Debut muy discreto de Carlos
Aragón Cancela como ganadero en San Isidro. Dos toros muy originales y
distintos del hierro de San Martín para completar corrida. Fiesta pobre.
BARQUERITO
Foto: EFE
LOS SOLO CUATRO toros de Flor de Jara que pasaron
reconocimiento se jugaron por delante. Cinqueños todos, salvo el tercero. En
tipo los cuatro. Muy bellos los tres primeros. Raro el cuarto, degollado y
largo, hocico fino y casi de rata, con un goterón de sangre saltillo en pinta,
remate y cara: fue el más armado de todos. Los cuatro fueron toros de más a
menos. Ninguno tuvo el golpe de riñón imprescindible en las embestidas claras.
Los cuatro se fueron apagando, pero de distinta manera. Frío
desde la salida, el primero, la cara arriba y rebrincado, fue toro con fijeza y
noble, pero muy pobre motor. El segundo resultó el de mejor nota de los cuatro
–la viveza inicial, el galope más en santacoloma clásico- solo que al salir de
la primera vara enterró pitones en la arena y cobró a cámara lenta uno de esos
volatines rompecuellos que se traducen en lesión medular. Quedó quebradito.
Toro pronto, un punto pegajoso, apoyo bastante frágil, listeza por la mano
izquierda.
El tercero fue el de mejor empleo en el caballo –galopó al
segundo viaje- y el de más constante ritmo. Pero no escapó a la ley del más a
menos. El asaltillado cuarto peleó en un primer puyazo, pero se paró casi de
inmediato. Toro distraído, cuello de gaita, revoltoso, de puntear a la
defensiva y venirse andando con indisimulable desgana. Era el debut en San
Isidro como ganadero de Carlos Aragón Cancela, que fue en su época de novillero
y de matador de toros un enamorado del encaste Santa Coloma. A Javier Buendía
compró hace ocho años su ganadería de Bucaré, puro Buendía-Santa Coloma. En el
transplante de esa compra a Colmenar Viejo ese toro tan puro se ha mantenido en
tipo.
¿El carácter? Es que el temperamento santacoloma es variable
por naturaleza. Cuando se apaga, parece rendirse. De manera que los relativamente
nuevos santacolomas de Colmenar dieron por eso poquito juego. No se comieron a
nadie –el cuarto fue el de más temperamento, pero de estilo defensivo- pero no
se trataba de eso. El sello de Flor de Jara es una gota y hasta una carga de
agresividad. De todo lo cual no hubo esta vez noticia.
En la distancia se pusieron de partida Fernando Robleño,
Miguel Ángel Delgado y Diego Silveti con los tres primeros de corrida, y
pareció que era la receta adecuada, pero no lo fue. A Robleño se le paró el
toro debajo dos veces, y le tragó el torero de San Fernando la primera de las
dos. El empeño de Delgado por imponer el toreo de mano baja fue
contraproducente porque el toro acortó viaje. Silveti –bonitos lances templados
en el recibo del tercero, la verónica revolada por delante tan del repertorio
mexicano, una revolera florida en el remate de un quite después- abrió con
valientes y encajados cambiados por la espalda, como solía en Madrid su tío
carnal Alejandro Silveti.
Antes de que se soltara el toro, una faena de indiscutible
resolución, muy segura, algo chillón el torero de Guanajuato, asentado,
templadito para apurar viajes de decreciente son. Un maravilloso pase de pecho.
Y en corto y por derecho una notable estocada hasta el puño. Robleño mató a su
primero de feo metisaca; Delgado al segundo de una de esas estocadas cobradas
con el brazo por delante tan de amarrar. Con el complicado cuarto Robleño
acreditó su oficio de torero curtido en tantas batallas. Una facilidad nada
común.
Miguel Ángel Delgado |
Los dos toros de San Martín que completaron corrida fueron
de originales hechuras. Nada que ver con ninguno de los treinta toros en puntas
jugados por delante en el San Isidro en curso. Un quinto cárdeno berrendo,
careto y cabezón, calcetero y rabicano, gargantillo. De finas cañas, tripudito.
Un cromo. Le hizo Silveti un buen quite por mandiles, dos, y revolera. El toro
desarmó a Delgado en el recibo, sacó una gota de incierta guasa, la propia del
que va a su aire, un poco probón. Un largo trasteo de Delgado.
Y el sexto y último, flaco y alto, largo, pinta cárdena muy
clara, toro de mutante condición. Escarbador, huido, distraidísimo de partida,
picado al relance. Con su querencia a tablas, fue, sin embargo, el toro de
mejor empleo en la muleta, el de viajes más largos y claros, humillados. Una
chispa de codicia inesperada. Nobleza. Silveti armó una faena de autoridad
–buen gobierno del toro- con buen dibujo y algo más larga delo debido. Otra
gran estocada.
FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros de Flor de Jara
(Carlos Aragón Cancela) y dos -5º y 6º- de San
Martín (Alberto Manuel, Amadeo y Óscar Hornos) que completaron corrida.
Fernando Robleño, silencio en los dos.
Miguel Ángel Delgado, saludos y silencio.
Diego Silveti, silencio tras un aviso y aplausos.
Madrid. 9ª de San Isidro. 15.000 almas. Nublado, templado. Dos horas y
seis minutos de función.
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