ZABALA DE LA SERNA
"¡Joder!", gritó José
Garrido desesperado. La espada había vuelto a encontrar hueso. Acababa así con
cualquier remota posibilidad de triunfo. Y de paso, apuntillaba cualquier
resquicio para un prefacio glorioso y bucólico como la primavera de los campos
extremeños y en ese plan. La faena había sido tan larga como para que sonase un
aviso antes de perfilarse. El lindo toro de Joselito, de edad recién cumplida como
toda la guapa, hechurada y muy respetable corrida de El Tajo y La Reina,
aguantó y se creció de modo impensable desde una frágil apariencia inicial. Su
fondo bravito, y noble, lo sostuvo. Garrido se explayó en series átonas,
abundantes y amontonadas que no parecían encontrar el final. Como la obra en su
conjunto. Que contó con tres amagos de despedida. El definitivo, por
manoletinas.
@zabaladelaserna
Olivenza
Por su variante de bernadinas
abrochó Luis David Adame. El alegre cierre y un espadazo contundente unificaron
su faena, elevada hasta la oreja. Más clase que continuidad tuvo el castaño
toro de José Miguel Arroyo, versión La Reina como el sexto. Luis David se
acompasó lentamente con él las veces que embistió tan despacio. Y lo aguantó
las otras en que se paró. Su imagen subió enteros desde el barullo del quite
con el capote a la espalda. Mucho lío para un toro que, con su punto mansito,
ya apuntaba calidad.
Antonio Catalán 'Toñete' también se
aplicó por gaoneras de fe. El toro de El Tajo traía la casta encendida como su
piel castaña. Y unas miradas desafiantes que a Toñete le hacían recalibrar la
posición de las zapatillas. Pesaba el toro -obediente pese a su carácter- y la
presión de la primera de la temporada. Catalán encaró el fielato con la
rectitud de la espada. Que enterró con determinación. Del embroque salió
trompicado y con ostensibles gestos de dolor. A la enfermería lo condujeron.
Allí le llevarían el trofeo como desagravio: la cornada envainada de 10 cms en
el muslo derecho fue operada con anestesia local. Ya no regresaría.
El ritmo de orejas se incrementó con
el notable cuarto. José Garrido pudo desquitarse, digamos, en el marcador.
Faltaba ese nivel de toreo, o el toreo de nivel, que la corrida de Joselito
pedía a gritos. La humillación y repetición, a falta de un punto por rebosarse,
de este Visitador encontró al mejor Garrido al natural. Pero allí faltaba algo
más. Alma y estructura. Ahora agarró la estocada a la primera; de nuevo sonó un
aviso. Asomaron los pañuelos, los dos, en el palco...
Y volvieron a aparecer a la muerte
del quinto. Esta vez acompañados del azul. No sé si este segundo 'Atlético' de
la tarde fue más completo que el anterior. Lo cierto es que el conjunto de la
corrida lo merecía a falta del toro superlativo. Luis David lo toreó con largo
pulso por ambas manos. En la frontera del "biennnn" hasta los
diferentes epílogos. A falta de uno, tres. Como los postres variados. La
soberbia estocada del mexicano al encuentro fue determinante en la explosión de
los tendidos.
Garrido asumió la tarea de despachar
el toro que se dejó Toñete. Y esbozó la verónica con el compás de los años de
esperanza. Después, el extremeño brindó a Pepe Moral, quiso empezar la faena de
rodillas en los medios -conveniese o no- y el último de La Reina se vino abajo
afligido y no poco sangrado . Injusto colofón para una gran corrida.
La puerta grande esperaba para sacar
a hombros a los toreros que quedaron en pie: José y Luis David. Aunque fue otro
José el triunfador.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de de El Tajo y La Reina (2º y 6º), bien presentados y de gran juego; el 5º
premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
José Garrido, de caldero y oro. Dos pinchazos y estocada. Aviso (saludos). En el
cuarto, estocada atravesada. Aviso (dos orejas). En el sexto, dos pinchazos y
estocada (silencio).
Luis David Adame, de berenjena y oro. Espadazo desprendido (oreja). En el quinto,
estocada al encuentro (dos orejas). Salió a hombros con Garrido.
Toñete, de azul pavo y oro. Estocada (oreja). Resultó herido.
Plaza de Olivenza. Viernes, 8
de marzo de 2019. Primera de feria. Tres cuartos de entrada.
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