sábado, 13 de julio de 2019

FERIA DE SAN FERMÍN - De Ordóñez a Padilla, los ídolos de Pamplona

Toreros de muy distinto corte que han conquistado el corazón de la particular afición navarra logrando hacer historia.

GONZALO I. BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
Diario EL MUNDO de Madrid

Desde el maestro de Ronda al Ciclón de Jerez, pasando por Ruiz Miguel, El Viti, Emilio -temple- Muñoz, Espartaco y Pepín Liria. Todos ellos han encontrado la forma de conquistar a la afición de Pamplona con su dual personalidad: la silenciosa exigencia de la sombra, la bullanguera pasión del sol. Los ídolos de Pamplona han llenado de contenido páginas de oro de la historia de la tauromaquia. Tras la retirada de Padilla, el trono está vacío. Roca Rey, a golpe de triunfo, aspira a hacerse con él. Pero ninguno de sus compañeros como Antonio Ferrera (que logró un rabo en esta plaza) o Cayetano (que conoce las claves para poner de acuerdo a la sombra y al sol), se lo van a poner fácil al peruano.

ANTONIO ORDÓÑEZ

Fue rey del Norte. Admirado en todas sus plazas. Endiosado en Pamplona donde sumó al empaque de sus verónicas una personalidad arrolladora. Protagonizó con éxito los Sanfermines desde todos los prismas posibles dentro de su compleja personalidad: toreó en 32 ocasiones, debutó como ganadero con una corrida de toros en 1961, corrió el encierro de su propia corrida, fue pastor y también doblador en otra ocasión. Retó a las peñas que lo encumbraron y también le abroncaron con fuerza en su última actuación en el 71. El aficionado más serio le dio el valor que tuvo como figura del toreo: inolvidable la faena al toro de Arranz y el rabo logrado en el 68 (que se suma a las 32 orejas de su palmarés). Fue base de la Feria del Toro anunciándose hasta en cuatro ocasiones por feria alguno de los años tras su debut en 1952. Fue una de las estaciones del 'Verano Sangriento' disputado con Luis Miguel Dominguín ante la mirada de Hemingway que lo retrató todo para darle a San Fermín su proyección más internacional en Fiesta. Como anécdota curiosa, el maestro de Ronda se vistió de pamplonica para torear un festival benéfico.

RUIZ MIGUEL

Cogió una sustitución y le quitó el récord a Ordóñez (después de Machaquito). Ruiz Miguel fue otro admirado icono de Pamplona nacido en el sur y recomendado por primera vez por Miguel Criado 'El Potra' que le dijo: "Cañailla, estás puesto en San Fermín, lo único que te pido es que cuando termines que no te canten eso de 'que te vayas y que no vuelvas más'. Doce corridas de Miura y otras muchas con ganaderías durísimas. Corrió en una ocasión los encierros junto a su amigo y compañero Antonio José Galán. Numerosos triunfos recoge el palmarés de Ruiz Miguel en Pamplona, entre ellos el premio al triunfador de San Fermín en dos ocasiones, también la famosa faena a Estopeño de 659 kilos proveniente de Zahariche. También conoció en el ruedo de la Monumental pamplonica la otra cara de la fiesta: dos graves cornadas, la del toro del Marqués de Domecq en la axila y la de un Pablo Romero que le hirió de gravedad. Pamplona le obligó a dar dos vueltas al ruedo en su retirada con los miuras pese a que la corrida no embistió. El maestro gaditano se llevó el recuerdo del cariño de las peñas y de los aficionados más exigentes.

EL VITI

Las peñas coreaban: ¡El Viti!, ¡El Viti!, ¡El Viti es cojonudo!, como El Viti... ¡no hay ninguno! Y Santiago Martín, con la seriedad de su gesto, recorría el anillo recogiendo los regalos de las peñas. La serenidad caracterizó sus faenas y la celebración de sus triunfos aunque un día, en 1976, la unanimidad del reconocimiento pamplonica provocó que unas lágrimas recorrieran el sobrio rostro de su majestad. Vicente Zabala Portolés concluyó aquella tarde su crónica abecedaria recogiendo la emoción del salmantino: "El público salió entusiasmado. En Pamplona, a estas horas, no se habla más que de El Viti. El toreo, cuando es bueno, llega a todo el mundo. El Viti abandonó la plaza con lágrimas en los ojos. Las lágrimas de un torero, de un gran torero, que se ha encontrado hoy a sí mismo en Pamplona". La gravedad majestuosa de El Viti encajó en Pamplona de forma extraordinaria desde la tarde de 1962 cuando, coincidiendo con el rodaje de 55 días en Pekín, Charlton Heston acudió a los toros en un cartel que completaron Antonio Ordóñez y Paco Camino.

