domingo, 15 de mayo de 2016

FERIA DE SAN ISIDRO – NOVENA CORRIDA: Apagados santacolomas, carácter de Silveti

Debut muy discreto de Carlos Aragón Cancela como ganadero en San Isidro. Dos toros muy originales y distintos del hierro de San Martín para completar corrida. Fiesta pobre.
Fernando Robleño
BARQUERITO
Foto: EFE

LOS SOLO CUATRO toros de Flor de Jara que pasaron reconocimiento se jugaron por delante. Cinqueños todos, salvo el tercero. En tipo los cuatro. Muy bellos los tres primeros. Raro el cuarto, degollado y largo, hocico fino y casi de rata, con un goterón de sangre saltillo en pinta, remate y cara: fue el más armado de todos. Los cuatro fueron toros de más a menos. Ninguno tuvo el golpe de riñón imprescindible en las embestidas claras.

Los cuatro se fueron apagando, pero de distinta manera. Frío desde la salida, el primero, la cara arriba y rebrincado, fue toro con fijeza y noble, pero muy pobre motor. El segundo resultó el de mejor nota de los cuatro –la viveza inicial, el galope más en santacoloma clásico- solo que al salir de la primera vara enterró pitones en la arena y cobró a cámara lenta uno de esos volatines rompecuellos que se traducen en lesión medular. Quedó quebradito. Toro pronto, un punto pegajoso, apoyo bastante frágil, listeza por la mano izquierda.

El tercero fue el de mejor empleo en el caballo –galopó al segundo viaje- y el de más constante ritmo. Pero no escapó a la ley del más a menos. El asaltillado cuarto peleó en un primer puyazo, pero se paró casi de inmediato. Toro distraído, cuello de gaita, revoltoso, de puntear a la defensiva y venirse andando con indisimulable desgana. Era el debut en San Isidro como ganadero de Carlos Aragón Cancela, que fue en su época de novillero y de matador de toros un enamorado del encaste Santa Coloma. A Javier Buendía compró hace ocho años su ganadería de Bucaré, puro Buendía-Santa Coloma. En el transplante de esa compra a Colmenar Viejo ese toro tan puro se ha mantenido en tipo.

¿El carácter? Es que el temperamento santacoloma es variable por naturaleza. Cuando se apaga, parece rendirse. De manera que los relativamente nuevos santacolomas de Colmenar dieron por eso poquito juego. No se comieron a nadie –el cuarto fue el de más temperamento, pero de estilo defensivo- pero no se trataba de eso. El sello de Flor de Jara es una gota y hasta una carga de agresividad. De todo lo cual no hubo esta vez noticia.

En la distancia se pusieron de partida Fernando Robleño, Miguel Ángel Delgado y Diego Silveti con los tres primeros de corrida, y pareció que era la receta adecuada, pero no lo fue. A Robleño se le paró el toro debajo dos veces, y le tragó el torero de San Fernando la primera de las dos. El empeño de Delgado por imponer el toreo de mano baja fue contraproducente porque el toro acortó viaje. Silveti –bonitos lances templados en el recibo del tercero, la verónica revolada por delante tan del repertorio mexicano, una revolera florida en el remate de un quite después- abrió con valientes y encajados cambiados por la espalda, como solía en Madrid su tío carnal Alejandro Silveti.

Antes de que se soltara el toro, una faena de indiscutible resolución, muy segura, algo chillón el torero de Guanajuato, asentado, templadito para apurar viajes de decreciente son. Un maravilloso pase de pecho. Y en corto y por derecho una notable estocada hasta el puño. Robleño mató a su primero de feo metisaca; Delgado al segundo de una de esas estocadas cobradas con el brazo por delante tan de amarrar. Con el complicado cuarto Robleño acreditó su oficio de torero curtido en tantas batallas. Una facilidad nada común.
Miguel Ángel Delgado
Los dos toros de San Martín que completaron corrida fueron de originales hechuras. Nada que ver con ninguno de los treinta toros en puntas jugados por delante en el San Isidro en curso. Un quinto cárdeno berrendo, careto y cabezón, calcetero y rabicano, gargantillo. De finas cañas, tripudito. Un cromo. Le hizo Silveti un buen quite por mandiles, dos, y revolera. El toro desarmó a Delgado en el recibo, sacó una gota de incierta guasa, la propia del que va a su aire, un poco probón. Un largo trasteo de Delgado.

Y el sexto y último, flaco y alto, largo, pinta cárdena muy clara, toro de mutante condición. Escarbador, huido, distraidísimo de partida, picado al relance. Con su querencia a tablas, fue, sin embargo, el toro de mejor empleo en la muleta, el de viajes más largos y claros, humillados. Una chispa de codicia inesperada. Nobleza. Silveti armó una faena de autoridad –buen gobierno del toro- con buen dibujo y algo más larga delo debido. Otra gran estocada.

FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros de Flor de Jara (Carlos Aragón Cancela) y dos -5º y 6º- de San Martín (Alberto Manuel, Amadeo y Óscar Hornos) que completaron corrida.
Fernando Robleño, silencio en los dos.
Miguel Ángel Delgado, saludos y silencio.
Diego Silveti, silencio tras un aviso y aplausos.
Madrid. 9ª de San Isidro. 15.000 almas. Nublado, templado. Dos horas y seis minutos de función.

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