El extremeño hace pleno, corta cuatro orejas con dos grandes
faenas y abre la Puerta
Grande de Las Ventas.
GONZALO
IZQUIERDO BIENVENIDA
Madrid
@GonIzdoBienve
Diario EDMUNDO
de Madrid
Fotos: EFE
La tarde no podía ser ni más veraniega ni más torera en
Madrid. Veraniega por la temperatura, torera por la brillante ausencia del
viento maldito de Las Ventas que tantas faenas degrada a lo largo de la Feria pero que hoy ni sumaba
ni restaba. En el cartel la terna de triunfadores del 2015. Los tres jinetes
que abrieron la Puerta
Grande de Las Ventas. Los tendidos llenos comentaban con
ilusión que Ventura volvía 15 días después de una gran actuación. Los toros de
El Capea aumentaban la expectación ya que los hierros del maestro se han
convertido en los últimos años en predilectos de los rejoneadores.
Leonardo Hernández desorejó al tercero en una faena muy
intensa ante un gran colaborador de San Pelayo, Canastito de nombre. Tras una
lidia perfecta con Champán en la que midió con un rejón el ímpetu probón de la
salida que tuvo Canastito. Confió Leonardo en el murube y llevó a cabo una
faena muy del gusto de Madrid. Distancia, pecho por delante y gusto en el
embroque. Con Amatista y Despacio, padre e hijo respectivamente, desplegó todo
un repertorio de alto escuela rematados con quiebros trepidantes. La asombrosa
elasticidad del pacense ligó con la flexibilidad de Xarope con el que se adornó
acercando su cara a la testuz. El rejón entró fácil y certero. Faena grande de
Leonardo Hernández.
Ante el sexto, Leonardo tuvo que sacar la artillería ante un
toro más parado que tuvo obediencia y nobleza. La vibración contagiada subía
por los tendidos como la euforia tras un gol en las gradas del Bernabéu. Madrid
de nuevo disfrutó con la apasionada faena del extremeño y premió, con cierto
exceso, la buena actuación con doble trofeo. Entrega desbocada.
Narciso apareció como un tiro desde la oscuridad del
chiquero y de sopetón se topó con Sergio Galán que le esperaba en la puerta de
toriles a lomos de Amuleto. Una portagayola más en la feria de los esfuerzos y
los sustos como armas de levantar el ambiente. Pronto y en la mano, la máxima
del maestro, toreó en redondo Galán a Narciso que pese a tener ritmo propio del
encaste Murube no terminó de tener el celo necesario para emocionar. Tras la
potencia de Amuleto llegó la caricia de Ojeda con el que Galán dejó batidas lucidas.
El público entró de verdad en la faena con tres piruetas en la propia cara que
remató con tres banderillas cortas a matacaballo que produjo una ovación
cerrada y algún trompicón. Tras un rejón de escaso efecto, Sergio cogió la
muleta. El toro, ya mermado, no obedeció al conato de macheteo que apuntó el
conquense y recibió una ovación tras emplear el descabello. El traje corto, los
zahones, la huida del caballo de fondo recordaba a la estampa de la Diosa Rubia del Toreo,
Conchita Cintrón, que deseaba pinchar los toros para echar pie a tierra y dejar
unas pinceladas de su gracia torera limeña con aroma sevillano que tanto
cantaron los toreros de su época.
El cuarto de la tarde no terminó de emplearse a los cites de
Galán. La faena fue de más a menos con la guinda elegante de la rosa en todo lo
alto. A Sergio no le ayudó actuar detrás del alboroto de Leonardo y el público
no siempre valoró los detalles de la faena. La nueva utilización del descabello
tras el rejón de muerte no ayudó a que se calentara el ambiente.
El segundo de la tarde apuntó violencia en sus derrotes. No
se arrugó Ventura que lo dio todo para tratar de conseguir su 11ª Puerta
Grande. Con Nazarí llegaron los auténticos quilates de la faena. El propio
equino es un completo portento de belleza, valor y torería. Hay caballos que
hacen al torero como hábito al monje.
Nazarí tiene una elegancia natural que en un ruedo y con su
gallardía se traduce en airosa torería. Ventura clavó en todo lo alto buscando
la reunión en todos los encuentros. La preparación del lance, el prólogo del
embroque, la antesala de la verdad se tornaron esenciales en una faena muy
acertada con auténtico sentido del espectáculo. Otra joya de la cuadra de
Ventura es Remate. Su aspecto albino, tan buscado por los caballistas en las
ganaderías, provoca tanta grima su mirada como admiración su talento. El toro
metió una marcha más al notar en cercanías a Remate, que solucionó con brío
después de que Ventura dejará tres banderillas cortas en lo alto. El desatino
con los aceros dejó sin premio una buena actuación. Ante el segundo de su lote
Ventura no pudo desarrollar todo lo que se esperaba. El toro reservón fastidió
a Diego la venganza fraguada hace quince días. Se reservó la estrella de aquel
día, Sueño, para torear con él en el quinto. Sueño consiguió por momentos
despertar el celo del toro que se enfadaba al sentir las banderillas. El
público entró en la faena que tuvo más de espectacularidad que de reunión. La
elevada de Remate queda para el recuerdo antes del carrusel con las cortas. El
pinchazo y el rejón tardón enfrió el ambiente.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de El Capea, Carmen Lorenzo y San Pelayo, bien presentados y de gran
juego; el 3º, extraordinario, de nombre 'Canastito; también destacó el 6º por
su nobleza ambos del hierro de San Pelayo. El resto manejables con sus metices.
Sergio Galán, rejón entero algo
desprendido y dos descabellos (ovación con saludos). En el cuarto, rejón sin
efecto y descabello (ovación con saludos) Diego
Ventura, dos pinchazos, rejón en lo alto y dos descabellos (ovación con
saludos). En el quinto, pinchazo y rejón completo (ovación con saludos). Leonardo Hernández, rejón en todo lo
alto (dos orejas). En el sexto, rejón algo desprendido de efecto fulminante
(dos orejas).
Plaza de toros
Monumental de las Ventas. Sábado, 21 de mayo de 2016. Décimo quinta de feria.
Lleno.
Leonardo Hernández |
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