El jinete navarro rescató con el
último toro una tarde que se iba sin puntaje y no precisamente por culpa de los
nobles de César Rincón. *** Perera saludó y Libardo se fue silenciado. *** La
afición dio la cara.
JORGE ARTURO DÍAZ
REYES
@jadr45
Yo temía que después del horror de hace ocho días la afición
bogotana se acobardara. No fue así. Mis avergonzadas disculpas. Con el entusiasmo de siempre, hombres,
mujeres ancianos y niños, llegaron luciendo valientemente los atavíos que
fueron satanización y atacados el domingo. Cruzaron los cuatro cercos de
seguridad que desde varias cuadras a la redonda contenían la turba iracunda y
ocuparón más de tres cuartos de la plaza. Fieles, como los viejos cristianos,
volvieron al templo. El terror no pudo con ellos. Valor civil.
La corrida de Las Ventas, no por dispar estuvo mal
presentada. El cuarto era un tío, castaño, veleto, de 517 kilos. Cuando saltó
arrebato una ovación. Luego, se empleó y hasta pidió dos varas. Exótico por
acá. El quinto, negro playero también tenía plaza, los otros, excepto el
anovillado sexto cargaban dignas hechuras y romana. Nobleza fue la tónica, pero
no acompañada de mucha prontitud ni codicia, las insignias de la bravura
cierto. Esto no fue óbice para que se les hubiesen amputado varías orejas de
haberles lidiado y matado mejor. No blandeó ninguno, no se cayó ninguno, no se
valdó ninguno, estigmas que parecen haber sido extirpadas de la ganadería.
Pasaron la prueba capital. La de la capital digo.
Abrió la bella tarde Manuel Libardo, verónicas, pocas pero
de buena factura. Larga y revolera. Compostura es un sello de su toreo.
Desafortunadamente, a bajas temperaturas y con un gusto por los tiempos muertos
que rompe la continuidad, el hilo emocional, y termina confundiendo el aplomo
con la pachorra. Y no es que no tuviese momentos notables, que los tuvo el de
Ubaté, y que dieron pábulo a coros nacionalistas. Pero su falta de vehemencia
recordaba más la displicencia de los toreros millonarios a vuelta de todo que
la de un ambicioso retador. Con el toro
de la corrida, el mencionado cuarto, que mató de dos pinchazos y estocada,
terminó por escuchar el sancionatorio ¡Toro! ¡Toro! Y eso en la Santamaría pesa
como una lápida.
Miguel Ángel Perera, con el segundo sacó las virtudes claves
de su prestigio, la quietud, el embraguetamiento y la ligazón en un palmo de
terreno. Convenció, y mientras hubo acometidas, las llevó por un lado y por el
otro, en series cortas pero bien abrochadas. Cuando el toro se quedó él se le
fue encima, le pisó los terrenos y le obligó pa’llá y pa’cá. La gente, claro,
feliz y gritona. La banda también. Y en esas él viene y pincha saliéndose, dos
veces, y remata tirando un fierrazo contrario. La ovacion afectuosa no consoló
a nadie. El quinto era sosito pero fue a más y se puso a seguir la picuda
muleta que por lo repetida levantó clamor. Se ajustó más, y los redondos se
hicieron circulares y musicalizados. Parecía la revancha, y vuelve y da en
hueso, dos veces, y cierra con espada pasada congelando ilusiones.
Pablo Hermoso, tuvo su mejor actuación en esta temporada
colombiana. Que no es mucho decir porque también ha sido la peor de su largo y
glorioso historial en este país. A lomos de Brindis, Tordineli, Barrabás,
Disparate, Donateli, reverdeció buenos recuerdos y la plaza se le entregó sin
reservas. Por los viejos tiempos. Jinete de historia, quién lo puede negar. Mas
al tercero le desatino dos veces en la muerte y al final puso el rejón en el
otro lado. Las orejas pérdidas los santos las lloran. Y con el terciado sexto,
brindado al comandante de la policía que defendía la plaza, la puerta grande se
entreabría para él, pero uno en hueso y otro completo de efecto tardío la
cerraron, sin impedirle irse como triunfador de la corrida.
Lo mejor, la afición de Bogotá y visitante que se la jugó
por su credo. También la policía y la fiscalía que hicieron respetar los
derechos fundamentales. Después lo demás.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Las Ventas del
Espíritu Santo (en Domecq), dispares de presencia y juego, en general bajos
de raza. Aplaudidos 3º y 4º en el arrastre y este también de salida.
Manuel Libardo, silencio y silencio tras aviso.
Miguel Ángel Perera, saludo y palmas.
Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y oreja
Incidencias: Saludó Hernando
Franco “El Popis”, tras parear al segundo.
Domingo 29 de enero 2017. Plaza de Santamaría. 2ª de “La Libertad”. Sol
y nubes. Tres cuartos de plaza.
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