Ahí está Felipe Negret peleando
contra todo hasta el último minuto porque hasta el último minuto tratarán de
impedir que dé toros. Lo hace por convicción y principios. Yo echo de menos
esto acá. Miro a Bogotá y miro a Barcelona y no tengo duda alguna.
CARLOS RUIZ VILLASUSO
En las grandes crisis se ven los grandes hombres. No existe
una prueba más fiable del alcance de la palabra hombre que cuando la ponen a
prueba. La Tauromaquia es de hombres y de mujeres puestos a prueba de forma
continuada en este país. Somos, de facto, ciudadanos al límite de nuestras
libertades, tendiendo a ésta como aquel libre albedrío que, en el marco de las
leyes vigentes, permiten desarrollar nuestros derechos. Desarrollarlos
significa ejecutarlos. Y nadie, ningún juez, político o civil de a pie, podrá
negar esta mayor: en una gran parte de nuestro país se obstruye e impide
desarrollar un derecho: el libre ejercicio de la Tauromaquia, reglada, visada y
legislado como un derecho cultural, entre otras cosas.
No tengo tanto temor por la Tauromaquia como por una parte
de ella, la del toreo a pie o corrida de toros reglada. El resto de la
Tauromaquia, que incluye la memoria cultural (pintura, literatura, poesía…)
como expresiones populares, están más sólidas. Una, porque no se puede prohibir
el arte que se creó basado en el toreo. La otra, porque cada pueblo que
considera que la calle es suya y que el toro es suyo, defenderá a ultranza su
derecho y tradición. La gente suele pelear cada palmo de tierra que es suyo.
Aquí nos quitaron derechos. Y esta maquinaria judicial de
una democracia defectuosa, mitad partitocracia, otra mitad amigocracia,
respondió tarde y regular, hablemos claro y por derecho, sobre Barcelona.
Sucede que, tarde y regular, se nos restituyó ese derecho del que no se ha
hecho ni uso, ni indicación de uso, ni promesa de uso, ni grito de uso. Y el
uso no es de los jueces, ni de los tribunales, el uso de un derecho parte de
los hombres y de las mujeres que lo tienen. Hay quien hace uso de ello y hay
quien espera para hacerlo, o tarda en hacerlo o se piensa si hacerlo. En el
caso de Barcelona, la respuesta la tiene en propiedad Matilla (Balañá) y,
supuestamente, la respuesta de éstos depende de los pasos de José Tomas. Es una
descripción. Que puede que al salir estas líneas ya hayan dicho algo porque ya
toca.
Uno cree que el uso de un derecho esperado por robado,
habría de ser anunciado con todo el orgullo y toda la intención de ejercerlo,
pese a quien pese, sin temor a nada, haciendo una llamada a la sociedad que el
ilegal, el injusto, el bárbaro, el anti constitucional y el delictivo, es quien
señala un tribunal como el Constitucional. Uno cree que un hombre y una mujer,
ante las fanfarronadas de taberna de los políticos de Cataluña a pie de
sentencia, responden de otra forma. Sí. Yo, en el toreo a pie, en casos como
este y otros, echo de menos a hombres y mujeres que den valor a la palabra
hombre y mujer. Yo. Un poco chapado a la antigua, pero, sí, los echo de menos.
Cuidado con hacer sucedáneos de hombres porque el toreo se ha basado en el
hombre.
Porque, además, este es un país en el que nadie mata a
nadie. Hay una seguridad elemental de una democracia no violenta. Te pueden
tratar de joder, claro, en impuestos, trabas, etc… pero aquí nadie mata a
nadie. Palabras mayores, afortunadamente. Entonces miró más allá. Un caso
similar. Esta semana, en un país en donde el pasado y el presente del verbo
matar sale barato, alguien ejerce de hombre aun a riesgo de muerte. Lo oyen
bien, de muerte. No que te quiten una subvención o una indemnización o que te
quiten los dineros del doblaje al catalán del cine, o imbecilidades similares
(digo imbecilidades porque soy de los que piensan que, más allá de tener
cubiertas las necesidades, el dinero no es lo primero). Me refiero a pegarte un
par de tiros. O peor. Bogotá, Colombia.
Pero, miren ustedes por dónde, uno se da de bruces con gente
que nació hombre y actúa como exige esa palabra. Exigió los derechos, fue
apoyado por otros hombres decentes en edad de niños, que también se jugaron la
vida, literalmente, ha peleado y aún pelea para dar toros, anunció por derecho
que iba a dar toros, a ejercer su derecho robado y regresado. Por eso siento un
sentimiento de admiración pública y privada por Felipe Negret, que es el
hombre. No sé quién era antes ni qué será después ni me importa. Bueno, sí, me
importa que ojalá la vida le devuelva algo por su esfuerzo.
Ahí está, peleando contra todo hasta el último minuto porque
hasta el último minuto tratarán de impedir que dé toros. Lo que se ha gastado
en dinero, tiempo, miedos, seguridad, temores, familia, una mujer, dos hijos…
es impagable. Lo hace por algo que tienen los hombres: convicción y principios.
Yo echo de menos esto acá. Unos dirán cojones, palabra que a veces me gusta,
pero que deja en fuera de juego a las mujeres, que los tienen porque han de
tener convicciones. Miro a Bogotá y miro a Barcelona y no tengo duda alguna.
Allí donde esconderse sería justificable porque te matan, salió el hombre.
Aquí...
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