Bólivar
bajo un diluvio indulta el quinto. López Simón recibe las dos orejas del
tercero y Sebastián Castella las del cuarto.
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadr45
Llovía tronaba y relampagueaba. En segundos el
ruedo se transformó en una laguna, y Luís Bolīvar, empapado, con los engaños
pesando más que una mala conciencia y el agua al tobillo se jugó la vida sin
trampa ni cartón. Bajo la tormenta, largamente, se trenzó a muerte con el alto
y amenazantemente relevista que arremetía con sus 488 kilos desplazando olas,
rompiendo la marea como un destroyer. Y el hombre ahí, quieto dándole a escoger
entre su carne y la tela. El público, los músicos y el negro cielo rugían. Las
centellas destellaban en los alamares. Jamás en mi vida vi torear en
condiciones más adversa, más imposibles. Para qué describirlo. Las fotos y los
videos lo expresan mejor. Toro y torero bajo la tormenta, con todo en contra, en
un escenario terrible pero grandioso, iban el uno por el otro, viviendo un
drama que abrumó la plaza. Es absurdo tratar de juzgar esta faena con los
parámetros normales.
El público exhausto de admiración, miedos y oles
terminó por imponer el indulto. Cañaveralejo era un manicomio inundado. El toro
brindado a Otoya Mejía volvió a toriles y la vuelta triunfal en la borrasca
hubiese sido el épico final de la feria si contra toda lógica el palco no se
hubiese empeñado en sacar el sexto. Un marmolillo de Achury al cual no se pudo
lidiar antes de matarlo. Luís, a no duadarlo triunfador de la feria y merecedor
del trofeo Señor de los Cristales, remató mal una digna faena con el segundo,
perdiendo al menos otro trofeo que hubiese sido su quinto en el serial.
Sebastián Castella, silenció a espada sus honrados
esfuerzos con el primero y recibió dos orejas generosas por un arrimón de
muleta pendulada con un agotado cuarto al cual liquidó de fierrazo trasero.
Alberto López Simón, Derrochó quietud, temple y
ligazón con el acompasado tercero y cuando se paró se le metió en la cuna
desafiante y tras aguantada exposición se le fue encima con un volapie de
espada completa. Para eso lo inventó “Costillares”, quien de haberlo visto
hubiese estado orgulloso.
Los domecq de Cesar Rincón, Ventas del Espíritu
Santo, regresaron a Cali tras un bache, con la debilidad como insignia. El
primero era una pintura, qué toro más bello, los otros, de variadas hechura,
pero todos con un contenido de calidad que sus escasas fuerzas no podían
transpotar, derivando hacia la defensa y el parón. Sin embargo les cortaron
seis orejas, propiciaron triple puerta grande y el quinto se fue indultado. Qué
tal que hubiesen tenido más vigor.
Una corrida de las que no se olvidan nunca. Muchas
décadas después, cuando nos hallamos ido, a lo mejor aficionados jóvenes que
hoy l apresenciaron comenzarán algunas tertulias con un: ¿Te acuerdas cuando
Luís Bolívar indultó ese toro de Rincón en medio del diluvio universal?
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Las Ventas del Espíritu Santo, de muy diversas hechuras, nobles
pero desforzados y con poco fondo. Indultado el quinto “Relevista”, el 3º
devuelto tras banderillas, corrio turno y en 6º lugar salió un sobrero de Achury Viejo, parado.
Sebastián
Castella, saludo y dos orejas.
Luís
Bolívar, silencio y dos orejas
simbólicas.
Alberto
López Simón, dos orejas y
silencio.
Incidencias: Al terminar el festejo Sebastián Castella, Luís Bolívar y López Simón salieron a hombros por la
la Puerta Señor de los Cristales.
Plaza de Cañaveralejo. Viernes 30 de 2016.
6ª de feria. Nubes y aguacero torrencial. Tres cuartos de plaza.
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