El
palco ridiculiza a la plaza negando la segunda oreja al sevillano que cuaja una
obra soberbia a lomos de 'Sueño'. *** El alicantino tiró de raza y cuadra para
cortar los dos trofeos a un toro escaso de fuerza. *** Tres ejemplares buenos
de Guiomar Cortés de Moura.
ÍÑIGO
CRESPO
Diario ELMUNDO de Madrid
Diego Ventura cuajó una faena cumbre frente al
quinto toro de Guiomar de Moura. Cumbre. Una de esas obras sublimes que
recordará el paso del tiempo por la profundidad y la redondez de la obra. A
lomos de un caballo de nombre «Sueño» que hace honores a su nombre, Ventura ha
cautivado ralentizando el toreo.
Profundidad, elegancia, pasión, pureza. Un toro
bueno y un torero en sazón que ha dado un golpe de tuerca más al rejoneo.
Extraordinarias las batidas, la manera de esperar y atacar en el momento
oportuno. El corazón en un puño. El ímpetu, la perfección, ese punto salvaje
que aporta el riesgo y las ejecuciones a cámara lenta. Obra grande de Diego
Ventura coronada con un carrusel de cortas sobre remate y un rejonazo precedido
de un pinchazo en todo lo alto. Faena excelente. La plaza pidió las dos orejas
y el presidente ridiculizó a Las Ventas negando el segundo trofeo. Decisión
partidista de un incompetente que no hizo la primera de sus obligaciones:
impartir justicia. La vuelta al ruedo doble con su caballo Sueño fue clamorosa
para Diego Ventura.
El rejoneo de Diego Ventura hoy por hoy es tan
versátil como fascinante. Un toreo cargado de registros y potencial.
Milimetrica precisión y capacidad sea cual sea la condición del antagonista. A
cada problema, una solución. A cada necesidad, una respuesta. A cada toro, una
lidia. Si ya resulta difícil hacer eso en el toreo a pié, en el rejoneo más. No
sólo por el riesgo que también, sino por lo que conlleva de tener el caballo
adecuado para cada embestida. Si algo se comprobó ayer es que uno de los
secretos del rejoneo actual es tener la inteligencia de transmitir al caballo
tu propia idea y de aportarle la confianza suficiente como para que pise el
terreno que quiere pisar el rejoneador con idéntica seguridad.
Ese punto, precisamente ese, es el gran tesoro del
toreo que realiza Diego Ventura.
En la mano tuvo siempre a sus dos toros. Autoridad
y autenticidad, una lección de mando. Supo cuando debía apretarse con su
oponentes, cuando enseñarles la infalible doma del temple o cuando garabatear con
sus querencias para ligar sus obras con el ritmo necesario. Y a la vez, supo,
cuando abrir la mano, y ofrecer al público los ingredientes artificiales
suficientes para que se entregaran con pasión.
De hecho, ya en su primero, Ventura bordó el toreo
sobre «Nazarí», templando maravillosamente y ligando con un magisterio tan
sutil como arriesgado. El rejón final le impidió pasear los trofeos en esa
ocasión.
Andy Cartagena templó sobre «Soy Sombra» a su buen
primero, un toro de noble condición y movilidad que pecó de brusquedad en los
embroques. El alicantino clavó bien y ligó a dos pistas en lo que fueron los
momentos de mayor intensidad de una faena que perdió ritmo en su tramo final.
Andy Cartagena |
El triunfo del alicantino llegó frente al
deslucido y endeble cuarto, un toro que no tuvo fuelle pero al que ganó la
partida Andy Cartagena a base de raza y taparle defectos con los alardes de
monta de «Cupido» y «Humano». Faena de máxima entrega, de sincero derroche de
corazón y en la que fue determinante para cortar la segunda oreja el fulminante
rejonazo. Puerta Grande para Cartagena que puso en valor sus conocimientos y su
buen oficio.
Bien comida y muy murubeña fue la corrida entera
de Guiomar Cortes de Moura. Tuvo virtudes y tres ejemplares importantes
lidiados en primer, segundo y quinto lugar. Los tres restantes se frenaron y
les faltó el ritmo que tuvieron los tres buenos.
La diferencia entre Ventura y Cartagena con Manuel
Manzanares es oceánica. El alicantino tiene una cuadra defendible y una
estética subido a caballo que le hace salvar los muebles en ocasiones. Sin
embargo, los desajustes en las batidas le hacen perder enteros. Un quiero pero
no puedo. O un quiero pero no doy con la fórmula.
A sus manos fue a caer el lote más complejo, el
más áspero. Su primero manseó y se rajó a tablas y el sexto resultó muy
temperamental y desclasado. Con los dos puso empeño. Sobre «Príncipe» en el
tercero y sobre «Farruquito» en el sexto.
Guiomar Cortes de Moura | Andy
Cartagena, Diego Ventura y Manuel Manzanares
Sábado, 7 de mayo. Plaza Monumental de Las
Ventas. Tres cuartos de plaza.
Toros para rejones de Guiomar Cortes de Moura. De buena presencia y con volumen. Dispares
de juego. Buenos 1º, 2º y 5º.
Andy
Cartagena. Pinchazo y rejón
perpendicular (silencio). En el cuarto, rejón fulminante (dos orejas).
Diego
Ventura. Dos pinchazos, medio
Rejón y un descabello (silencio). En el quinto, pinchazo y rejonazo (oreja con
fuerte petición de la segunda y dos vueltas al ruedo).
Manuel
Manzanares. Rejonazo trasero
(silencio). En el sexto, pinchazo y rejonazo (silencio).
Diego Ventura |
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