El matador madrileño corta una
oreja del único toro de Baltasar Ibán que se salva de la debacle de una corrida
muy desigual y fuera de tipo de la mítica ganadería.
Alberto Aguilar |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de
Madrid
Fotos: EFE
Un cartel de agosto, el tiempo de otoño y la Infanta de
primavera. Doña Elena, ejemplo de afición. Y los toros de Baltasar Ibán como
señuelo de nostalgias. Los míticos ibanes y el nombre de un toro de leyenda: «Bastonito».
Y la leyenda épica de César Rincón en el 94. «Bastonito» de 2016 distó mucho su
pariente lejano. Cinco camadas y 22 años depués otras hechuras y 80 kilos más.
Montado, aleonado, el lomo quebrado, la culata escurrida, la cara engatillada.
Como dos toros en uno. No se quiso comer el mundo (y a Rincón) como aquél.
Punteaba algo rebrincado y pronto se refugió en tablas sin maldad. Iván Vicente
dejó su sello de estilista en un manojo de verónicas y en algunos pasajes de
una faena larga rematada de soberbia estocada.
La casta de Ibán vino a reivindicarla «Camarín». De
armónicas líneas, bajo, chato, de morrillo astracanado y sería expresión. A
todo tren puso sus 560 kilos de salida. Vibrantes verónicas de poder de Alberto
Aguilar, ganadoras de terreno, un paso siempre por delante de la trepidante
repetición de «Camarín». Nota para una segunda vara en largo del toro; el
primer puyazo corrido notablemente agarrado por José Carlos Sánchez. Quedó la
parroquia con ganas de un tercer encuentro. Entre tanto, Alberto quitó por
tafalleras, un farol invertido y un airoso remate.
Aguilar brindó al público con esperanzas. Los doblones de
castigo trataron de ahormar a «Camarín», que saltaba por encima de los muslos
del torero y descolgaba con ambición de muleta. Su bravura marcó un ritmo
bárbaro en aquellas dos series de un bravo Aguilar. Impactó a la gente hasta
entonces el toro y desde entonces fue otra cosa. Exactamente desde el paso por
la izquierda. Como si lo hubiera dado todo. Alberto Aguilar lo comprobó en su
regreso a la derecha -la embestida ya no se iba de la suerte- y estuvo listo
para darle a la faena la medida exacta y atacar la muerte de frente: del
volapié salió colgado de un pitón. La espada en lo alto. Y la gente emocionada.
Unos con el torero, otros con el toro. Y el cronista valorando los méritos
contraídos de uno y otro con la emoción contenida. Paseó Aguilar una oreja.
Tercero y cuarto fueron como el día y la noche. De hechuras
opuestas. Uno con 484 kilos y el otro con 606. Uno vuelto de pitones y el otro
con la cara abierta. Uno castaño y otro negro. Aquel abordable pese a un
tornillazo a mitad de muletazo que casi siempre enganchó a Víctor Barrio y éste
un mulo cinqueño que derrotaba por arriba a la defensiva en una obra
extensísima de Iván Vicente. Una desconexión excesiva con el espectáculo. O el
sentido del mismo.
Iván Vicente |
El basto quinto también con los cinco años cumplidos hacia
preguntarse qué fue del tipo de Baltasar Ibán. Picado muy trasero al estrellón,
los más nostálgicos quisieron ver lo que no había. Y así en la muleta se
arrancó con estilo de bravucón en la frontera 10 veces antes de empalar a
Alberto Aguilar en una trágica voltereta: el torero se agarró como si fuese el
toro mecánico. Cuando lo despidió, rodó dolorido pero intacto. El Ibán se rajó
como desengañado. Y volvió grupas. Alberto le dio mulé por lo bajini.
Un aguacero crepuscular se precipitó sobre la lidia del
sexto, un zambombo de 599 kilos. A veces la tablilla funciona como los precios
del Hipercor. Víctor Barrio se postró de rodilllas en el tercio. Ese lance de
la larga cambiada sería lo único en limpio. Brindó a la Infanta Elena y se
enfrentó a los topetazos frenados. Paró de llover. Vinieron los cascabeles de
las mullilas. Y arrastraron la tarde. Sonaba el pasodoble de Victoriano de la
Serna.
BALTASAR IBÁN | Iván Vicente, Alberto Aguilar y Víctor Barrio
Toros de Baltasar Ibán, dos
cinqueños (4 y 5), muy desiguales, fuera de tipo; hechurado el encastado 2 sin
final; rajadito el 1; manejable pese a un tornillazo el 3; un mulo el 4; rajado
el 5; parado el 6.
Iván Vicente, de malva y oro. Gran estocada (saludos).
En el cuarto, estocada y varios descabellos. Dos avisos (silencio). Alberto Aguilar, de rioja y oro.
Estocada fulminante (oreja). En el quinto, estocada caída (saludos). Víctor Barrio, de grosella y oro.
Pinchazo y estocada (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).
Monumental de las Ventas. Domingo, 29 de mayo de 2016. Vigésimo
tercera de feria. Casi tres cuartos de entrada.
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