Habrá
toros en la capital balear para mayor gloria de los taurinos y vergüenza de la
panda anti. De momento, no se van a salir con la suya.
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS

Con esos antecedentes y este preámbulo es fácil
entender que la noticia de la semana ha sido el anuncio de Palma. Habrá toros
en la capital balear para mayor gloria de los taurinos y vergüenza de la panda
anti que se ha descolgado por el tobogán del ridículo más radical pidiendo
entre otras lindezas análisis antidopaje. ¿A quién?, me pregunto... Hombre, lo
que no quieras para ti, a más de uno se le vería el plumero, no lo quieras para
los otros ni muchos menos para los toros a los que decís amar tanto. Pues eso.
Lo vuestro es joder por joder. Vicio y demagogia. La cabra tira al monte, cree
el ladrón que todos son de su condición… Y así hasta el infinito. Con lo que
tienen que gestionar, con la de problemas que afectan a aquellas tierras,
ponerse los penachos indios y salir a bailar las danzas del absurdo es de lo
más chusco, ganas de hacer el ridículo. O si los tuviésemos que considerar
mínimamente inteligentes, a los políticos anti, será una elemental estrategia
de ingeniería política para desviar la atención de temas de auténtica
trascendencia.
El obstruccionismo oficial es total. La panda anti se ha
descolgado por el tobogán del ridículo pidiendo entre otras lindezas análisis
antidopaje. ¿A quién?, me pregunto... Hombre, lo que no quieras para ti, a más
de uno se le vería el plumero, no lo quieras para los toros a los que decís
amar tanto
Están poniendo el empeño obstruccionista que no le
han puesto a temas de auténtico riesgo social ni a los hábitos que atentan
directamente contra la salud pública. Prohíben la publicidad de la corrida en
la mayoría de los soportes, ese es su sentido de la democracia; amenazan con
multas de hasta diez mil euros por cada menor que ose colarse en la plaza
-¿cuánto cuesta eso mismo en una disco?... o, peor aún, ¿lo controlan?...;
deciden y exigen hasta el sistema de las lámparas de las instalaciones de la
plaza, o son led o no les valen; piden la declaración jurada de la existencia e
identificación de los bueyes uno por uno, como si en realidad les importase;
aprueban manifestaciones anti en los mismos lugares donde lo habían solicitado
con anterioridad los defensores de la Fiesta sin contemplar el riesgo de un
enfrentamiento… Ese es el marcaje que nos hacen. Vamos, ni Mangriñán con Di
Stéfano. No cesan, escarban y escarban en las ordenanzas y reglamentaciones que
retuercen en busca de cualquier resquicio que pueda entorpecer. De momento, no
se van a salir con la suya. En ese ambiente no podemos obviar ni dejar de
valorar el empeño de Toño Matilla, tantas veces pararrayos de todos los males y
ahora ariete y muro en la batalla balear, el hombre que debe aguantarles el
envite y sacar adelante un objetivo que nos toca a todos. A cada cual lo suyo y
lo suyo en este caso tiene su mérito.
No muy lejos, en Valencia, afrontamos la Feria de
Julio con la ilusión con la que siempre se debe ir a los toros -si no vas
ilusionado es mejor no ir- pero con la mosca tras la oreja, sabedores de que
ese no es el modelo de feria que casa con la personalidad de esta tierra ni el
que exige la situación actual. En realidad nada que impida acudir con la esperanza
de que el toreo, la Fira en sí, saque el famoso segundo aliento que tantos
triunfos ha dado a los boxeadores bravos al borde del KO y acabe sucediendo lo
contrario de lo que parecía irremisible. En tres palabras, diría que el estado
de los buenos aficionados es el de ilusionados (por comenzar la feria),
mosqueados (por cómo comienza) y esperanzados (en que acabe bien). No es nada
definitivo, porque a veces lo que parece no es, y todo acaba siendo un éxito.
Ojalá. Pero es una lástima y un riesgo que no se ponga la imaginación y la
capacidad de gestión que se ha mostrado otras veces, en esta y en otras plazas,
para ganar futuro. Con lo bien que domina esa asignatura Simón…
Comienza la Feria de Julio. El estado de ánimo de los buenos
aficionados tiene tres caras: el de la ilusión (por comenzar la feria), el del
mosqueo (por cómo comienza) y el de la esperanza (en que acabe bien)
De momento el arranque no ha podido ser más esperanzador.
Tres festejos, bajo la fórmula de clases prácticas, es decir, ausencia de
profesionales, entrada libre, ilusión infinita, buenas, muy buenas novilladas,
y unas expectativas de futuro desbordadas a cuenta de unos cuantos nombres
nuevos, no más que alevines, que han deslumbrado. Dos de ellos, de Valencia,
han sorprendido sobremanera: Javier Camps y Juan Marín, los dos abrieron la
puerta grande desde estilos muy depurados para que no sean solo Borja y Polope
quienes acaparen las ilusiones. No se quedó ahí la cosa, varios más pasaron el
corte de la esperanza: otro valenciano, Alejandro Contreras, el mejicano Isaac
Fonseca, el portugués Duarte Silva, el francés Lalo de María, nadie puede negar
la internacionalidad de la Fiesta, el extremeño Manuel Perera… sin que se pueda
decir que no haya ningún tapado entre los que tuvieron menos suerte. Esto no ha
hecho más que comenzar. En ese sentido, montamos en la buena ola.
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