El
‘vis a vi’s del sevillano y el peruano es el plato fuerte de la feria de Pedro
Romero, que este año adelanta en una semana su programación taurina.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
Los carteles ya son oficiales. La plaza de la Real
Maestranza de Ronda volverá a vestirse con sus mejores galas para acoger la
LXIII Corrida Goyesca. El ‘mano a mano’ que dirimirán Morante de la Puebla y
Andrés Roca Rey será el indiscutible plato fuerte de una feria, la de Pedro
Romero, que este año adelanta su programación taurina –en realidad no
coincidirá con los días feriales- por necesidades de agenda de la empresa y los
propios matadores. Este adelanto llegó no sin polémica y bronca política en la
ciudad del Tajo aunque empresa y ayuntamiento están negociando para reconducir
la situación en los próximos años.
Francisco Rivera ha logrado juntar en el mismo
cartel –la tarde del 31 de agosto- al genio de La Puebla y a la primera figura
del momento, ese vendaval peruano que se llama Andrés Roca Rey, que retorna a
la Maestranza de piedra después de presentarse en 2018. Delante tendrán un
encierro de Juan Pedro Domecq y Parladé.
Las combinaciones de toros y toreros han sido
presentadas este año a través de las redes sociales obviando la habitual rueda
de prensa junto a las autoridades de la ciudad malagueña y el teniente de
Hermano Mayor de la Maestranza rondeña. El autor de la obra pictórica que
timbra el cartel, desvelado también a través de las redes, es el pintor David
Seaton.
Las combinaciones también incluyen la tradicional
corrida rondeña de rejones, el primero de septiembre, que alcanza este año su
XXXVIII edición. Se anuncian los jinetes Rui Fernandes, Diego Ventura y Andrés
Romero que lidiarán un encierro de Benítez Cubero-Pallarés. La novillada sin
picadores, el día 30 de agosto, reúne los nombres de los toreros noveles
Antonio Romero, Cayetano López y Moli de Ronda que estoquearán erales de
Torrestrella.
Un poco de historia
Hablar de la goyesca de Ronda implica hacer un
repaso a más de seis décadas de toreo y fidelidad a un apellido: el de los
Ordóñez. La primera Goyesca se celebró, sin vocación de continuidad, para
conmemorar el segundo centenario del nacimiento del mítico diestro rondeño
Pedro Romero. Fue en 1954, acartelando al Niño de la Palma (hijo), César Girón
y Antonio Bienvenida.
La idea reverdecería en 1957, consagrando su
continuidad, ya en manos de Antonio Ordóñez. Desde entonces sólo se ha
interrumpido, por obras en la plaza, en 1963 y en coincidencia con la primera
retirada del maestro. Ordóñez llegó vestirse de majo -casi siempre de blanco
con pasamanería negra- hasta dieciocho veces. Las primeras goyescas reeditaron
el formato de corrida concurso y Antonio Ordóñez alternó con toreros como
Rafael Ortega, Aparicio o Bienvenida. Sólo falló a la cita en 1961. El año
anterior había sido testigo de la alternativa de Paula de manos de Julio
Aparicio
1964 marca el nacimiento de una nueva etapa:
Antonio vuelve a ser fijo en los carteles en el lustro prodigioso que finaliza
en 1969. Ha cambiado la baraja: repiten Bienvenida o Aparicio pero ya aparecen
los nombres de Miguelín o Palomo Linares. El maestro de Ronda no compareció en
1970. Tampoco lo hizo en 1971, año de su auténtica retirada en San Sebastián.
La última etapa del maestro
Pero Ordóñez volvió a prepararse a fondo para
volver a su festejo más querido en 1972, mano a mano con Bienvenida. Llegó a
matar más de 50 toros a puerta cerrada antes de volver a enfundarse el traje
goyesco. Retirado de la guerra de la temporada, su comparecencia anual en Ronda
se convirtió en una auténtica peregrinación de aficionados de todo el mundo que
lo vieron alternar con matadores de la talla de Paquirri o Camino -bases de
este periodo- además de Curro Romero o Manzanares, que se convertiría en el
torero más recurrente de las goyescas de la década siguiente.
El maestro de Ronda volvió a tomar distancia en
1978 y 1979. Los carteles experimentaron un extraño bajón de calidad que se
recuperó por completo en 1980, año del recordado mano a mano entre el mismísimo
Ordóñez y su yerno Paquirri. Ésa fue la última Goyesca del genio de Ronda, que
también tenía previsto actuar en la de 1981 -año de su frustrada reaparición-
aunque se hizo sustituir por El Cordobés. Ordóñez se consagró a la organización
de un evento al que le costó recuperar su ausencia. Francisco Rivera Ordóñez
actuó por primera vez en la Goyesca en 1996. Su abuelo organizó la última dos
años después. El último Paquirri es, desde entonces, el alma de un evento que
constituye un homenaje a su dinastía.
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