En vísperas de la semana torista
de San Isidro, un espectáculo decepcionante. Autoridad y oficio de El Fandi.
Paso sin relieve de David Mora. López Simón no se entiende con el único toro de
buen son.
López Simón |
BARQUERITO
Foto: EFE
FUE CORRIDA DE tres y tres. Terciados, vareados y hasta
flacotes los tres primeros. De más carnes y mejor cuajo los tres últimos. Todos
colorados. La fragilidad –flaqueza, poca fuerza, malos apoyos- fue, en mayor o
menor grado, nota común a los seis. El sexto, el menos hecho de los tres más
serios, y también el más astifino de todos, enterró pitones antes de varas, se
empleó en una vara larga y probablemente severa, salió tronchado del castigo y
fue devuelto. La flota boyal de Florito cumplió con su impagable diligencia.
No es que estuviera siendo festejo particularmente largo,
pero se había castigado las primeras faenas de David Mora y López Simón con
sendos avisos y de pronto la corrida le pesaba a la gente como las piernas a
los escaladores. El fastidioso runrún de fondo de casi todas las tardes de
feria pero con más decibelios de lo habitual. A punto de entrar en su última
semana, la de los encastes minoritarios, la feria pesa.
El público juvenil de una grada de sol, la grada 6, lleva
días manifestándose. Más que nunca en esta tarde de toros de tan pobre son. La
corrida de El Pilar, castigada con palmas de tango y el coro de “¡Toros, toros…”! sin apenas excepción.
Por rebrincarse, por tardar en fijarse, por claudicar, por vencerse.
El Fandi |
El tercero de la tarde fue harina de otro costal –salida de
bravo, fijeza en el engaño, prontitud- pero acabó cayendo en el mismo saco. El
cuarto, que El Fandi brindó al público en señal de confianza –confianza en el
toro-, se aplomó a los diez viajes. Había peleado bien en el caballo y hasta
galopado en banderillas. Aunque El Fandi lo midió en muletazos de abajo arriba,
el toro empezó a desencuadernarse sin previo aviso. Hace poco más de un mes se
jugó en Sevilla una corrida de El Pilar, no tan frágil como esta otra, pero
distinguida al menos por un punto de codicia o formalidad. Solo que uno de los
solo dos toros codiciosos del sexto, el último, fue el toro devuelto. El quinto había pasado el
examen muy por la mínima. Como amenazaba ruina, López Simón renunció a su quite
de turno cuando ya había salido a hacerlo.
Por el toro devuelto entró en escena un sobrero del hierro
de Toros de Salvador Domecq, negro, cinqueño, muy montado y cuajado, más feo
que bello, lidiado con discutible criterio por López Simón, picado al relance,
trompicado, parado casi en seco en banderillas y de moverse a desgana luego y
apoyándose en las manos, como si topara. Fue todavía más deslucido que
cualquiera de los cinco de El Pilar ya arrastrados. Reculó venido abajo. López
Simón pretendió insistir en trasteo cargado de tiempos muertos. No le dejaron.
Cuando, cuadrado el toro, se perfiló con la espada frente a la puerta de
arrastre, el coro de la grada del 6 volvió a la carga con el “¡Toros, toros!”.
David Mora |
Los dos primeros de corrida acusaron de salida falta de
fijeza. El primero, escupido del caballo, se cruzó tanto que arrolló a El
Fandi; el segundo, sin atender a engaño, sorprendió a David Mora dos veces
seguidas y lo cogió en la muleta en un ataque por la mano izquierda con el
torero cruzado. El Fandi puso de poder a poder dos pares rotundos, faenó de
oficio y cobró media estocada suficiente. Mora, descubierto por el viento,
intentó lo indecible antes de la cogida. Luego, se paró el toro. Una buena
estocada al segundo viaje.
Para López Simón fue el toro de la tarde, que pedía
distancia y, si sentía al torero encima, protestaba o se rebrincaba. Una faena
tesonera y parsimoniosa del torero de Barajas, más firme que propiamente resuelto,
Una trenza última valiente pero asfixiante. El Fandi, excelente lidiador como
siempre –lances templados a una mano muy de su firma-, le puso al cuarto tres
pares soberbios y lo hizo rodar de una estocada fantástica. Mora abusó del
toreo a la voz con el quinto, que se le iba de manos al menor tirón. Seis
bonitos muletazos por abajo y al paso antes de la igualada, y una gran
estocada. Otra estocada de López Simón a las nueve y cuarto.
POSTDATA PARA LOS
ÍNTIMOS.- Mal negocio.
FICHA DEL FESTEJO
Cinco toros de El Pilar
(Moisés Fraile) y un sobrero -6º bis- de Toros
de Salvador Domecq.
El Fandi, silencio en los dos. David Mora, silencio tras un aviso y silencio. López Simón, aplausos tras un aviso y silencio.
José Manuel González picó bien al cuarto. Pares notables de Domingo Siro y Jesús Arruga.
Viernes, 27 de mayo de 2016. Madrid. 22ª de San Isidro. Casi lleno.
23.000 almas. Primaveral, soleado, ventoso. Dos horas y cuarto de función.
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