Tras
un aplazamiento de media hora, la autoridad y los toreros se rinden a la evidencia
de una tromba de agua. *** Las peñas de sol amenizan la espera con un singular
concierto.
BARQUERITO
Foto: EFE
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Lunes, 8 de julio de 2019. El cuarto de los diez
festejos del abono de San Fermín fue suspendido por causa mayor. Se hicieron
buenos todos los presagios meteorológicos y a primera hora de la tarde empezó a
llover en Pamplona, su cuenca y su comarca. A las cinco y media jarreaba. A las
seis, un diluvio. La corrida, a la hora de costumbre: las seis y media. Estaban
anunciados Manuel Escribano, Rubén Pinar y Juan del Álamo con toros de los dos
hierros de Cebada Gago, que, muy arropados por el cabestraje, habían cumplido
por la mañana un impecable y veloz encierro.
Se rompió la tradición según la cual los toros de
Cebada, de siempre temperamentales, protagonizan encierros sangrientos. Ni una
sola cornada. Tres corredores lesionados, ninguno de gravedad. Tanto Manuel
Escribano como Rubén Pinar habían corrido el encierro. El uno, cerca de los
pastores; el otro, camuflado en el anonimato de la calle Estafeta. Se había
vendido casi entero el aforo de la plaza. El abono y su cupo obligado y
sobrante de mil quinientos billetes. Pese al anuncio de lluvia, funcionó la
reventa. El 8 de julio se celebra la fiesta de hermandad entre Pamplona y
Bayona, ciudades unidas por viejos vínculos desde los tiempos de Alfonso el Batallador,
a caballo entre los siglos XI y XII. La presencia de aficionados franceses en
las calles de Pamplona era muy notoria.
Las puertas de la plaza se abrieron a las cinco y
media. No hubo paseo de mulillas desde la plaza del Castillo hasta la plaza. No
pudieron desfilar las peñas por Estafeta hasta el portal reservado para ellas.
No parecía Pamplona. O sí, porque a la espera de acontecimientos, y mientras se
daba por descontado que la corrida tendría que suspenderse, desde su puesto de
combate, las gradas y andanadas de sol y no tanto desde los tendidos solo
parcialmente poblados, las peñas dieron un auténtico concierto, hicieron una
exhibición singular de sus poderes acústicos y de su talento coral y amenizaron
la tregua con un regalo de su repertorio.
No todo, solo una antología: el Vals de Astrain,
vulgo el Riau Riau, se escuchó y cantó entero con acompañamiento de una banda
de metal. Dos de las cuatro dianas del maestro Turrillas sirvieron de tránsito
entre coros. “La chica yeyé”, la más incombustible de todas las piezas del
catálogo, también se interpretó entera. Solo la lluvia impidió bailarla como en
tantas tardes de sol. Una vez más, las cantadas de aliento para Osasuna
–sacrosanto emblema del fútbol navarro- provocaron a una multitud rendida. “Oé,
oé, oé, oééé…” La gente hizo la ola y se estrenó en los toros con el grito de
guerra de Barak Obama en su primera campaña electoral: “Sí se puede, ¡sí se
puede, sí se puede…! traducción por libre del Yes, we can. Hicieron su agosto
los vendedores de almendras. Las neveras portátiles se vaciaron en los
corredores de los tres pisos de la plaza.
Los operarios de la Casa de Misericordia se
emplearon con llamativa diligencia para achicar el agua: rodillos secantes,
rastrillos de metal, una paciencia infinita mientras el agua, inmisericorde, no
dejaba de caer. Prácticamente ni un charco en el ruedo. A las seis y media se
había anunciado una demora, hasta las siete, del inicio de corrida. Se tiró un
espontáneo no se sabe con qué propósito. Tal vez la idea de animar a las
cuadrillas a desafiar la tempestad. Poco después de las siete por megafonía se
anunció la suspensión definitiva con derecho a devolución del importe de las
entradas. La tormenta –truenos, relámpagos- no iba a amainar y, según
pronósticos dignos de crédito, solo dejaría de llover a la hora del encierro
del martes. Cuando la temible corrida de José Escolar.
Postdata
para los íntimos.- Lecciones del Diario de Navarra, edición del lunes 8
de julio. El kilo de trigo ronda estos días los 0,175 euros; el de cebada
cotiza sobre los 0,185. ¿Os parece poco, mucho? La cosecha media en Navarra va
a ser de unas 630.000 toneladas. Mareantes cifras. Y, sin embargo, se entiende
que la cifra es deficitaria. Por tanto, subirá el precio del pan. Antes o después.
La sequía ha hecho estragos en la Ribera. Solo por lo que hace al cereal. ¿Qué
tal las alcachofas? Como siempre: suculentas.
Hay en la página 13 del DdNavarra una foto
espectacular de los silos de Urroz mientras un tractor descarga trigo recién
cosechado. Una luz en el tejado, que entra en oblicuo, parece un foco de
teatro. Los cosecheros de Arguedas están que trinan. La sequía. No hay grano ni
para pájaros.
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