miércoles, 24 de julio de 2019

FERIA DE SANTANDER – NOVILLADA: La nueva revelación de Molina

La gran promesa de Albacete se reivindica y sale a hombros; Antonio Grande y Fernando Plaza pierden el triunfo con la espada ante una buena novillada de Zacarías Moreno.
Fernando Plaza
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Santander

A José Fernando Molina se lo tragó la tierra y la temporada después del impacto septembrino en Albacete. Que es su tierra. Dicen que su preparación ha sido a conciencia, en silencio. De puertas adentro. Extramuros el panorama es un invierno nuclear para los novilleros. El eco de aquello perduraba. Y Molina lo amplificó...

Entre Fernando Molina y Fernando Plaza hay un José de diferencia. Y un concepto distinto. Un nombre corto siempre es más rotundo. Anduvieron el paseíllo desmonterados. Como debutantes que eran en la bombonera de Cuatro Caminos. Molina se colgó la montera en un dedo de la mano izquierda que hacía de percha... Pero lo que verdaderamente llamó la atención fue su nueva revelación en público, el poderoso aldabonazo de sus virtudes: mando y oficio, temple y espada. Que marcó la diferencia en la tarde. Y no sólo.

Fernando Plaza, por su parte, imprimió embroque y una despaciosidad deslumbrante a su toreo. No sólo por el contraste con el ritmo trepidante de la faena inmediatamente anterior de Antonio Grande. Que anduvo a la velocidad del bravito Repique. Honor al nombre hacía el becerrote de Zacarías Moreno y repicaba y repetía incansable a falta de un tranco. Plaza, también por comparación con el estilo acamperado de Grande, desprendió un halo elegante, dejándole meter la cara al utrero moldeable y bramador. Coincidieron en arrebatos novilleriles: el arranque del salmantino con un farol arrollado de rodillas frente al cierre por manoletinas de hinojos del madrileño. Y se asemejaron en el naufragio con los aceros. Y también en los quites y lances vistosos: tafalleras, tijerillas, chicuelinas y otras variadas fruslerías.

Por eso, cuando José Molina salió meciéndose con el capote y hundiendo el mentón en la verónica la campanada fue superior. Tanto en el saludo como en el quite, los lances volaron a compás. Pausados, lentamente dibujados. El utrero zascandileaba con sus flecos mansos y querencias marcadas. Lo bueno es que se salía mucho del muletazo -de lo contrario pecó la buena novillada de Zacarías, de no salirse-; lo malo, que a veces arrollaba. Molina lo quiso enganchar siempre por delante y llevarlo muy largo, acoplándose con lucidez y contado ajuste a las diferentes marchas del motor enemigo. Menos cuando lo citó con los toriles a la espalda: el volteretón fue como un atropello. No pasó nada. Y milagrosamente tampoco al atacar a ley una superior estocada. Otra vez contempló Santander en espeluznante vuelo. Del trance salió con la taleguilla rota y una oreja en el esportón.

Subió de trapío la novillada a partir del cuarto. Que pesó más no sólo en la tablilla sino también en la muleta. Antonio Grande se atalonó con firmeza y tiró en serio de la definida, clara pero agarrada embestida. Quebrada la cintura, desencuadernada la figura, todo su enorme mérito volvió a robárselo la espada: no hace la cruz y ese es su calvario.

Al igual que Grande, Fernando Plaza no perdonó un quite. Por gaoneras ahora. Se las tragó como todo el fuerte novillo, con más obediencia que celo. El medido fondo acabó pareciendo más escaso por la abundancia de la obra, templada y algo desestructurada. FP volvió a dilapidar los logros con la tizona y un descabello sin fin.

El revoltoso último traía cuerpo de toro. El puyazo le asentó en parte el espíritu guerrillero. Molina entendió perfectamente el pitón izquierdo como el de más largo desplazamiento. Los pases de pecho afloraron otra vez con categoría. Un arrimón final, los circulares para la galería y un recto espadazo le aseguraron la puerta grande.

Albacete tiene torero a seguir.

ZACARÍAS MORENO - Antonio Grande, Fernando Plaza y José Fernando Molina

Plaza de Cuatro Caminos. Lunes, 22 de julio de 2019. Segunda de feria. Más de media entrada.

Novillos de Zacarías Moreno, más fuertes los tres últimos; nobles en sus diferentes grados de bravura y agarrada entrega.

Antonio Grande, de blanco y oro. Tres pinchazos y estocada (saludos). En el cuarto, dos pinchazos y estocada. Aviso (saludos).

Fernando Plaza, de nazareno y oro. Estocada atravesada y varios descabellos. Aviso (silencio). En el quinto, dos pinchazos, media y varios descabellos. Dos avisos (silencio) .

José Fernando Molina, de gris perla y oro. Gran estocada (oreja). En el sexto, estocada corta (oreja). Salió a hombros.

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