El más destacado con el cierraplaza fue
el novillero Alejandro Barragán
RUBEN DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: RDV
TOVAR (Enviado Especial).- Desde Carora los bien comidos astados
de Los Aranguez venían ayunos de bravura, casta, entrega en los engaños, a
final de cuentas el elemento base de este espectáculo que es la emoción. Fueron
un rosario muy parecido a medida que iban saliendo de toriles, casi un calco,
lo que en cierta parte exaspero a la parroquia que se dio cita a la invitación hecha
para así mismo conocer los carteles feriales de septiembre próximo.
Sin duda
un festival de lujo, a modo al gran acontecimiento que representa para la afición
taurina venezolana que se esté dando una feria de estas cataduras en los
momentos que vive el país y el toreo nacional en general.
Abrió
plaza Rafael Orellana, quien vestido con el traje típico venezolano, a primeras
iba a saber de qué se las traían los remolones pupilos de Los Aranguez, cortando
el viaje del capote y echando las manos por delante. Le mimó en varas y sobó en
el inicio de faena, por bajo, demostrando cada vez su tendencia el astado a
cerrarse en tablas, lugar donde Orellana plantearía labor, en las cercanías del
tercio de matadores, donde pudo robarle algunos muletazos por la diestra y la
zocata. Poco más pudo hacer, para despacharle de pinchazo y estocada tendida y
trasera.
Su segundo
tampoco desentonó a lo visto hasta ese momento. Le saludó con larga cambiada de
rodillas, echándole valor y ganas luego en la muleta, donde se recreó en sacar
partido por ambos lados más con la intención de agradar al conclave que lucirse
en su forma más ortodoxa. Los pinchazos que se sucedieron así como con el
descabello improvisado que utilizó con la misma espada, de importante riesgo
para los espectadores, para al final saludar desde el tercio el esfuerzo hecho
por estar presente esta tarde, tras venir desde Lima para la ocasión.
Por su
parte el diestro emeritense Alexander Guillén hizo ver que el poco rodaje que
tiene le pesó a lo largo de la función. Lo dejo ver en su primero, animal poco
dado a las embestidas que necesitaba Guillén para explayarse con la sarga,
adoleciendo del mando que requería la corta embestida de la res. Dos viajes con
el acero bastaron para mandar a la mulilla el cornúpeta.
El quinto,
el alegre y suave recibo con el percal nos hizo prever algo más de interés a lo
visto. Pero no fue así, pues inmediatamente tras el puyazo, el torito cambiaría
actitud con el engaño, parándose y distrayéndose de las telas. Con tal materia
mucho más bien lo intentó Guillén, para tras pasar en dos ocasiones con el
acero, ser silenciado.
Variedad
y ambición fue la que demostró César Valencia ante sus antagonistas que
despachó. Estaríamos hablando del triunfador de la función si no es por el mal
uso de los aceros que le dejaron sin “tocar pelo”. Por faroles de rodillas
recibió al tercero de la tarde, para medido en el castigo de varas, lucirse en
banderillas en solvente y fácil tercio, clavando tres pares de exposición en
todos los terrenos del redondel. Cruzándosele al pitón contrario, dejándole la
muleta a medio viaje, así alargó las escasas embestidas descastadas que le
permitió el burel, las que necesitó para escuchar la más unánime ovación de los
presentes. El pinchazo antes de dejar estocada en lo alto, enfrió la petición
de premio.
El sabroso
saludo de capa que se prodigó ante el sexto llamó la atención. En la querencia de
la puerta de cuadrillas hasta tres puyazos le endilgaron al morlaco, los que no
acusó en la variada labor muleteril en especial por la mano diestra que cincelo
Valencia, donde se recreó en series preñadas de naturalidad. Como ya
mencionamos, el acero emborronó lo hecho, incluso con el agravante de utilizar para
descabellar la espada, saliendo está proyectada al tendido, no ocurriendo una
desgracia afortunadamente, para al final recibir palmas tras un aviso. Parece ser
que en el fundón de los tres matadores no contaban con un espada de descabello.
Cerró
la larga función casi de más de tres horas, el novillero local Alejandro
Barragán, quien entraba al cartel en sustitución del lesionado Ángel Arturo
Orellana, quien la tarde del viernes se lesionaba el pie izquierdo, fractura de
un metacarpiano mientras entrenaba, lo que le quitó del cartel. No defraudó Barragán,
pues hizo gala de alegría y ambición en su labor completa, tanto de capote,
banderillas y muleta, arrancando el público a que conectara con lo hecho por el
joven espada en alarde de inocultable entrega ante la gran oportunidad, quien por
cierto así mismo se verá anunciado abriendo feria en septiembre próximo. Hizo el
simulacro de la estocada del becerrote, y para él la más cerrada ovación
mientras recorría la vuelta al ruedo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros Coliseo El Llano de
Tovar. Sábado 20 de julio de 2019.
Festival extraordinario de presentación
de carteles feriales
Con poco más de un tercio de plaza (aproximadamente
3000 personas) en tarde soleada se han lidiado reses de la ganadería LOS ARANGUEZ (Jesús Riera) en su
conjunto metidos en carnes pero abusivamente despitonados, más propios para un
festejo de rejones. Ante los engaños fueron en su mayoría descastados, faltos
de recorrido tras la vara, dejando un poco más el 6º y 7º del envío.
Pesos: 485, 440, 425, 428, 445, 435 y
305 kilos.
RAFAEL
ORELLANA (Vestido de liqui-liqui azul marino)
Palmas y saludos desde el tercio tras
aviso.
ALEXANDER
GUILLÉN (A la usanza campera con chaquetilla
azul turquesa)
Vuelta al ruedo y silencio.
CÉSAR
VALENCIA (A la usanza campera con chaquetilla
azul rey)
Palmas y palmas tras aviso.
ALEJANDRO
BARRAGÁN (A la usanza campera con chaquetilla
negra)
Vuelta al ruedo
INCIDENCIAS:
Antes de comenzar el festejo la Comisión Taurina se pronunció sobre el excesivo
arreglo de las astas de los toros a lidiarse ocasionado por el ganadero o
responsables de dicho hierro. *** Entre las cuadrillas destacaron con buenos
pares Francisco “Chico” Paredes, Víctor Meléndez y Ramón Contreras.
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