domingo, 29 de mayo de 2016

FERIA DE SAN ISIDRO – VIGESIMOSEGUNDA CORRIDA: Bravo «Camarín»; listo Aguilar

El matador madrileño corta una oreja del único toro de Baltasar Ibán que se salva de la debacle de una corrida muy desigual y fuera de tipo de la mítica ganadería.
Alberto Aguilar
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de Madrid
Fotos: EFE

Un cartel de agosto, el tiempo de otoño y la Infanta de primavera. Doña Elena, ejemplo de afición. Y los toros de Baltasar Ibán como señuelo de nostalgias. Los míticos ibanes y el nombre de un toro de leyenda: «Bastonito». Y la leyenda épica de César Rincón en el 94. «Bastonito» de 2016 distó mucho su pariente lejano. Cinco camadas y 22 años depués otras hechuras y 80 kilos más. Montado, aleonado, el lomo quebrado, la culata escurrida, la cara engatillada. Como dos toros en uno. No se quiso comer el mundo (y a Rincón) como aquél. Punteaba algo rebrincado y pronto se refugió en tablas sin maldad. Iván Vicente dejó su sello de estilista en un manojo de verónicas y en algunos pasajes de una faena larga rematada de soberbia estocada. 

La casta de Ibán vino a reivindicarla «Camarín». De armónicas líneas, bajo, chato, de morrillo astracanado y sería expresión. A todo tren puso sus 560 kilos de salida. Vibrantes verónicas de poder de Alberto Aguilar, ganadoras de terreno, un paso siempre por delante de la trepidante repetición de «Camarín». Nota para una segunda vara en largo del toro; el primer puyazo corrido notablemente agarrado por José Carlos Sánchez. Quedó la parroquia con ganas de un tercer encuentro. Entre tanto, Alberto quitó por tafalleras, un farol invertido y un airoso remate.

Aguilar brindó al público con esperanzas. Los doblones de castigo trataron de ahormar a «Camarín», que saltaba por encima de los muslos del torero y descolgaba con ambición de muleta. Su bravura marcó un ritmo bárbaro en aquellas dos series de un bravo Aguilar. Impactó a la gente hasta entonces el toro y desde entonces fue otra cosa. Exactamente desde el paso por la izquierda. Como si lo hubiera dado todo. Alberto Aguilar lo comprobó en su regreso a la derecha -la embestida ya no se iba de la suerte- y estuvo listo para darle a la faena la medida exacta y atacar la muerte de frente: del volapié salió colgado de un pitón. La espada en lo alto. Y la gente emocionada. Unos con el torero, otros con el toro. Y el cronista valorando los méritos contraídos de uno y otro con la emoción contenida. Paseó Aguilar una oreja.

Tercero y cuarto fueron como el día y la noche. De hechuras opuestas. Uno con 484 kilos y el otro con 606. Uno vuelto de pitones y el otro con la cara abierta. Uno castaño y otro negro. Aquel abordable pese a un tornillazo a mitad de muletazo que casi siempre enganchó a Víctor Barrio y éste un mulo cinqueño que derrotaba por arriba a la defensiva en una obra extensísima de Iván Vicente. Una desconexión excesiva con el espectáculo. O el sentido del mismo.
Iván Vicente
El basto quinto también con los cinco años cumplidos hacia preguntarse qué fue del tipo de Baltasar Ibán. Picado muy trasero al estrellón, los más nostálgicos quisieron ver lo que no había. Y así en la muleta se arrancó con estilo de bravucón en la frontera 10 veces antes de empalar a Alberto Aguilar en una trágica voltereta: el torero se agarró como si fuese el toro mecánico. Cuando lo despidió, rodó dolorido pero intacto. El Ibán se rajó como desengañado. Y volvió grupas. Alberto le dio mulé por lo bajini.

Un aguacero crepuscular se precipitó sobre la lidia del sexto, un zambombo de 599 kilos. A veces la tablilla funciona como los precios del Hipercor. Víctor Barrio se postró de rodilllas en el tercio. Ese lance de la larga cambiada sería lo único en limpio. Brindó a la Infanta Elena y se enfrentó a los topetazos frenados. Paró de llover. Vinieron los cascabeles de las mullilas. Y arrastraron la tarde. Sonaba el pasodoble de Victoriano de la Serna.

BALTASAR IBÁN | Iván Vicente, Alberto Aguilar y Víctor Barrio
Toros de Baltasar Ibán, dos cinqueños (4 y 5), muy desiguales, fuera de tipo; hechurado el encastado 2 sin final; rajadito el 1; manejable pese a un tornillazo el 3; un mulo el 4; rajado el 5; parado el 6.
Iván Vicente, de malva y oro. Gran estocada (saludos). En el cuarto, estocada y varios descabellos. Dos avisos (silencio). Alberto Aguilar, de rioja y oro. Estocada fulminante (oreja). En el quinto, estocada caída (saludos). Víctor Barrio, de grosella y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).
Monumental de las Ventas. Domingo, 29 de mayo de 2016. Vigésimo tercera de feria. Casi tres cuartos de entrada.

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