martes, 24 de mayo de 2016

FERIA DE SAN ISIDRO –DECIMOSEXTA CORRIDA: Paco Ureña cumple con su papel de favorito

Recibido y despedido casi como un héroe, el torero de Lorca se sobrepone a dos feas cogidas y torea con rico compás al mejor toro de Las Ramblas. ** Un sobresaliente sobrero de Julio de la Peña.
Paco Ureña
BARQUERITO
Fotos: EFE

NO PUDO JUGARSE completa una corrida de Las Ramblas de muy desigual traza. Pasaron reconocimiento cinco toros solamente. El tercero de sorteo, cinqueño, muy justo de trapío, fue devuelto por desparramarse. Un sobrero de Julio de la Peña, muy en el tipo de lo de Salvador Domecq, fue el toro de la corrida. De calidad sobresaliente por la mano derecha, un puntito celoso por la izquierda. Completó corrida un toro grandísimo de Buenavista, negro y sin enmorrillar, casi 600 kilos, dos finas puntas, finos cabos, el hocico Tamarón.

Solo Paco Ureña pudo matar los dos toros de Las Ramblas previstos. Terciados los dos. Noble y sencillo el segundo de corrida, colorado, bien rematado, la fuerza precisa y ni una gota más. Más armado el quinto, corto de cuello, picado trasero tras haber hecho fu al caballo, algo menos que las fuerzas precisas, rebrincado en cortos viajes. No tan noble ni tan sencillo como el segundo, pero ni artero ni difícil.

Fue tarde ventosa y esos dos toros, y los dos de El Cid también, se acabaron jugando en tablas, rayas o tercio del 5 y el 6, los dos tendidos de sol donde menso descubre el viento. Los dos toros cogieron a Paco Ureña. El segundo lo empaló en la salida de la reunión con la espada. Final de faena, por tanto. Percance saldado con varios pisotones. El quinto, que se revolvía y metía por la mano izquierda, la cara a media altura, sorprendió al torero de Lorca entre pitones y sin recursos ni espacio para librarse de la cogida, que fue dramática: el torero, inerme y entre las manos del toro un ratito largo. Un puntazo leve en muslo y escroto. Quite puntual de todo el mundo. Se repuso Ureña. Una ovación de trueno.

No fue la primera ni la última. Trataron de sacarlo a saludar al final del paseíllo. No era difícil entender que el coro de fuertes aplausos, salidos del sector duro de la plaza, iba por él, pero Ureña decidió no darse por aludido. Como si fuera la resaca de su brillante primera tarde de feria, la del pasado viernes 13 de mayo, cuando se jugó la piel con dos destacados toros de sangre salvadordomecq. No pudo rematar entonces a modo con la espada la que habrá sido, junto con una de Ponce y otra de Roca Rey, la faena más subrayada, jaleada y coreada de todo San Isidro. Tres días después un toro de Victorino le pegó a Ureña una pequeña cornada en Vic Fezensac, el más duro de los templos toristas de Francia. Cornada curada pero no intervenida. Hasta el sábado fue dudosa su presencia en esta corrida con que remataba feria. Cuatro toros de la estirpe segura de Salvador Domecq. Dos, los puros, con el hierro de El Torero, el de don Salvador. Y estos dos de Las Ramblas, con el hierro de Daniel Martínez. Es curioso que el toro de la corrida, el sobrero de Julio de la Peña, fuera puro salvador, y de nota.
El Cid
Por todo un poco –por la comparecencia puesta en duda, por la cornada de Vic, por las dos faenas del día 13, por la del toro de Adolfo Martín el pasado otoño- Paco estrenaba oficialmente su cartel de torero de Madrid. El cartel supone la entrega sin la menor reserva de quienes deciden en esa cuestión. En ambiente incondicional, Ureña cumplió con su papel. Al toro sencillo le hizo una sencilla faena, de ajuste y asiento llamativos, caliente desde el arranque porque no hubo ni pruebas, puesta en valor en una tanda, la segunda del trabajo, muy despaciosa y ligada en el sitio con la zurda. Fueron más redondas las tandas pares que las impares, y la tercera de estas, la sexta, la más generosa, de siete ligados y dos de remate. Todo pasó en un terreno mínimo. Y pese a ser faena de temple clásico, pareció cumplirse en un suspiro. Y, sin embargo, el toro, la estocada trasera y tal vez ladeada, tardó en echarse no poco. Tres descabellos. No quiso Ureña dar la vuelta al ruedo. Le animaron a hacerlo.

La decisión de irse a esperar a porta gayola al quinto produjo sorpresa. Con esa temeridad no se contaba. Tampoco con que el toro lo desarmara en un raro renuncio de las dos partes. No gustó que el toro claudicara, se rebrincara o perdiera las manos, pero, mientras se castigaba de palabras al ganadero, se sostenía la apuesta de Ureña, firme, en sitio difícil, de tragar a la fuerza. Antes de la cogida, una enroscada tanda de tres naturales, crema de la faena. Y después de la cogida y la paliza, en clima casi épico, toreo más ligero –a pies juntos, de perfil, al toro pasa- saludado como suprema invención. Igual que los lances de recibo a pies juntos, en tablas del tendido 7. Un pinchazo soltando el engaño, y soltando engaño una estocada letal. La vuelta al ruedo fue triunfal. En el camino a pie hasta la enfermería desde el burladero de capotes, salvas de aplausos.

Muy descarado, el primero de corrida fue incierto por distraído. El Cid hizo de tripas corazón, el viento lo descubría, no acaba de fijarse en engaño el toro, algún momento luminoso, una estocada en los blandos. Con vómito. La faena del toro de Buenavista fue faena de sol e interminable. De tandas acumuladas, lo propio de las faenas planas. No contó. Fortes no acertó a acoplarse con las calidades del toro de Julio de la Peña. Firme, sereno, entero. Pero la firmeza, la serenidad y la entereza solas no bastaron. El gigantesco sexto, todavía más falto de fijeza que el primero de la tarde, no hizo más que desparramar la mirada, pero no por buscar presa, sino por hallar hueco por donde escapar.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- La mueca triste del torero que sufre.

FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros de Las Ramblas (Daniel Martínez), uno -4º- de Buenavista (Clotilde Calvo) que completaba corrida y un sobrero -3º bis- de Julio de la Puerta.
El Cid, silencio y silencio tras aviso. Paco Ureña, saludos tras aviso y una oreja. Fortes, silencio en los dos.
Brega buena de Víctor Hugo. Dos pares soberbios de Curro Robles al cuarto.
Domingo, 22 de mayo de 2016. Madrid, 17ª de San Isidro. 22.000 almas. Fresquito, soleado y ventoso. Dos horas y cuarto de función.
Paco Ureña, atendido en la enfermería de un puntazo corrido en el muslo. Pronóstico leves.

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