Dos toros de buena nota –oreja
para Juan del Álamo del más completo de los dos-, tres de más fijeza y nobleza
que poder y un garbanzo negro que completo el sexteto.
Juan del Álamo |
BARQUERITO
Fotos: EFE
EN LA CORRIDA DE los dos hierros hermanos de El Tajo y La
Reina no hubo dos toros parejos. Visible la procedencia común de los seis
toros: un tronco Domecq muy ramificado. En las actas de la Unión de Criadores
constan vacas y sementales de Juan Pedro, Borja y Salvador Domecq, Algarra,
Daniel Ruiz, Daniel Martínez y Victoriano del Río. Veinte años va a cumplir
Joselito como ganadero; diez de ellos, en serio. Sin contar Sevilla, faltaba el
examen de Madrid, y este fue el día.
El día en que se cumplían justamente veinte años de su
memorable corrida de único espada y seis ganaderías diferentes en la Goyesca
del 2 de mayo en las Ventas. Aquella tarde fue, con la excepción de dos toros
de Cortijoliva –sobrero uno de ellos-, un muestrario de líneas Domecq. No
tantas como las de esta prueba.
Las hechuras y el aire del estreno, diversos: un quinto toro
de porte excepcional, hermosísimo; un segundo, único colorado del envío, de
ofensiva envergadura, bizco, un garfio izquierdo muy severo; un tercero
burraco, bien hecho, de ricos galopes y más gana de pelea que ninguno, y, por
tanto, el toro de la corrida; un cuarto donde asomó esa gota vieja de Murube
–la cabeza acarnerada- que de pronto rebrota en el encaste y no es nueva; un
sexto corto y alto de agujas que se rajó sin más y manseó más que ninguno; y,
en fin, el toro del debut, bajo de cruz, bien armado, cresta rizada, negro como
la mayoría de los toros de los dos hierros de la casa, muy protestón en el
caballo, rebrincadito por codicioso, cortos los viajes. Y una virtud que, con
la excepción del sexto, fue común a la corrida toda: la fijeza.
Lo fue también la nobleza, incluso en los toros que
tardearon –el primero y el cuarto- y hasta en el soberbio quinto, que tras una
pelea feroz en un primer puyazo larguísimo, y después de haber galopado en los
dos primeros tercios, vino a ser una
decepción inesperada. El imprevisto de la tarde porque no tardó en
claudicar. Y al cabo se apagó. Con la miel en los labios se quedó todo el
mundo.
El ser toros de más a menos, con la excepción del tercero
–belicoso ritmo regular, entrega-, fue nota común, porque lo es en la mayoría
de todas esas ramas del encaste tronco cuando se pasa en serio la aduana de un
tercio de varas de dos puyazos. Fue por todo desigual la nota en el caballo de
los seis toros. Sobresaliente el quinto; notable el tercero; aprobado muy
raspadito los otros cuatro.
De aquella torrencial bravura de la primera corrida que
Joselito lidió en plaza de primera –la de Bayona hace ocho años- no se vio en
este examen de Madrid más huella que las peleas de tercero y quinto toros. No
es poco. Ni mucho. De la dureza tan exigente de las corridas de Pamplona y
Bilbao no hubo esta vez ni asomo. De manera que cabe pensar que el ganadero va
depurando líneas.
En la fiesta goyesca se anunciaron toreros con diferente
protagonismo en el inminente San Isidro. Miguel Abellán, que abre feria y abono
el viernes próximo con una de atanasios de Valdefresno y casi cierra fiestas el
3 de junio con la de Victorino; Iván Vicente, repescado para la feria con la de
Baltasar Ibán; y Juan del Álamo, que torea dentro de la feria pero no del abono
la corrida de Pedraza de Yeltes. El cartel del 2 de mayo tenía algo de
compensación para el torero de Ciudad Rodrigo; y de regalo para un torero de
tan buenas formas como Iván Vicente.
Con el toro de la tarde planteó Juan del Álamo una faena de
atacar y no esperar tras una primera apuesta frustrada de toreo en la
distancia. Como todas las de ataque con toro guerrero, fue faena tensa y, por
tanto, de emoción. De logros, por lo demás, desiguales. La tanda de autoridad,
la mejor, tardó en llegar. Fue la cuarta de siete, por la mano diestra, ligada,
embraguetada, bien rematada. Tras ella, la muleta a la zurda, muy encajado el
torero de Ciudad Rodrigo. Y convencido. Hubo muletazos llamativamente largos,
algunos espléndidos, y esa habitual manera suya de enganchar por delante que
tanto obliga a toro y torero. Faltó redondear. O un punto de sosiego. La
estocada, ladeada, fue de muerte lenta. Un aviso. Una oreja sin petición
mayoritaria. Una más de las casi diez orejas que Juan lleva cortadas en Madrid
en los últimos tres cursos. No la más valiosa. Ni la menos sencilla.
Había público de aluvión como en todas las corridas del 2 de
mayo. Muchas invitaciones. La tramoya de las goyescas. Los trajes de los
matadores han pasado a ser asunto de modistas de rango mayor. Iván y Del Álamo
lucieron ternos muy originales. Abellán salió vestido de Antonio Ordóñez y
peinado con fijador. En un tendido alto de sombra, un grupo de manolas de
guardarropía.
Abellán anduvo facilito y monótono con sus dos toros
bondadosos. Iván Vicente estuvo firme en las dos bazas, más llena la cosa con
el colorado descarado que con el que quinto que tan pronto se acabó. Juan del
Álamo le buscó las cosquillas y el sitio al rajado sexto y se los acabó
encontrando, pero demasiado tarde. De estocadas murieron los seis toros salvo
el primero.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de José Miguel Arroyo.
Primero y tercero, con el hierro de Toros
del Tajo; los demás, con el de Ganadería
de la Reina.
Miguel Abellán, silencio y división tras un aviso.
Iván Vicente, saludos y silencio.
Juan del Álamo, oreja tras un aviso y saludos.
Buenos puyazos de Óscar Bernal,
Héctor Vicente y Paco María.
Notables pares de Miguel Martín, Roberto
Jarocho y Joselito Rus.
Corrida de la Comunidad. 8.000 almas. Primaveral. Dos horas y cuarto
de función.
Iván Vicente |
No hay comentarios:
Publicar un comentario