El
sevillano analiza su debut en Pamplona tras haber participado en un encierro en
los Sanfermines de 2010.
HUGO
ALGUACIL PÉREZ
@hugoalguacil
Diario EL MUNDO de Madrid
Es el torero al que todos los aficionados quieren
ver. La sensación de la temporada. El custodio de lo clásico y de la medida. Lo
intemporal. Pablo Aguado encaja todo calificativo excepto el de "torero de
moda". Ese no le gusta nada, consciente de que las novedades pasan cuando
baja la efervescencia. Desde la posición que se ganó en las primaveras de
Sevilla y Madrid encara su primer verano en los carteles caros. Acepta el reto
de ser esperado, observado y exigido.
"Es gratificante que la gente quiera ir a
verme. Es muy bonito y me crea aún más responsabilidad. Llego a un compromiso
tan serio como el de Pamplona con mucha moral por cómo está yendo el año",
afirma el diestro sevillano, consciente tanto de la importancia que tiene esta
plaza en su crecimiento como torero como de lo que ocurriría si creyera que no
le queda camino por recorrer: "Si no se mantiene el nivel se deja de estar
de moda".
Ocho días separaron las dos tardes mágicas de
mayo. En la primera, en el luminoso viernes de Farolillos y en un cartel con
Morante de la Puebla y Roca Rey, cortó las cuatro orejas a los toros de
Jandilla y salió por la Puerta del Príncipe. Con la expectación disparada tras
llevar a la locura a su Sevilla, rindió Madrid con la yema de sus dedos en una
faena de silencios y crujíos en los tendidos. La espada le libró del trago en
que se ha convertido el trayecto desde la Puerta Grande de Las Ventas hasta el
coche de cuadrillas.
"QUIERO VIVIR PAMPLONA TAL Y COMO
ES"
Aguado hará el paseíllo sin montera en la bulla
que es la plaza de toros de Pamplona. No actúo de novillero, tampoco en 2018,
cuando ya había tomado la alternativa. Este 2019 se presenta en la Feria del
Toro en la corrida de Victoriano del Río junto a Antonio Ferrera y Julián López
El Juli. Si se lo dicen en invierno... "habría sido difícil de
creer", admite sin rubor.
La identidad de Pamplona es especial como especial
es Pablo Aguado. Las peñas cantarán, bailarán y beberán toree quien toree pero
si en el ruedo prende la inspiración los tendidos, con aficionados tan
entendidos como en cualquier otro lugar, arderán. "Claro que mi toreo
puede cuajar en Pamplona, el mío y el de todos. Cuando surge algo que tiene
emoción, sea en el concepto que sea, llega a todo tipo de público".
¿Se puede silenciar esta plaza? Obviamente no, ni
tampoco es algo que busque ni necesite: "Quiero vivir Pamplona tal y como
es, sin cambiar nada".
"EN EL ENCIERRO NO DOMINAS LA
SITUACIÓN"
Todo matador anunciado en la Feria del Toro anhela
emerger en volandas por el callejón en el sentido contrario al que siguen los
toros en el encierro de la mañana. Pablo Aguado sueña con divisar y acercarse a
la curva de Telefónica y, esta vez sí, disfrutar. Como corredor eso no es
posible.
Fue en 2010 -"el año que ganamos el
Mundial"-, cuando tenía 19 años. Con una camiseta negra, pantalón blanco y
pañuelico rojo al cuello, Pablo Aguado se colocó al final de la Estafeta
dispuesto a correr el encierro de Miura. "No cogí toro", lamenta,
algo que sí consiguió con los de Jandilla. Un año antes, en ese mismo lugar un
astado de esa ganadería corneaba mortalmente a Daniel Jimeno.
Un tío que se gana la vida pasándose los pitones
por los muslos hace una escala del terror: "En el encierro se pasa más miedo
que toreando". El sentido común, por pura supervivencia y gracias a un
sencillo cálculo de probabilidades, indica que es preferible estar en una calle
junto a miles de personas y seis toros que frente a uno en el ruedo.
¿De dónde viene entonces ese miedo desmedido?
"No son sólo los animales, es la multitud de gente a tu alrededor, es no
verles hasta que se te vienen encima. No eres dominador de la situación".
Y ese ruido: "La sensación justo antes de correr es muy fuerte. Hay una
tensión muy grande dentro del recorrido del encierro y según se acercan los
toros aumenta aún más porque les escuchas cómo llegan".
Juan José Padilla, David Mora, El Fandi o Jiménez
Fortes han emulado en los últimos tiempos a Antonio Ordóñez, leyenda absoluta
de Pamplona y varias veces corredor de los encierros. Aguado no descarta volver
en el futuro al final de la Estafeta pero hacer como El Ciclón de Jerez, que en
varias ocasiones salió a conocer en la mañana a los miuras a los que debía
enfrentarse en la plaza por la tarde, no lo ve tan claro: "Para eso no se
tiene cuerpo".
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