El rejoneador de La Puebla del
Río clava un par a dos manos sin cabezal en la persecución de su 11 Puerta del
Príncipe, corta una oreja y pierde un triunfo mayor con los aceros; Segio Galán
conquista un trofeo y Lea Vicens desperdicia el toro más encastado y de mayor
movilidad de la corrida de Fermín Bohórquez.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Sevilla
A la Maestranza llegaba Diego Ventura con el bagaje de diez
Puertas del Príncipe en su carrera y el objetivo de conquistar la undécima. El
giro de la llave comenzó sobre «Lambrusco» y esa forma de parar, en toda la
extensión del verbo, al toro de salida con una flexibilidad deslumbrante. «Nazarí»
volvió a ser la figura soberbia de la templanza. De frente, tierra a tierra,
poco a poco. Sin embargo, el protagonismo de la faena se lo robó un joven
compañero de cuadra: «Fino» enloqueció la Maestranza. En una reunión de
distancia inverosímil y en otra más en largo, previo parón. Los quiebros
impensables erizaron los tendidos; las piruetas en la misma cara prolongaban la
emoción. A falta de un tranco más del buen murube jerezano. Ventura hundió el
rejón de muerte en lo alto. Entre las rosas que había plantado desde «Bombón».
Y el toro rodó sin darle tiempo prácticamente a descabalgar al caballero de La
Puebla. El premio de la oreja dio la vuelta esperada a la cerradura. La primera
necesaria para descerrajar el portón de la gloria.