KIKE ROSALES
@kikefutbol
La historia de la plaza de toros de San Cristóbal tiene un
sabor único, pero por arriba de todo demuestra un compromiso de la gente que,
unida, echó adelante un sueño.
Geográficamente la ciudad es muy distante del resto del
país, venirse es muy largo más en esos tiempos de hace cinco décadas y teníamos
pocas cosas que ofrecer. Entonces los imberbes de la época decidieron no solo
internacionalizar la feria. Eso llevaba incluido el objetivo de construir una
plaza de toros, bueno de verdad una Plaza de Toros Monumental.
La afición taurina motivó a los soñadores de esa época a
luchar contra los inconvenientes que se presentan en estos casos. “cuesta mucha
plata”, “¿Dónde lo harán?” o la más firme de todas “están locos”. Ante todos
esos imponderables igual comenzaron a tratar de echar a rodar ello, contra las
voces agoreras decidieron unanimente no morirse en el intento y hacer efectivo
el sueño.
Lo más destacado en esto es que era una plaza de toros, no
un gimnasio o un estadio (eso vendría después) se basaron en las corridas. Reuniones
iban y venían, tocar puertas que eran cerradas en las narices pero a pesar de
todo ello insistieron con la irreductible convicción que harían algo que nos
llevaría adelante como ciudad y que nos proyectara a futuro.
El compromiso con el desarrollo era tan granítico que
decidieron no comprar ellos un metro de terreno, (el costo era de diez
bolívares) ni tampoco buscar cargos políticos, el reto era uno solo, la ciudad.
Quizá hubiera sido más fácil decir que construirían un hotel o un centro comercial
o cualquier otro edificio, el mérito enorme es que hicieron una plaza cuando
nadie creía en ellos.
Además cuando aquel 18 de enero de 1967 sale “Romerito” (el
primer toro lidiado en esa arena) les dio también por invitar a gente que nos
daría esa proyección tan buscada. Uslar Pietri, Renny Otolina y Abelardo Raidi
son vistos en una imagen que muestra lo que habían conseguido estos soñadores,
que esta ciudad en el primer mes del año era de montar un evento de calidad con
mucha y exquisita concurrencia.
Después vino la Av. España, en la primera corrida existe una
foto aérea tomada por Antonio Trevisi; que además es histórica y de mucho valor
donde se ve que casi por caminos de recua era que se llegaba a la monumental.
Entonces es donde se desarrolla estructuralmente Pueblo Nuevo,
vino el estadio de futbol que se reconoce a nivel mundial como “El Templo Sagrado”,
un velódromo donde hicimos el mundial de ciclismo de 1977, la UNET, esa
universidad que para hacerla cuando parecía que la negaban se paralizó la ciudad
y se construyó, el estadio de béisbol y todas las instalaciones que se ven en
esa parte de la ciudad.
Los días de hoy están metidos en la molestia, las corridas
para muchos no tienen el imán de las llamadas figuras algo que ha sido
costumbre, si cuando era portátil en la plaza Venezuela toreo el Cordobés y el
primero que lidio cuando se inauguró la monumental fue “Antoñete” entonces se
convirtió en ley que las máximas figuras vinieran.
La plaza tiene para nosotros mil historias; las taurinas
como el indulto del 82 a tres toros de Torrestrella, la alternativa de los
nuestros o el triunfo de tachirenses inolvidables, el brindis del Soro a la
banda dirigida por el maestro Becerra y el movimiento al compás de un pasodoble
de los tendidos. También el susto al salir “embotado” no acordarse donde fue
que se dejó el carro, en fin son como muchas cosas que tiene la Monumental de
Pueblo Nuevo para nosotros.
Los tiempos están muy duros hoy día eso no es un secreto,
pienso que lo que hicieron Hugo Domingo, Santos Castillo, Víctor Hugo Contreras
entre otros en esos tiempos tampoco sería nada fácil, mire que ir de una villa
que no parecía tener más cosas que chicha y pasteles para construir algo tan
grande generaba risas burlonas y señalamientos poco agradables.
Esta es “mi plaza” y esta la feria que le dio a mi ciudad la
proyección a nivel mundial tenemos un deber con ellas (la plaza y la feria)
para salir adelante, casi tan igual a como lo hicieron aquellos locos hace 50
años.
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