El choque de Málaga ha partido el
toreo por la mitad. Lo ha abocado al bipartidismo. A una parte los unos, a la
otra los otros y más allá las excepciones que también las hay, caso de los
Lozano con su Juli y Ponce con Ponce, que se convierten en espectadores
privilegiados de la partida.
JOSÉ LUIS BENLLOCH
El tema de la semana ha sido Málaga. De la semana y de lo
que te rondaré. Rondar no significa siempre relaciones amorosas. En este caso
quiere decir que la ola/resaca de la cuestión puede que se extienda y se va a
extender y a extender y a extender. De momento sin pronóstico ni plazo fijo. Es
una impresión personal. Fácil de deducir. Si dos trasatlánticos chocan y han
chocado por mucha discreción pública, cortesías y/o explicaciones que se den,
siempre se produce una ola. La incógnita es saber en qué playa romperá la ola,
si lo hará plácidamente o si se encabritará o si habrá náufragos, cualquiera
sabe… pero ola hay.
No hace falta que pongamos nombres, el tema y los
protagonistas están en boca de todos desde que Aplausos.es adelantara el
acuerdo de un grupo de empresarios taurinos, macro grupo (incorporados en una
sociedad) Simón Casas, Rafael García Garrido (Nautalia), Ramón Valencia, Toño
Matilla y Martínez Erice o lo que es lo mismo Madrid, Valencia, Nimes,
Zaragoza, Sevilla, Valladolid, Jerez, Castellón, Alicante, Mont de Marsan…
Manzanares, Talavante, Roca, Fandi, Castella, Padilla… ¿Es un trasatlántico o
no? parafraseando a Garzón en sus declaraciones a Aplausos.es. Y de otra parte
Logroño, Salamanca, Almería, San Sebastián, Olivenza, México… Morante, Pablo
Hermoso, Marín, ¿es otro trasatlántico o no?... El choque es por la mano de la
ahora deseada Málaga, plaza que los segundos han regentado en los últimos años
hasta que el contrato se amortizó sin que las partes hiciesen uso de la
prórroga y que una vez puesta en el mercado ha acumulado pretendientes. Y
quiérase o no la situación ha partido el toreo por la mitad. Lo ha abocado al
bipartidismo. A una parte los unos, a la otra los otros, no es necesario
repetir los nombres, más cabreados unos o menos cabreados los otros, pero unos
y otros, dos partes, y más allá las excepciones que también las hay. Algunas de
las cuales, caso de los Lozano con su Juli y Ponce con Ponce, se convierten en
espectadores privilegiados de la partida.
Al margen de ese encuentro/desencuentro, tercera partida
fuerte que juega el grupo Bailleres en España en poco tiempo, dato a tener en
cuenta, al concurso han anunciado su presencia otras cuatro empresas cargadas
de legítimas aspiraciones a las que no conviene ni sería justo ningunear por
méritos propios y porque quién sabe si al responsable político al final no le
da por una solución bíblica y dice ni para unos ni para otros y apuesta a
terceros. A propósito del responsable político hay que ver la importancia que
le ha dado a la aportación de cartas de los toreros en las que se comprometan a
torear en Málaga. La fórmula, salvo que tenga truco, hasta ahora ha sido tan
antigua como ineficaz. Tanto que en la mayoría de los concursos ha sido el
punto en el que todos los aspirantes sacaban la nota máxima porque todos las
tenían todas. Cartas que quien conozca el mundo del toro y sus singularidades
sabe que no comprometen a nada más allá de sentarse a negociar. Cualquiera de
las figuras antes de dar el sí tiene que saber fecha, ganadería, compañeros y
hasta el resto de carteles y eso en esta situación y a estas alturas del año y
de la licitación es pura quimera. Así que cartas de buena disposición las que
quieran, cartas en firme o con carácter de exclusividad, como algún
pretendiente ha intentado conseguir, ninguna. Salvo, digo salvo, que entre los
empresarios aspirantes haya toreros o que los empresarios concurrentes nieguen
las cartas de sus toreros con el beneplácito de estos, detalle que lo enredaría
todo aún más porque luego hay que negociar para las otras plazas el resto de la
temporada y en un lado y otro hay muchas plazas y mucha temporada y esos
agravios no se olvidan fácilmente.
Alguien me apunta que hay toreros que no necesitan de muchas
plazas. Pues sí, también. Y hasta toreros en esa tesitura de mínimos y muy
conocedores en el territorio donde se dilucida esta batalla, pues sí también,
alguno hay. ¿Y si no a qué viene tanta importancia a las dichosas cartas?...
Total, un lío que el toreo necesita que se resuelva de la
mejor manera para los intereses generales. Un lío que no genera la mejor imagen
por muy legítimas que sean las posturas, ya se sabe que las grandes compañías,
las grandes fortunas, las grandes acumulaciones… nunca generaron demasiadas simpatías,
claro que los negocios no entienden de simpatías. Y al final de todo, además,
tengo la sensación de que el oleaje en los despachos está siendo mayor de lo
que trasciende. Paz, por favor.
POSDATA.- Mientras les cuento todo eso me preocupa que la
confección de los carteles de Fallas esté tan varada. Están en tiempo, sí, pero
las plazas necesitan sensaciones de cariño, de atención y de sentirse
hegemónicas especialmente cuando siempre lo han sido. Las dependencias nunca
agradan, el hermetismo siempre mosquea y esa demora no es lo que más ayuda. / Redacción APLAUSOS
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