lunes, 11 de marzo de 2019

FERIA DE OLIVENZA – ULTIMA CORRIDA: Brisa de torería; vientos de guerra

Morante dibuja una faena plena de sabor y Roca Rey ataca con la suerte en contra para triunfar con un renovado Ginés.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid

La doble jornada de despedida de la feria de Olivenza contó con el nada leve prólogo de la cita matinal: tres horas de función. Una inspirada y singular faena de Antonio Ferrera fue el cenit de la mansita, dócil y orejera corrida de Zalduendo. Castella y Perera sumaron sus cuatro trofeos a los dos de Ferrera. El cómputo de avisos incluso superó a las orejas: siete clarinetazos, siete. Por poco empalmamos en sesión continua...

Por la tarde, en la puerta de la recoleta plaza de Olivenza un tumulto esperaba la entrada de Morante de la Puebla, Roca Rey y Ginés Marín. No se sabía por quién doblaban las campanas. La verónica de Morante es campaniforme. Redonda como su empaque. Y crece en hondura según la mece y según la balancea, según la acompaña con esa cintura imaginaria del toreo que es el compás. El latido del pecho en el mentón. Así, por el pitón derecho, que fue la mano buena del toro, dibujó lances como bronces. Hasta la boca de riego el sendero. Y allí enterró la media verónica como un pecio. Una reliquia de lo antiguo.

Un puyazo ahormó el fuelle preciso del pupilo de Daniel Ruiz. El quite del genio de La Puebla corroboró que por el izquierdo no había veta. Y la faena comenzó al paso, a media altura, serena. Y lenta como el embestir del toro. Morante hacía moldes despaciosamente, irreproducibles, únicos. Desde las zapatillas a la coronilla. Su cuerpo macizo envuelto en aquel vestido carmín era una explosión de torería. La obra casi enteramente diestra soltaba aire y cobrababa aroma en los de pecho. En el modo de andar. Los 180 minutos de la matiné quedaban tan lejos... Un pinchazo y una estocada baja. La oreja dada fue lo de menos. Aquí las cortan como quien corta choped a máquina. La cosa morantista desprendió sabor. Una brisa. No pudo ser con el desinflado cuarto, y la brevedad se agradeció tanto como sus aladas chicuelinas. Tan diferentes, tan distinto en todo Morante.

Ginés Marín esbozó verónicas con su aquél. Como alumno que sigue la estela del bien hacer. A Ginés el estilo le precede; este domingo sacó además una actitud renovada. A contraestilo con el capote a la espalda en aguerrida pose. Un arrimón por gaoneras a puro huevo. El torete se prestó bien, sin excelencias. Por contraste con otros, una joya. Y el joven extremeño oriundo de Jerez exhibió sus dotes. Su zurda especial. Que le otorga un peso mayor a cierta ingravidez. Los pases de pecho fueron mayúsculos. GM interpretó perfecto el tempo de espera que pedía la amable embestida. Un par de circulares invertidos rechinaron entre su clasicismo. Pero venía a por todas. El cierre por acongojantes bernadinas a viaje cambiado apuró el depósito del toro y el entusiasmo de la parroquia. Se presentía la puerta grande. Mas, entre un pinchazo y el puntillero, hubo de esperar al último cartucho, al último toro de Daniel, el más cargado del triste y amargo encierro. Violentote y áspero. Marín persiguió el peldaño para la salida a hombros a conciencia. Y al final lo logró por perseverancia más que nada.

Tampoco se le escapó el triunfo a Roca Rey. Fue una lucha a contracorriente. Le negó cualquier colaboración un toro rajado y cobardón que no valió ni para arrimarse. Hueco desertor de todos los planteamientos. Cuando la suerte parecía volverle totalmente la espalda con el mirón, arrítmico y tosco quinto, el peruano apretó el machete entre los dientes y desató sus vientos guerra. Qué forma de arrear el tipo. Superó un volteretón cuando el bicho de Ruiz se le paró a mitad de un pase de pecho. Expuso y puso toda su carne en el asador de una faena cojonera, sorda de brillos. Y reventó el portón entre las temibles bernadinas cambiadas y un espadazo inapelable y brutal. Masticó la victoria como tabaco de mascar. Y puede que la escupiera sobre el cadáver del toro. Con la soberbia infalibilidad de quien ya manda.

FICHA DEL FESTEJO
Toros de Daniel Ruiz, desiguales de presentación; de pobre, deslucido y amargo juego en conjunto; destacaron el noble 1º por el derecho y el buen 3º.
Morante de la Puebla, de carmín y oro. Pinchazo y estocada baja (oreja). En el cuarto, media estocada y dos descabellos (ovación).
Roca Rey, de tabaco y oro. Estocada honda (ovación). En el quinto, gran estocada (dos orejas).
Ginés Marín, de azul pavo y oro. Pinchazo y estocada rinconera. Aviso (oreja y petición). En el sexto, pinchazo y estocada pasada y desprendida. Aviso (oreja). Salió a hombros con Roca Rey.
Plaza de Olivenza. Domingo, 10 de marzo de 2019. Última de feria. Lleno.

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