PACO AGUADO
Agoniza ya San Isidro, a falta de los últimos
cinco estertores de una feria paupérrima en casta y emociones. Puede que haya
sido la última de Taurodelta, o no, en tanto que la plaza, el epicentro taurino
del mundo pese a todo, saldrá a concurso el próximo otoño. Esperemos, al menos,
que los redactores del pliego de condiciones hayan tomado buena nota de todo lo
sucedido.
Porque, pese a los rebuscados y escasos clavos
ardiendo a que la prensa complaciente se ha agarrado de tarde en tarde para
vender la moto publicitaria, este último abono madrileño ha sido de los peores
de cuantos a uno le alcanza la memoria.