EMILIO MUÑOZ

Ignacio Cía, miembro de la Comisión Taurina de la Casa de la Misericordia, recordaba años atrás en las páginas de EL MUNDO la importancia del torero de Triana para Pamplona: "Emilio Muñoz tuvo regularidad y desde el primer momento se le reconoció aquí, gustaba mucho en Pamplona".

Es un caso único en la historia del toreo. Su carrera estuvo ligada a Pamplona desde siempre, toreando 27 tardes y logrando 19 orejas y un rabo. Para la historia dejó la gran faena al toro del Marqués de Domecq de 1994. El maestro de Triana fue durante casi un cuarto de siglo el matador de toros que devolvía a Pamplona la esperanza de aquello que llaman ver torear. Siempre fiel a sí mismo Pamplona fue una de sus plazas, y en su público obtuvo más respeto que en ningún otro lugar. Como le ocurriría a Ordóñez, se despidió de la plaza bajo una sonora bronca en una triste tarde. Tuvo un partidario tremendo que fue Marcelino Jiménez, además de grandes amigos en la capital Navarra.


ESPARTACO

Espartaco es otro torero fundamental para la afición de Pamplona. Los cánticos iban del "Eeeeeeeeespartaco" al principio de las faenas a el "Es-par-ta-co, Es-par-ta-co" una vez logrado el triunfo. Debutó en Pamplona en 1980 con una corrida del Marqués de Domecq. Salió a hombros y comenzó un idilio que ya no se rompería en toda su carrera. Dejó tardes para el recuerdo como aquella del año 88 o el pleno (cuatro orejas) en una prodigiosa actuación ante toros de Sepúlveda en 1991. Su presencia era fija en la Feria del Toro. Nunca decepcionó a sus partidarios, logró ocho salidas a hombros y numerosas orejas. Su carisma, su raza, su técnica encontraron en Pamplona una admiración sin igual.

PEPÍN LIRIA

En 2018 demostró a toda una generación lo que ha significado Pepín Liria para Pamplona. El murciano volvió de forma excepcional y volvió a escuchar los clásicos cánticos de "Pepín, Pepín, Pepín" que coreaban las peñas a todo gas. Esa tarde vino a resumir al entrega sin límites que tuvo su relación con Pamplona donde cuajó aquella épica faena ante un toro de Cebada Gago en 1998 y donde también cayó herido en el año 2004. Tuvo dos cornadas, una muy grave en el pecho, cerca del corazón y otra de espejo, en la cara. Mucha emoción también tuvo la tarde de su despedida oficial en 2008, las peñas le entregaron un recuerdo tras el paseíllo que rezaba "A Pepín Liria, por su honradez y valentía". Su incombustible arrojo pechó con las corridas más duras. Pepín siempre dio espectáculo en su Pamplona. El torero de Murcia recuerda la llamada para sustituir a José Tomás en una Feria del Toro con su hija recién nacida entre sus brazos. No se lo pensó, tras besarla y abrazarla, se fue a Pamplona a cumplir con su plaza.

JUAN JOSÉ PADILLA

Se trata del último gran ídolo que ha tenido Pamplona: Juan José Padilla. También conocido como 'El Ciclón de Jerez'. Ya logró conquistar el corazón de Pamplona en su etapa de Miuras, con épicas faenas a sangre y fuego. También pagando con sangre su entrega como en aquella cornada del cuello que casi le cuesta la vida. Después, tras la cornada de Zaragoza en la que perdió el ojo izquierdo, encontró en Pamplona un bálsamo de gratitud a tanta entrega. Aquí comenzaron a ondear las banderas con la calavera pirata. Las largas cambiadas, las banderillas, los inicios y los desplantes de rodillas. A su modo, Padilla ha sabido entender a la afición de Pamplona. La despedida, con el pañuelo de bucanero tapando la amplia brecha abierta unos días antes, concluyó en una salida a hombros apoteósica. Todo comenzó en 1999, cuando sólo contaba con el contrato de Pamplona, tras un triunfo apabullante, se puso a torear en el circuito más duro de las ferias. Pamplona se lo dio todo. El eco del fervor despertado por el jerezano no ha dado sus últimos coletazos: "Illa, illa, illa, Padilla, maravilla"...

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