4º en un
conjunto de poco fondo.
Pablo Aguado, corinto y oro. Gran estocada (saludos). En
el cuarto, pinchazo y estocada delanterilla (oreja).
Leo Valadez, azul añil y oro. Cuatro pinchazos. Aviso
(silencio). En el quinto, estocada muy atravesada (silencio).
Antonio Catalán
"Toñete", azul marino y
oro. Estocada contraria (oreja). En el sexto, estocada honda y delantera
(silencio).
Plaza de toros de Olivenza. Viernes, 3 de marzo de 2017. Primera de
feria. Un tercio de entrada.
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