viernes, 26 de julio de 2019

FERIA DE JULIO – NOVILLADA DE ABONO: El Rafi, a hombros en el ilusionante debut de Miguel Polope

SALVADOR FERRER
@salvaferrer78
Diario EL MUNDO de Valencia
Foto: EFE

Hacía tiempo que la afición de Valencia no vivía y sentía una novillada como un acontecimiento. La presentación y el debut con caballos de Miguel Polope, la joya de la corona, con Borja Collado, triunfador en Fallas por marzo, en la Virgen por mayo y en junio en el Corpus de Granada. Una pareja que confronta conceptos y personalidades. Y no solo estilos. Y ante esa confrontación conceptual, varias coincidencias: los dos de Torrente, los dos viven en el mismo barrio y estudiaron en el mismo colegio. En la misma clase, también. Y casi el mismo vestido ayer: salmón y rosa. Matices.

Más allá de análisis localistas, de los que quien suscribe suele tratar de huir, Valencia vive el esplendor de su escuela de tauromaquia. Fernando Cuadri me dijo el otro día que la escuela valenciana es, junto con la de Madrid, la que marca las diferencias en el campo. Javier Camps y Joan Marí, por cierto, cortaron dos orejas cada uno en el certamen de escuelas taurinas que se celebra como aperitivo de la Feria de Julio por San Jaime. San Jaime, por cierto, siempre lo usaron en sus crónicas el maestro Vicente Zabala Portolés, ahora Zabala de la Serna y antes Paco Picó, decano de los periodistas taurinos. Lo que subyace de esta reflexión es que los alumnos de la escuela taurina lo que necesitan es torear e ir al campo y no tanto escaparate mediático sin relevancia. Hubo años en la gestión del PP en que los tentaderos no pasaban de los cuatro por temporada. Ahora se cruza la cifra de los 50 y 60 por ejercicio. El dato es tan desolador como demoledor. Ay, San Jaime...

El primer novillo de Zacarías Moreno fue excelente. La nobleza, la bondad, el ritmo. Perfectas las hechuras, además. Despertó la tarde Borja Collado con un quite por saltilleras soberbio y una brionesa cumbre. Pura lentitud. Tras banderillear, El Rafi se puso de rodillas en el tercio a torear en redondo. Corrió bien la mano. Molestó Eolo, nunca el utrero. De hermosa factura fueron algunos muletazos sueltos y los pases de pecho. Como la monumental estocada recibiendo. Oreja para el novillero y aplausos en el arrastre para el novillo.

El cuarto fue novillo temperamental. Bravo. Con su violencia y su importancia. Tragó El Rafi los humos del utrero y los vientos inoportunos que casi le cuestan algo serio. De mitad faena en adelante, cuajó una serie maciza con la izquierda y otra en redondo de notable factura. Quebrada la cintura, el compás abierto y la muleta por abajo. La profundidad y el gobierno. Otra estocada recibiendo puso en bandeja la segunda oreja y la puerta grande del debutante en esta plaza.

Borja Collado se fue a porta gayola y nada más levantarse firmó dos verónicas de dibujo superior. Qué facilidad tiene y qué difícil es. Miguel Polope llenó el escenario con dos tafalleras y una media cumbre a la cadera, erguido como un ciprés. Collado toreó encajado, con un aplomo, un asiento y una autoridad impropias de un novillero recental. Da gusto ver lo cerca y lo despacio que se los pasa. Al natural hubo una serie maciza de mano muy baja. Si no falla con la espada, le hubieran pedido la oreja.

El quinto embestía dormidito, con lo que eso mosquea a la torería. Y sin entrega. Para entrega la de Borja, más quieto que la mar. En una de esas el novillo lo volteó y le pegó una paliza severa. Entró a la enfermería y salió como si nada. Sin chaquetilla y sin darse coba. Aptitudes al margen, tiene raza y ambición. Ojo siempre con los que conjugan el verbo querer. Ganas de volver a verlo. Antes de entrar a matar, la plaza en silencio, sonaba la sirena de una ambulancia. Metáforas de la vida.

El astifino tercero fue un novillo sin clase. Feo el estilo. Ni humilló nunca ni quiso nada por arriba. Complejo. Aquerenciado en banderillas, rajadito en los finales. Polope prologó genuflexo con su magnético sello. Muy fiel a su personalidad: vertical, erguido, hierático. Mejor tono tuvo la faena cuando Miguel se rompió con el novillo que cuando quería abandonarse. Una sensacional estocada propició la oreja en la tarde de su debut.

El sexto era un toro. Su expresión astifina. Polope inició con estatuarios que portaban un aroma de fotografías en sepia de los años 40. Luego hubo una seria con la derecha, con media muleta, con las hombreras caídas, con el abandono de los artistas embaucadora. Y un trincherazo sin obligar que tuvo torería para hacer un poema. La faena fue más intensa que rotunda. De esa intensidad que tiene la tauromaquia profunda y el toreo clásico. Se le fue la espada y se le fue la puerta grande. Tiene eso que te da Dios y no se aprende en las escuelas.

ZACARÍAS MORENO - El Rafi, Borja Collado y Miguel Polope

Plaza de toros de Valencia. Jueves, 25 de julio de 2019. Primera de abono. Feria de Julio. Novillada con picadores. Un tercio muy largo de entrada.

Se lidiaron novillos de Zacarías Moreno, de notables hechuras y desigual conducta. Notable el 1º, aplaudido en el arrastre, manejable el 2º, desclasado el 3º, bravo y temperamental el 4º, aplaudido en el arrastre, deslucido el 5º, potable el 6º.

El Rafi, de gris plomo y oro. Estocada recibiendo. Oreja. En el cuarto, estocada en la suerte de recibir. Aviso. Oreja. Salió a hombros por la Puerta Grande.

Borja Collado, de salmón y oro. Dos pinchazos, estocada y descabello. Aviso. Ovación. En el quinto, estocada tendida. Oreja.

Miguel Polope, de rosa y oro, que debutó con caballos. Estocada. Oreja. En el sexto, estocada baja y trasera (ovación).

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