Grande México. Y Colombia. Desde
Palmira a Sogamoso, de Armenia a Cartagena, de Medellín a las tres grandes:
Cali, Manizales y Bogotá. Y ganaderías bravas y otras de pitiminí que sólo
catan las figuras. Colombia es mucho más. ¿Eres aficionado? Vete un día para
allá. Me darás las gracias.
Cuidamos pocas cosas. Sobre todo, las cosas que son
fundamento de la Fiesta y del futuro. Y una de ellas es la universalidad de la
Tauromaquia. Esos ocho países que forman lo que Díaz Cañabate, el crítico de
tantos años del ABC, denominó: el planeta de los toros. Y eso es lo que debe
dar vida, trascendencia y futuro a la Fiesta. Ocho países unidos por un dogma,
una pasión, un arte, una cultura, una tradición de siglos, y un orgullo que a
veces nos falta para defender uno de los espectáculos más auténticos del mundo
en tiempo de cuchufletas, animalismo mal entendido, ecologismo ignorante y un
país que fue rural y conocía el porqué y para qué de los animales; y ahora, en
su condición de urbano, no tiene ni idea de cómo se crían y cómo se matan las
gallinas, los conejos, el cordero, el cerdo, la vaca y lo que alimentó a la
humanidad durante siglos. Y ni siquiera conocen el cuidado de la gente con los
animales, con el campo, con las frutas, con las verduras, con la siembra, el
solano, la vendimia y mil cosas más que les suena a chino a la mayor parte de los
urbanitas sin puñetera idea de lo que es el campo.
Pues bien, esta incultura ya se extiende por casi todo el
mundo. Y tenemos la fortuna de que Francia, y su afición, se defiende sola, se
auto gestiona sola, le da a la Fiesta el orden natural una vez que desalojó a
todos los españoles que un día fueron empresarios en las Galias. Y ahí están,
capitales y pueblos, con una salud de hierro. Salud legal, salud antitaurina.
Salud del toro, del tercio de varas bien hecho, de la afición cerrando sus
carteles y sus gustos. Francia nos marca el camino si queremos futuro. La
Fiesta está en la mano del que la paga. No del que la cobra. Piensa despacio.
Portugal aguanta bien. Se distinguió de España con una
Fiesta generada sobre el caballo. Mejoró la raza hispana. Y desde Nuncio a
nuestros días, el toreo a caballo creció en fuerza y en calidad. Pablo, Ventura
y los otros grandes: Leonardo, Galán, Cartagena y Lea compiten allí con los
mejores. Y Rui Bento, buen empresario, ha añadido al caballo y a los forcados
flecos cada vez más fuertes de toreros a pie. Y ahora mismo Juan José Padilla
es el último héroe hispano en la melancólica y romántica Lisboa. Otro país que
vive la Fiesta con buena salud.
VENDRÁN LAS LÁGRIMAS DE DOLOR POR LO QUE HEMOS DESTROZADO
Hoy dejo a España aparte. Ya lo sabemos casi todo. Sólo que
“borramos” ganaderías injustamente, nos “empobrecemos” de sangre brava y nos
pasará un día como a Boabdil, que lloraba por la pérdida de Granada y su madre
le dijo a la cara que menos lágrimas y más valor para defender la historia.
¿Por qué no me hacéis alguien un mapa de dolor de las grandes ganaderías que no
se comen una rosca siendo buenas, históricas, importantes, variadas de sangre y
arrinconadas y arruinadas injustamente porque algunas figuras no salen del
sota, caballo y rey?
¡Ay Boabdil, Boabdil! un día las lágrimas de cocodrilo serán
lágrimas de dolor por lo que hemos destrozado. Pero voy a América. El
Presidente nefasto que ahora acaba mandato nos jodió lo de Quito, la feria más
simpática, amable, torerista y plural de Ecuador. Ahora se defiende en pequeñas
localidades pero esa cabeza que es Iñaquito la cortó Correa como Petro se ciscó
con Bogotá. Si volviera la capital volvería la alegría y el futuro. Y los toros
de Cobo, ese Huagrahuasi de la casa del toro en lengua vernácula.
¡Ay Venezuela! Tocada del ala y arruinada por un dictador
que ha empobrecido a un país rico. La plaza de la capital, cerrada y
derrumbándose. Se mantienen otras ferias a la pata coja. Pero es fantástico. De
pronto, sobre el barrizal aparece un torero apellidado Colombo capaz de
descubrir no solo una figura para su país sino para todo el planeta taurino.
Adame, en México; Roca Rey, en Perú; y ahora Venezuela con Colombo. Las
semillas siguen germinando en América.
PERÚ AMA LA FIESTA Y TIENE A ROCA REY PARA EL MUNDO ENTERO
Perú tiene a Roca Rey para el mundo; y la montaña, lejos del
foco internacional donde Chota, Cutervo y cien más dan toros a plaza llena, con
una pasión rotunda y abrigando a toreros españoles, colombianos o mexicanos
orillados en su patria. Pero ese Lima, ese Acho, Benlloch, es para que un día
vieras Sevilla al otro lado de los mares, a la orilla del Pacífico, un sabor a
Maestranza por esos milagros de este maltratado, o mal cuidado, planeta de los
toros. Perú ama la Fiesta.
México es la inmensidad y la diversidad inconcreta pero
fértil. Hay toros o similares en casi todas las paradas del camino. Desde ese
México monumental, que a veces parece el campo de mi Castellón del alma que
estuvo en primera y ahora anda perdido por no sé qué pozo de cuero y olvido.
Pero México es grande, torero y ganadero. Mejor en lo primero. Y habría que
inventar un plan para refrescar esas ganaderías para que la emoción vuelva a la
sangre brava. Grande México. Y Colombia. Claro que la amo. 25 años sin
olvidarla. 25 para entenderla, disfrutarla, para amarla desde Palmira a
Sogamoso, de Armenia a Cartagena, de Medellín a las tres grandes: Cali,
Manizales y Bogotá. Y ganaderías bravas y otras dulces de pitiminí que sólo
catan las figuras en pelea constante. Colombia es mucho más. ¿Eres aficionado?
Vete un día para allá. A la vuelta me darás las gracias. Espero. / Redacción APLAUSOS
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