Los
miuras han hecho un encierro rapidísimo, con un tranco brutal. La mayor
velocidad de unos Sanfermines que se han corrido a la velocidad de la luz.
JOSÉ LUIS
VADILLO
@jlvadillo
Diario EL
MUNDO de Madrid
Se llama Rabanero, pesa 640 kilos y se ha
convertido en el protagonista indiscutible del último encierro de los
Sanfermines de 2019 y posiblemente de todas las fiestas. Un tropezón en
Mercaderes le ha dejado rezagado desde casi el comienzo de la carrera y ha
llegado a la plaza con unos segundo de retraso después de haber hecho en solitario
buena parte del recorrido y sembrar el pánico a su paso.
Un resbalón en Mercaderes ha provocado que
Rabanero perdiera contacto con el grupo hasta convertirse definitivamente en un
toro suelto. La estampa del miura castaño era espectacular. Los corredores
veían una mole lanzada al galope. Por su alzada, parecía más un caballo o un
cabestro que un toro. Pero tenía todas las malas intenciones de un bravo
marcado con el hierro de Miura.
Su primera víctima ha sido un mozo que salía del
lado derecho. Como quien cruza la calle sin mirar si el semáforo está abierto
para los peatones. Ah, ¿no? Pues ha llegado el autobús y se lo ha llevado por
delante. El toro ha metido la cabeza abajo y le ha corneado en el muslo
izquierdo, con una vuelta de campana incluida y una dura caída sobre los
adoquines.
Rabanero ha seguido la marcha al galope, aunque
lanzando alguna mirada aviesa los lados. La estampa era irrepetible. De hecho,
se ha creado un espacio de seguridad poco usual entre las astas del animal y
los corredores. Puede ser respeto. Puede ser prudencia. Pero es que no es lo
mismo una manada compacta buscando refugio unos animales en los otros que un
ejemplar en solitario que se sabe en territorio hostil.
A su llegada a Telefónica, el ritmo ha decrecido y
el gigantón de miura se ha encontrado con una masa mayor de corredores y, sobre
todo, de mozos despistados, como es habitual en este tramo. Primero ha
arrollado a un joven de blanco. Inmediatamente después, a otro con una camiseta
negra, al que ha corneado en un brazo y ha llevado en volandas hasta cerca del
vallado derecho. Allíi ha hundido su pitón en la axila derecha de un mozo con
camiseta azul que se acababa de encaramar a la barrera buscando refugio. Pero
no hay lugar seguro dentro del recorrido del encierro con un toro suelto. Dos
cogidas y una cornada en una decena de metros. Así se las gastaba.
Tras esta escabechina, Rabanero ha seguido la
marcha hacia el ruedo, a donde ha llegado fatigado y algo despistado, sin
terminar de hacer demasiado caso a los dobladores. Parecía que había
desarrollado cierto sentido y tenía querencia por volver sobre sus pasos.
EL ENCIERRO MÁS RÁPIDO
Los miuras han hecho un encierro rapidísimo, con
un tranco brutal. La mayor velocidad de unos sanfermines ya de por sí muy
veloces. La manada, sin embargo, ha salido perezosa delos corrales, le ha
costado seguir a los cabestros en los primeros metros. Pronto, dos de los toros
negros de Miura han comenzado a avanzar por Santo Domingo, donde los mansos
seguían en vanguardia, para llegar a la plaza Consistorial con los morlacos por
delante.
Justo a la entrada de Mercaderes se ha producido
el hecho que ha marcado el encierro: el miura castaño ha resbalado junto a otro
cárdeno y ya no ha podido contactar completamente con el grupo.
En el paso por la curva han comenzado las
hostilidades. Precisamente estos dos toros que cerraban el grupo han arrollado
a un par de corredores y han pisoteado a varios que habían caído en el lado
abierto de la curva. Más de media tonelada pisoteando a los mozos. Uno que
permanecía colgado de forma inverosímil en este punto del vallado ha estado a
punto de ser arrancado literalmente de su refugio por el cuerno de uno de los
miuras.
El inicio de la Estafeta ha sido espectacular. Dos
de los cárdenos han tomado el mando y se han visto unas carreras apasionantes,
con una violencia y velocidad tremendas. Varios jóvenes más arrollados y
pisoteados en la acera izquierda. Según avanzaba la calle, los toros han ido
perdiendo fuelle y los cabestros han vuelto a tomar protagonismo. Ahí han
vuelto las peleas y braceos que hemos visto casi todos los días. Interesante y
arriesgado, pero carreras sucias, enmarañadas.
Así han acabado unos sanfermines que se han
vivido, y corrido, a la velocidad del rayo, con un Rabanero que ya se ha hecho
hueco en la memoria colectiva del encierro de Pamplona.
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