Morante dibuja una faena plena de sabor y Roca Rey ataca con la suerte
en contra para triunfar con un renovado Ginés.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
La doble jornada de despedida de la
feria de Olivenza contó con el nada leve prólogo de la cita matinal: tres horas
de función. Una inspirada y singular faena de Antonio Ferrera fue el cenit de
la mansita, dócil y orejera corrida de Zalduendo. Castella y Perera sumaron sus
cuatro trofeos a los dos de Ferrera. El cómputo de avisos incluso superó a las
orejas: siete clarinetazos, siete. Por poco empalmamos en sesión continua...
Por la tarde, en la puerta de la
recoleta plaza de Olivenza un tumulto esperaba la entrada de Morante de la
Puebla, Roca Rey y Ginés Marín. No se sabía por quién doblaban las campanas. La
verónica de Morante es campaniforme. Redonda como su empaque. Y crece en
hondura según la mece y según la balancea, según la acompaña con esa cintura
imaginaria del toreo que es el compás. El latido del pecho en el mentón. Así,
por el pitón derecho, que fue la mano buena del toro, dibujó lances como
bronces. Hasta la boca de riego el sendero. Y allí enterró la media verónica
como un pecio. Una reliquia de lo antiguo.
Un puyazo ahormó el fuelle preciso
del pupilo de Daniel Ruiz. El quite del genio de La Puebla corroboró que por el
izquierdo no había veta. Y la faena comenzó al paso, a media altura, serena. Y
lenta como el embestir del toro. Morante hacía moldes despaciosamente,
irreproducibles, únicos. Desde las zapatillas a la coronilla. Su cuerpo macizo
envuelto en aquel vestido carmín era una explosión de torería. La obra casi
enteramente diestra soltaba aire y cobrababa aroma en los de pecho. En el modo
de andar. Los 180 minutos de la matiné quedaban tan lejos... Un pinchazo y una
estocada baja. La oreja dada fue lo de menos. Aquí las cortan como quien corta
choped a máquina. La cosa morantista desprendió sabor. Una brisa. No pudo ser
con el desinflado cuarto, y la brevedad se agradeció tanto como sus aladas
chicuelinas. Tan diferentes, tan distinto en todo Morante.
Ginés Marín esbozó verónicas con su
aquél. Como alumno que sigue la estela del bien hacer. A Ginés el estilo le
precede; este domingo sacó además una actitud renovada. A contraestilo con el
capote a la espalda en aguerrida pose. Un arrimón por gaoneras a puro huevo. El
torete se prestó bien, sin excelencias. Por contraste con otros, una joya. Y el
joven extremeño oriundo de Jerez exhibió sus dotes. Su zurda especial. Que le
otorga un peso mayor a cierta ingravidez. Los pases de pecho fueron mayúsculos.
GM interpretó perfecto el tempo de espera que pedía la amable embestida. Un par
de circulares invertidos rechinaron entre su clasicismo. Pero venía a por
todas. El cierre por acongojantes bernadinas a viaje cambiado apuró el depósito
del toro y el entusiasmo de la parroquia. Se presentía la puerta grande. Mas,
entre un pinchazo y el puntillero, hubo de esperar al último cartucho, al
último toro de Daniel, el más cargado del triste y amargo encierro. Violentote
y áspero. Marín persiguió el peldaño para la salida a hombros a conciencia. Y
al final lo logró por perseverancia más que nada.
Tampoco se le escapó el triunfo a
Roca Rey. Fue una lucha a contracorriente. Le negó cualquier colaboración un
toro rajado y cobardón que no valió ni para arrimarse. Hueco desertor de todos
los planteamientos. Cuando la suerte parecía volverle totalmente la espalda con
el mirón, arrítmico y tosco quinto, el peruano apretó el machete entre los
dientes y desató sus vientos guerra. Qué forma de arrear el tipo. Superó un
volteretón cuando el bicho de Ruiz se le paró a mitad de un pase de pecho.
Expuso y puso toda su carne en el asador de una faena cojonera, sorda de
brillos. Y reventó el portón entre las temibles bernadinas cambiadas y un
espadazo inapelable y brutal. Masticó la victoria como tabaco de mascar. Y
puede que la escupiera sobre el cadáver del toro. Con la soberbia infalibilidad
de quien ya manda.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Daniel Ruiz, desiguales de presentación; de pobre, deslucido y
amargo juego en conjunto; destacaron el noble 1º por el derecho y el buen 3º.
Morante de la Puebla, de carmín y oro. Pinchazo y estocada baja (oreja). En el cuarto,
media estocada y dos descabellos (ovación).
Roca Rey, de tabaco y oro. Estocada honda (ovación). En el quinto, gran
estocada (dos orejas).
Ginés Marín, de azul pavo y oro. Pinchazo y estocada rinconera. Aviso (oreja y
petición). En el sexto, pinchazo y estocada pasada y desprendida. Aviso
(oreja). Salió a hombros con Roca Rey.
Plaza de Olivenza. Domingo, 10
de marzo de 2019. Última de feria. Lleno.
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