Un
importante toro de La Quinta impulsa por la puerta grande al matador sevillano
en su despedida de Cuatro Caminos; un gran Emilio de Justo le acompaña en el
triunfo,
Curro Díaz |
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Santander
A estas alturas de la temporada existen ya graves
sospechas de que a Emilio de Justo le han hecho un butrón en 2019 sus propios
apoderados. Es difícil rentabilizar peor una campaña tan importante como la
suya pasada. Entre las lesiones inoportunas y Luisito y Alberto García....
Empieza uno el año con El Cid en Vistalegre, que es plaza de la casa, y, claro,
llega Santander y te anuncian con El Cid. Que se despedía de Cuatro Caminos
entre ovaciones y pancartas. Y con la baraka sempiterna como aliada. Muchos
frentes para De Justo. Que puede con casi todo incluso sin el Timonero que
repescó los reflejos más cabales de Manuel Jesús. Como espectros del pasado en
el mar de la nostalgia. O en el Cantábrico, donde para afrontar la "tarde
de gran responsabilidad" y aliviar tensiones, uno de los administradores
de Emilio chapoteó y colgó por la mañana el selfie en Twitter. Hay cosas que
marcan y que sólo un torero tan bueno supera con la categoría que le restan. A
hombros marcharía finalmente con Cid.
Su cabeza funciona tan bien como su expresión. Que
está en sazón como demostró con Bombero. Un hermoso y bravo toro de La Quinta
que escondía claves a desentrañar. Para empezar no abusó del caballo, aunque
Bombero quería el fuego del peto desde cualquier lugar del ruedo. Y después
entendió perfectamente la media distancia para jugar con las inercias y romper
ese dique de la embestida. Que se venía más que se iba. Y lo hacía sin
descolgar. EDJ tapó defectos y potenció virtudes. Y así aprovechó el mayor recorrido
del pitón derecho, siempre con la muleta puesta. Los pases de pecho fueron
colosales broches. Cuando parecía que la faena concluía en el tono menor del
pitón izquierdo, una última ronda de redondos lo exprimió con fibra y gesto. La
rectitud de la estocada dejó jirones de la taleguilla en los cuernos. El trofeo
fue muy de verdad. Una ovación arropó el arrastre de Bombero. Tan generosos
público y torero con la entereza del toro.
Y remató la tarde con un santacoloma de ojos
achinados que se dormía a mitad del muletazo. O se desentendía de él. Emilio de
Justo le consintió todo. Incluso sufrió un volteretón por tragar lo indecible.
El acero de su piel, tanto como el de su empuñadura, lo catapultó en volandas.
Curro Díaz puso cariño en el brindis a Manuel
Jesús. El mismo amor ya le podía haber puesto al puyazo desmedido. El bondadoso
torito, que venía con el poder contado de fábrica, acusó el hemorrágico castigo
tremendamente. Díaz lo mimó ahora en la apertura y en dos series desigualonas
de suaves derechazos. En la tercera tanda, un tirón seco como este agosto dio
con la osamenta en el ruedo del frágil santacoloma. Que se incorporó encogido y
moribundo. Casi le sobró el espadazo en los blandos.
Exactamente por el mismo sitio despachó CD al
cuarto, elevando el bajonazo a la categoría de suerte. El rincón de Ordóñez, le
decían antiguamente. Pintó el linarense flashes con el buen embroque del santacoloma.
Que tenía ese noble instante de humillación, el preciso para lo que dura el
pase de Díaz.
A lo tonto, la mano de Espartaco cayó un par de
veces -una en cada paleta- sobre el quebradizo Palomo. Tan estrecho, lindo y
fino, sangraba hasta las pezuñas. Por uno y otro lado. No había ni fuelle ni
fondo para tanto. Y se desinfló como un globo en la muleta de El Cid. Que
remontó con la belleza superior del quinto. Timonero vino a hacer justicia a un
currículo de bajío imbatible. Que recuperó de los túneles del tiempo al viejo
Cid. Que devolvió con largura potra y aliento. Por una y otra mano -no tanto
por la izquierda- colocaba la cara en los vuelos Timonero, y sembraba con su
humillación la confianza del sevillano en retirada. Si a la faena se le borran
los momentos de histriónico descaro -como el cierre- y algún que otro
desajuste, da un adiós inmejorable de Cantabria. Media estocada en todo lo alto
y la puerta grande a todo un idilio con Cuatro Caminos.
Timonero capitaneó la gloriosa despedida.
LA QUINTA - Curro Díaz, El Cid y Emilio
de Justo
Plaza de Cuatro Caminos. Martes, 23 de julio
de 2019. Tercera de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de La Quinta, hechurados y entipados; frágiles pero muy sangrados 1º y
2º; bravo sin humillar el 3º; extraordinario el 5; bueno el 4º; dormido y
desentendido el 6º.
Curro
Díaz, de azul pavo y oro.
Estocada baja (saludos). En el cuarto, estocada baja (petición y saludos).
El
Cid, de tabaco y oro. Estocada
rinconera (palmas). En el quinto, media estocada arriba. Aviso (dos orejas).
Emilio
de Justo, de verde esperanza y
oro. Estocada (oreja). En el sexto, gran estocada (oreja y petición). Salió a
hombros con El Cid.
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