El
encierro de los toros de Núñez del Cuvillo ha sido el más espectacular de lo
que va de sanfermines, con muchos momentos de tensión y carreras de mucho
mérito.
JOSÉ LUIS
VADILLO
@jlvadillo
Diario EL
MUNDO de Madrid
Después del aburrimiento de los Jandilla el miércoles
y de la protesta insólita del jueves, llegó el espectáculo y la emoción a
Pamplona. Porque han pasado muchas cosas desde el minuto cero hasta que la
manada ha llegado a los corrales. Han sido sólo 2:18 minutos protagonizados por
los de Núñez del Cuvillo, pero plagados de emoción, de detalles de calidad y de
carreras espectaculares.
Los cuvillos no eran especialmente llamativos de
presencia. Es más, daban poco peso en la báscula y sólo los tapaban sus
cornamentas espectaculares. Pero desde el primer segundo han impuesto su
presencia en la calle.
Al lado derecho de la cuesta Santo Domingo, poco
después de pasar la hornacina de San Fermín donde se canta cada día, el toro
negro que cerraba el grupo se ha pegado a la pared y ha lanzado un derrote seco
a un corredor. Una cornada en el muslo izquierdo a un habitual de este tramo
que ha provocado incluso la caída del animal debido a la velocidad. Rápidamente
se ha incorporado el cuvillo, y mientras buscaba el refugio de la manada no
paraba de lanzar gañafones a los lados, de estirar el cuello de un lado al otro
buscando nuevas presas.
Pero no ha habido toro suelto. La manada se ha
agrupado ya en la Plaza del Ayuntamiento, donde los toros hoy sí pugnaban por
hacerse con el liderato del grupo. Sólo dos cabestros se lo discutían. El
jabonero, paso a paso, ha ido abriendo el grupo, sobre todo por el lado
derecho, de forma noble.
El paso por la Estafeta ha representado la calma
que precede a la tormenta.
REVANCHA EN LA ESTAFETA
Los corredores de esta larga recta, maltratados
cada día y con motivos para la queja en estos sanfermines, se han podido
desquitar al fin. Nada más salir de la curva, un joven con camiseta roja y la
bandera de Madrid en el pecho se ha dado una de las carreras del año. Sin duda.
La manada ofrecía facilidades. Dos toros con un cabestro por delante, otros dos
por detrás y, un poco más escalonados, dos cerrando el grupo. Muchas
posibilidades para buscar a los morlacos.
La emoción se ha disparado y el riesgo también.
Mediada la Estafeta han comenzado los resbalones y trompazos de los de Núñez
del Cuvillo. Primero uno negro, después el jabonero. Un corredor ha tratado de
aprovechar la caída de este último para darse una carrera más, pero en ese
instante se le ha cruzado otro mozo y ha caído, tendido boca arriba sobre los
adoquines con la mirada del jabonero a sólo unos palmos, indefenso. La vida en
un segundo. El animal no le ha hecho caso y ha continuado su galope hacia la
plaza.
Ya la manada estaba completamente rota. Los
mejores corredores no han dejado pasar la ocasión. ¿Cómo se aprecia que una
carrera es buena? Basta con repasar las imágenes de televisión y fijarse en un
corredor con el periódico en forma de abanico rozando el hocico del toro, con
el brazo estirado, templando la carrera midiendo la escasísima distancia entre
los pitones y su cuerpo.
El último tramo del encierro, ya en Telefónica, ha
vuelto a ser complicado, sucio, con muchos tropezones de los mozos, caídas,
algunos empujones. En el callejón, de nuevo jóvenes caídos sintiendo las patas
volar sobre sus cabezas. Afortunadamente, sin consecuencias.
El balance provisional de heridos habla de cinco
atendidos por los equipos sanitarios, el corneado, un importante traumatismo
torácico y otros tres traumatismos menos graves.
EL CARTEL DE ESTA TARDE
Toros
de Núñez del Cuvillo
Antonio
Ferrera, que sustituye a Roca Rey, Miguel Angel Perera y Cayetano.
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