En una plaza llena, soleada, pero
cercada por el odio y la barbarie, se dió la reapertura. *** Roca Rey, vino,
debutó, confirmó y se fue a hombros por la puerta grande marcando la efeméride.
*** Bolívar cortó una oreja de ley, y El Juli malogró con la espada una
vibrante faena. *** Buen encierro de Ernesto Gutiérrez.
JORGE ARTURO DÍAZ
REYES
@jadr45
Fuera estallaban bombas, un helicóptero de la policía
sobrevolaba los alrededores de la plaza y dentro, los díez mil doscientos
aficionados que habían roto el cerco de las turbas antitaurinas copando los
remodelados tendidos, entonaban a todo pulmón el himno nacional. Así bajo sol
esplendoroso empezó la histórica corrida del retorno.
Al fin del paseíllo se guardó un minuto de silencio por
Fermín Sanz de Santamaría, ganadero de Mondoñedo, y comenzaron a salir los
toros de Ernesto Gutiérrez, negros, en el mejor tipo de la casa, bien armados y
encastados, con diversos matices de nobleza y bravura, pero todos embistiendo,
atacando monturas y peleando la mayor parte del tiempo en los medios. Digna
presentación del hierro manizaleño honrando la importante y crispada fecha. Si
bien no salió el de bandera, cuatro de ellos se fueron aplaudidos en el
arrastre, y no lo hicieron desorejados porque no los mataron como Dios manda.
Pero no fue culpa suya que la corrida no terminara con todos a hombros. La
ganadería más vendida de Colombia, corrige así el rumbo de una temporada que le
venía contraria, con cuatro encierros cuestionados en Cali y Manizales.
Caía la tarde, y el peruano Roca Rey, quien con una estocada
inefectiva, un aviso y un descabello había dejado sin trofeo su faena de
confirmación (pese a la petición generosa), salió a por todas. «Esperanza»
cargaba 512 kilos y los recibió de rodillas con larga, tres verónicas y farol
invertido. Luego le puso en suerte con chicuelinas caminadas, tres verónicas y
otra larga cambiada postrado. Ya en el primero había tirado inspiraciones
capoteras ligando evocadora tanda de cacerinas. Cayetano se agarró en un buen
puyazo metiendo más candela en el fogón de plaza, y como si fuera poco Santana
y Garrido cuajaron un ovacionado tercio. Al brindis, que lo recibieron tres de
los novilleros de la huelga de hambre por la liberación, la Santamaría echaba
humo por dentro y por fuera. De largo, dos cambios a pecho y espalda y con
pases de todas las marcas en una sucesión emotiva, salpicada de sorpresivas
ocurrencias se puso por encima de todo. El pasodoble y el jaleo acallaban las
explosiones de la batalla exterior y el chorro de luz del helicóptero
serpenteaba dramáticamente. Un pinchazo arriba y una estocada sin puntilla
culminaron. Las dos orejas y la salida triunfal hacia tierra de nadie.
Luis Bolívar y el geniudo «Epazote» se trabaron en fraca
lid. Larga, seis verónicas ganando pasos y una media le pararon más allá de los
medios. Marcheneras y revolera de quite. Sus banderilleros saludan con mérito.
El caleño saca al tercio a Felipe Negret, comandante de la reconquista, le
entrega la montera, le dice cosas, y con las dos rodillas clavadas liga cuatro
derechas en redondo abrochadas con un obligado desatando pasiones. El toro
quería el mando, punteaba y ceñía, pero la muleta se lo negó, para eso es, y se
lo hizo sentir con rigor en los siete naturales, y los circulares de doble
vuelta coreados con furia por paganinis y músicos. El gutierrez rendido,
declinó. Tres ayudados bajos y un espadazo cobraron la indiscutible oreja.
Faena de poder. Con el quinto lucho a brazo partido, ganó pueblo y música pero
no mató de una.
El Juli, no empatizó con el bronco segundo, no le porfió
mucho, le macheteó y le liquidó con degüello. Nada. El cuarto, acucharado, se
dejó, sin mucha codicia, sin mucha transmisión, pero el torero puso lo que
faltaba y mantuvo la parroquia en vilo, e in crescendo el escándalo. Zapopinas
jaleadas, fea cogida sin consecuencias de “El Popis”, tres por alto, y el trapo
se hace dueño evitando la deserción del bravucón, obligando y atando las
embestida, por abajo, por arriba, por un lado y por el otro. El cenit, seis
naturales y el forzado. Luego el dominio absoluto hasta la noria. Pero el
pinchazo y los dos descabellos apenas permiten la honorable vuelta al ruedo.
Ya de noche salimos tras la procesión de Roca Rey, mientras
los altavoces daban instrucciones de la policía sobre el camino abierto entre
los sitiadores para poder escapar. Las seguimos. Vimos y oimos cosas muy, muy
feas, pero sobrevivimos.
El alcalde Peñalosa desde su posesión había estado
amenazando que lideraría la ofensiva antitaurina contra la corrida. No dio la
cara, pero a distancia, quizás sus palabras ejercieron un efecto estimulante
sobre las turbas. Efecto contrario a su deber remunerado, de salvaguardar el
orden, el respeto y la paz ciudadana. Terrible, terrible, terrible. Ahí están
los videos de los noticieros.
FICHA DE LA CORRIDA
Seis toros de Ernesto Gutiérrez,
bien presentados parejos y encastados. Aplaudidos en el arrastre 1º, 3º, 4º y
6º. El toro de la confirmación fue “Libertad”, cuatreño, # 6, negro, zaíno
cornivuelto de 471 kilos.
El Juli, silencio tras aviso y vuelta.
Luis Bolívar, oreja y silencio.
Andrés Roca Rey, quien confirmó alternativa, vuelta tras
petición, y dos orejas.
Incidencias: Saludaron Gustavo
García “Jeringa” y Carlos Garrido
tras parear al 3º. Ricardo Santana y
Carlos Garrido tras parear al 5º. ***
Al terminar la corrida Andrés Roca Rey
salió a hombros por la puerta grande.
Domingo 22 de enero 2017. Plaza de Santamaría. 1ª de “La Libertad”.
Sol. Lleno de “No hay boletas”.
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